Los megalitos, esas colosales estructuras de piedra que yacen dispersas en paisajes antiguos, han fascinado a la humanidad durante milenios. Desde misteriosas alineaciones astronómicas hasta vínculos con prácticas rituales, los estudios sobre los megalitos han revelado aspectos fascinantes de las sociedades prehistóricas. Aunque aún se preservan muchos secretos, los investigadores han logrado desentrañar varias verdades sobre estos monumentos. Aquí te presentamos diez cosas que sabemos (o creemos saber) acerca de los megalitos. En primer lugar, es importante aclarar qué entendemos por megalitos.
La palabra proviene del griego antiguo “mega”, que significa enorme, y “lithos”, que significa piedra. Este término engloba una amplia variedad de monumentos que van desde grandes piedras erigidas individualmente hasta complejas estructuras de círculos de piedra. Se estima que existen alrededor de 35,000 ejemplos en Europa, en su mayoría datando de períodos tan lejanos como 4700 a.C. en Francia y 3900 a.
C. en Gran Bretaña e Irlanda. Lo curioso es que, incluso en la actualidad, todavía se están construyendo megalitos en lugares tan inusuales como Madagascar e Indonesia. Una de las características más notables de muchos megalitos es que a menudo se utilizaban como tumbas. Los sitios megalíticos incluyen no solo piedras en pie y círculos de piedra como Stonehenge, sino también tumbas cerradas, cámaras funerarias y túmulos, donde se llevaban a cabo tanto entierros como cremaciones.
Aunque abundan los restos humanos en estos lugares, muchos megalitos no estaban destinados únicamente a actividades funerarias. De hecho, se ha encontrado que estos espacios también funcionaban como centros de reunión y celebración. Un aspecto fascinante que han descubierto los arqueólogos es que la construcción de megalitos se correlaciona con tiempos de agitación social. En el oeste de Inglaterra y en Irlanda, las estructuras megalíticas fueron erigidas en un contexto de cambio, cuando las comunidades estaban experimentando importantes movimientos poblacionales. En el este de Inglaterra, las construcciones contemporáneas de madera que no han perdurado tanto tiempo como sus contrapartes de piedra, sugieren que ambos tipos de monumentos coexistieron en períodos de “deslocalización” social asociada al inicio del Neolítico.
A pesar de su prominencia, estos monumentos no eran lugares de residencia. En el entorno de muchos megalitos se han encontrado objetos como cerámica y restos de huesos de animales, lo cual sugiere que servían más bien como sitios de festividades y convivencia social que como viviendas permanentes. Esto indica su papel significativo en la unión de comunidades agrícolas dispersas, proporcionando un escenario para el intercambio de bienes, la celebración de alianzas matrimoniales y el intercambio de información. Un análisis más profundo revela que muchas de las personas enterradas en estas tumbas megalíticas no habían llevado vidas pacíficas. Los estudios han demostrado que alrededor del 10% de las personas halladas en cámaras funerarias muestran signos de muertes violentas, posiblemente a causa de flechas o golpes en la cabeza.
Esta información añade una dimensión inquietante a las historias de las comunidades que utilizaron estos sitios. Las prácticas de construcción de megalitos también parecen estar ligadas a la llegada de los primeros agricultores a Gran Bretaña desde el continente europeo, quienes traían no solo cultivos domésticos, sino también tradiciones de construcción de monumentos. Si bien durante mucho tiempo se consideró que los agricultores fueron los principales constructores de estos monumentos, investigaciones en otros países, como Francia y Japón, han demostrado que también los cazadores-recolectores aportaron a la edificación de megalitos. Vinculando estas estructuras a la espiritualidad, se ha insinuado que los megalitos formaban parte de un paisaje ritual. Algunos expertos sugieren que los "especialistas en rituales" jugaban un papel crucial en los entierros, teniendo acceso preferencial a los sepulcros.
Esta espiritualidad parece no estar ligada a deidades específicas, sino más bien a un panteón de espíritus y ancestros que eran considerados inmanentes en el paisaje circundante. Otros estudios apuntan a que varios megalitos estaban alineados intencionadamente con eventos astronómicos. Por ejemplo, Stonehenge está alineado con el solsticio de verano, mientras que Newgrange está orientado hacia el solsticio de invierno. Sin embargo, no todos los megalitos presentan alineaciones evidentes; algunos se orientan hacia vistas específicas como colinas o cadenas montañosas, sugiriendo una profunda conexión entre el acto de construir y la reconfiguración del paisaje que se estaba llevando a cabo. Además, algunos de estos monumentos están decorados con arte enigmático.
Las piedras a menudo presentan grabados geométricos que permanecen sin explicación clara. Esta ambigüedad podría indicar un significado más centrado en el proceso de construcción en sí que en un mensaje específico y, como se observa en muchas culturas contemporáneas, los símbolos podrían representar sistemas de conocimiento secreto. Finalmente, es esencial entender que los megalitos siempre mantendrán parte de su misterio. Las investigaciones han desenterrado pistas fascinantes, pero también han revelado inconsistencias. No todos los sitios cercanos a fuentes de piedra se convirtieron en megalitos, lo que indica decisiones significativas detrás de su construcción.
Para aquellos que decidieron edificar estas majestuosas estructuras, los megalitos eran manifestaciones tangibles de su identidad y cultura, expresando significados profundos para sus comunidades. Así que, mientras avanzamos en el estudio de los megalitos y seguimos encontrando nuevas evidencias, sabemos que, aunque se han hecho grandes avances, mucho queda por descubrir. Los megalitos no son solo restos de un tiempo antiguo; son símbolos perdurables de la búsqueda humana de significado en un mundo siempre cambiante.