En un gesto cargado de historia y emoción, dos veteranas de la Segunda Guerra Mundial, ambas con 101 años, se reunieron para conmemorar el 80º aniversario del Día de la Victoria en Europa (VE Day). Kath Morris y Gwenfron Picken, originarias de Gales y reconocidas por su trabajo como criptógrafas en Bletchley Park, se encontraron después de décadas, evocando los recuerdos y sacrificios que marcaron sus vidas y la historia mundial. Bletchley Park, ubicado en Inglaterra, fue el centro neurálgico del descifrado de códigos durante la guerra. Allí, unas 7,500 mujeres, entre otras muchas personas, trabajaron incansablemente para desentrañar mensajes codificados que permitieron a los Aliados adelantarse a los movimientos del Eje, influyendo decisivamente en el desarrollo y desenlace del conflicto. Aunque muchas de estas contribuciones permanecerían en secreto durante décadas debido a la rigidez del Acta de Secretos Oficiales, el valor y la dedicación de estas mujeres han sido finalmente reconocidos, y las historias de esfuerzos como los de Kath y Gwenfron emergen para inspirar nuevas generaciones.
Ambas mujeres crecieron en la misma región de Gales, pero no se conocían hasta hace apenas un año, cuando coincidieron en una celebración conjunta por su centésimo cumpleaños. Desde ese momento, comenzaron a compartir experiencias y a revivir su pasado común en Bletchley Park, un lugar tan secreto como fascinante. Este reencuentro también permitió que la Primera Ministra de Gales, Eluned Morgan, dialogara con ellas y reconociera públicamente su contribución al esfuerzo bélico. Según Gwenfron, este encuentro fue una "agradable sorpresa" y un revalorización de su legado. La historia de Gwenfron es un testimonio de los caminos inesperados que marcó la guerra.
Cuando tenía 18 años, fue llamada para una entrevista en la Bolsa de Trabajo de Port Talbot, donde inicialmente deseaba unirse como enfermera. Sin embargo, fue considerada demasiado frágil para ese rol. En consecuencia, fue asignada a Bletchley Park en Londres, una ciudad que nunca antes había visitado. Durante su estancia desde agosto de 1944 hasta septiembre de 1945, no solo participó en la labor de descifrado de códigos, sino que también fue ascendida, reflejando su compromiso y destreza en el trabajo. A pesar de las estrictas medidas de seguridad y el miedo constante a la infiltración de espías alemanes, Gwenfron recuerda que en Bletchley Park el ajetreo cotidiano era diferente a la constante alarma y bombardeos que vivió en su hogar en Gales.
Por su parte, Kath Morris dejó la escuela a los 14 años y se formó en un colegio comercial antes de adentrarse en el trabajo secretarial. Al estallar la guerra, comenzó como observadora contra incendios, vigilando los tejados en busca de fuegos provocados por bombardeos enemigos. Dos años después, recibió una carta para presentarse a una entrevista en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Londres, donde tuvo que superar una prueba de mecanografía. Dos semanas después fue enviada a Bletchley Park para desempeñar un papel crucial aunque humilde: decodificaba mensajes en código Morse y los transmitía al siguiente componente del equipo técnico. Ambas veteranas han destacado la discreción que debían mantener respecto a su trabajo.
En aquel tiempo, nadie podía compartir detalles de su labor, ni siquiera con sus propias familias. Kath, por ejemplo, no reveló la naturaleza de su empleo ni siquiera a su esposo hasta muchos años después. Este silencio reforzaba el aura de misterio que envolvía Bletchley Park, un lugar donde se forjaron victorias decisivas lejos del campo de batalla. En los últimos años, estas mujeres se han involucrado en actividades que han permitido rescatar y difundir la memoria de los criptógrafos. Al recordar sus experiencias, ambas coincidieron en sentirse sorprendidas por el reconocimiento y el respeto que hoy reciben.
Para Kath, era difícil creer que su pequeña contribución tuviera tanto peso, mientras que Gwenfron reflexionó sobre cómo su participación consolidó un sentido de responsabilidad y cautela en su vida posterior. La intensidad del trabajo en aquel entorno cambió su perspectiva sobre la información y la confianza. Además de su trabajo durante la guerra, Kath y Gwenfron también encontraron comunidad y apoyo a través de organizaciones como la Unión de Madres, una red que les ayudó a descubrir el vínculo que compartían durante su juventud en tiempos convulsos. Actualmente, ambas mujeres adoptan una actitud serena hacia el futuro, enfocándose en vivir cada día con agradecimiento y sin grandes planes a largo plazo. El primer ministro galés expresó su admiración por el coraje y la dedicación de estos “héroes anónimos” que sirvieron en silencio durante décadas.
Señaló que historias como la de Kath y Gwenfron representan el mejor ejemplo de la contribución galesa al esfuerzo bélico, subrayando la importancia de preservar estas memorias para que no se pierdan con el paso del tiempo. El reencuentro celebrado en la iglesia de San David en Neath no solo simbolizó un homenaje a dos vidas extraordinarias, sino también un recordatorio emotivo del papel vital que desempeñaron las mujeres en campos tradicionalmente dominados por hombres. Su legado trasciende la historia militar para convertirse en inspiración para quienes valoran la igualdad, el sacrificio y el compromiso con causas mayores. Por último, la conmemoración del 80º aniversario del VE Day es una oportunidad para reflexionar sobre la complejidad y la magnitud del esfuerzo aliado que culminó con la liberación de Europa del dominio nazi. Los esfuerzos secretos de Bletchley Park y sus criptógrafos constituyen una pieza fundamental de ese rompecabezas, y la historia de Kath y Gwenfron personaliza esa épica colectiva, ofreciendo un testimonio humano que enriquece el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial y de la fortaleza del espíritu humano.
A medida que estos capítulos se van documentando y divulgando, el trabajo de los criptógrafos de Bletchley Park cobra la dimensión que merece en la historia global. La perseverancia y valentía de estas mujeres centenarias permanecen como un faro que ilumina el pasado y guía a las futuras generaciones a apreciar el poder del conocimiento y la importancia del servicio desinteresado.