En los últimos años, Amazon ha dejado de ser solamente un gigante del comercio electrónico para convertirse en un símbolo de debate intenso sobre prácticas empresariales, responsabilidad social y diversidad corporativa. Durante mayo de 2025, un segundo boicot organizado contra Amazon y sus múltiples filiales ha captado la atención de consumidores, medios y expertos en negocios, planteando preguntas importantes sobre la relación entre consumidores y grandes corporaciones en la era moderna. El llamado a boicotear a Amazon, que se extiende desde el 6 al 12 de mayo, no es un acto aislado sino la continuación de una serie de protestas que buscan enviar un mensaje contundente: muchos consumidores están descontentos con lo que perciben como codicia corporativa y un retroceso en los compromisos de las compañías con la diversidad, equidad e inclusión (DEI). Este movimiento ha sido impulsado por The People’s Union, un grupo de base que ya organizó protestas similares en febrero y abril de 2025, demostrando que el sentimiento detrás del boicot no es efímero ni casual. Entre las razones que motivan esta protesta destaca la preocupación por la reducción o eliminación de programas de DEI dentro de las corporaciones, una tendencia vinculada además a la influencia de políticas federales que desmantelan o limitan estas iniciativas.
El presidente Donald Trump, desde que asumió el cargo, ha impulsado esfuerzos para eliminar los programas federales relacionados con diversidad e inclusión, y esto ha generado un ambiente en el que ciertas empresas han seguido el mismo camino, lo que provoca rechazo en un sector de la población que valora la equidad y la representación en el lugar de trabajo. El boicot no se limita únicamente a Amazon, sino que abarca a varias de sus subsidiarias y servicios, como Whole Foods Market, Amazon Fresh, Amazon Prime Video, Audible, Twitch, Ring, Zappos y Kindle. Esto amplía el impacto del movimiento y hace que los consumidores deban reconsiderar todas las formas en que interactúan con el ecosistema de Amazon. Además, este boicot ocurre en paralelo a otras acciones dirigidas contra empresas como Target, que también han sido cuestionadas por reducir sus compromisos con DEI. La magnitud de Amazon como empresa global implica que cualquier movimiento que afecte su funcionamiento tiene un alcance significativo.
Este gigante tecnológico y minorista no solo influye en la economía global sino también en hábitos de consumo, empleo y prácticas sustentables. A raíz del boicot, analistas han empezado a valorar el impacto económico y mediático de la protesta. Aunque por ahora es difícil medir con precisión el daño económico directo, la presión pública representa un riesgo para la reputación y, a largo plazo, para la fidelidad del cliente. El contexto social es clave para comprender por qué este boicot ha logrado ganancias importantes en términos de atención y organización masiva. En la última década, movimientos sociales que demandan justicia social, igualdad laboral y respeto a la diversidad han ganado terreno en distintas áreas.
La ciudadanía está cada vez más consciente de su poder como consumidores para influir en las prácticas empresariales. De este modo, los boicots y protestas se vuelven herramientas válidas para exigir cambios concretos. No menos relevante es el aspecto político. Las decisiones federales sobre programas de DEI no solo afectan a las empresas sino también a la sociedad en su conjunto. La eliminación o reducción de estos programas genera controversias desde el punto de vista ético y social, al poner en riesgo avances en equidad que muchas comunidades, hasta ahora marginadas, han logrado alcanzar.
Este escenario ha provocado que grupos ciudadanos se organicen para hacer presión tanto sobre las políticas públicas como sobre las corporaciones privadas. Otro punto que suma a la complejidad del boicot es la diversidad de servicios afectados dentro del ecosistema Amazon. Desde supermercados físicos como Whole Foods hasta plataformas digitales de entretenimiento como Prime Video y Twitch. Esta amplitud refleja la estrategia de Amazon de posicionarse como proveedor integral para el consumidor moderno, pero también expone a la empresa a riesgos cuando los clientes deciden rechazar sus productos o servicios en masa. El movimiento también se enmarca en un momento de cambios relevantes en el comercio electrónico.
Por ejemplo, otra plataforma, Temu, ha ajustado recientemente su modelo de negocios, abandonando el envío directo de productos fabricados en China para priorizar almacenes locales en Estados Unidos. Este tipo de movimientos empresariales rivalizan con Amazon y capitalizan la creciente exigencia de los consumidores por prácticas más transparentes, locales y responsables. En cuanto a las estrategias de Amazon para enfrentar este tipo de afrontamientos, la empresa históricamente ha optado por mantener una comunicación reservada y continuar invirtiendo en ampliar sus servicios y mejorar su experiencia de cliente. No obstante, la presión social y mediática obliga cada vez más a las empresas a reconsiderar sus políticas internas, especialmente en temas de diversidad, equidad e inclusión. Finalmente, este fenómeno de boicot contra Amazon es una clara manifestación de un consumidor más informado, crítico y comprometido con causas sociales.