En los últimos años, el auge de las criptomonedas ha impulsado el desarrollo de nuevos productos financieros que permiten a los inversores tradicionales acceder al mercado digital de forma más segura y regulada. Entre estos productos, los fondos cotizados en bolsa o ETFs basados en Ethereum han ganado notable popularidad, especialmente aquellos que proponen la inclusión de servicios de staking como parte de su estrategia para generar ingresos pasivos. Sin embargo, la aprobación de estos ETFs con staking está sometida a un riguroso escrutinio por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, más conocida como SEC. Comprender las dificultades y elementos que rodean esta posible aprobación es esencial para quienes desean anticipar cómo evolucionará el mercado de inversión en criptomonedas dentro del marco regulatorio estadounidense. La propuesta de integrar servicios de staking en los ETFs de Ethereum no es nueva, pero solo en los últimos meses ha cobrado fuerza debido a solicitudes formales presentadas por importantes bolsas como Cboe BZX y NYSE Arca.
Estas propuestas buscan que los ETFs no solo reflejen la propiedad de Ethereum, sino que también participen activamente en el protocolo de la red mediante staking, lo que resulta en la generación de recompensas o rendimientos. En esencia, permitirían a inversores institucionales y minoristas obtener una exposición más completa a Ethereum, incluyendo su rendimiento natural, sin las complicaciones técnicas que implica gestionar directamente criptomonedas o sus claves privadas. El proceso de staking es fundamental para la seguridad y funcionamiento de las blockchains basadas en prueba de participación o Proof of Stake (PoS). A diferencia de las criptomonedas que utilizan minería intensiva, como Bitcoin, Ethereum pasó a este modelo para verificar transacciones y agregar bloques a su cadena. Los validadores deben bloquear o “apostar” una cantidad de ETH como garantía.
A cambio, reciben recompensas periódicas que constituyen un rendimiento, usualmente valorado alrededor del 3% anual, según datos recientes. La posibilidad de replicar este mecanismo dentro de un ETF es muy atractiva ya que agrega una dimensión de rendimiento estable al activo subyacente. Pese a las ventajas evidentes, la SEC mantiene dudas importantes. En primer lugar, está la naturaleza del staking en sí mismo y si este constituye un contrato de inversión conforme a la regulación americana. Históricamente, la SEC ha tenido una posición restrictiva sobre los servicios de staking ofrecidos por plataformas centralizadas por considerar que estas operaban esquemas no registrados que podían poner en riesgo a los inversores.
En contraste, un ETF que utilice sus propios activos para hacer staking directamente en la red descentralizada puede presentar un caso diferente, pero es fundamental demostrar que las recompensas provienen inherentemente del protocolo y no del esfuerzo empresarial del administrador del fondo. Otro factor crítico es el riesgo de “slashing”, un castigo dentro del protocolo de Ethereum que puede hacer perder parte del ETH apostado cuando un validador no cumple correctamente con sus funciones o actúa de forma incorrecta. Este riesgo, inexistente en ETFs tradicionales basados en commodities o acciones, implica que los inversores pueden experimentar pérdidas no vinculadas al mercado sino a penalizaciones técnicas y operativas. La SEC exige que estas posibles consecuencias sean transparentemente divulgadas y que se implementen mecanismos para mitigar su impacto en los participantes del fondo. Asimismo, la liquidez del ETH apostado representa un desafío significativo para la estructura de un ETF.
Aunque la actualización Shanghai implementada en 2023 permitió la retirada de ETH apostados, no garantiza una liquidez inmediata debido a restricciones en la red como las colas de salida y límites en la cantidad de validadores que pueden desactivar su participación en cada periodo. Para un fondo que debe resolver solicitudes de redención de sus inversores con agilidad, esta situación puede provocar demoras o pagos en especie con ETH apostado, que el receptor tendría que gestionar por su cuenta, generando una experiencia menos favorable para quienes esperan procesos tradicionales en ETFs. La cuestión de la custodia y seguridad de las llaves privadas tampoco puede subestimarse. Cuando un ETF decide hacer staking, necesita que las llaves utilizadas para validar transacciones estén conectadas en línea —un factor que aumenta la vulnerabilidad a ataques informáticos. La SEC ha señalado que el uso de módulos de seguridad avanzados y la integración de soluciones para minimizar los riesgos en este nivel será imprescindible para cualquier aprobación.
El modelo denominado “point-and-click”, donde el ETH permanece bajo custodia y la activación del staking se realiza mediante una interfaz simple sin transferir las monedas a terceros, ha mostrado un enfoque prometedor para satisfacer esta inquietud. El contexto internacional también juega un papel relevante en la presión sobre la SEC. Países como Hong Kong han avanzado hacia regulaciones claras que permiten a exchanges y fondos regulados ofrecer servicios de staking bajo condiciones estrictas, promoviendo la innovación sin sacrificar la protección al inversor. Esta apertura podría resultar en una desventaja competitiva para Estados Unidos si la SEC mantiene su postura rígida, haciendo que inversores globales prefieran productos relanzados en mercados más flexibles. En términos políticos, después del cambio de administración y la reconsideración de enfoques regulatorios durante 2025, el panorama parece estar tornándose más favorable.
Expertos del sector, como Brian Fabian Crain, CEO y cofundador de Chorus One, muestran un optimismo cauteloso respecto a que, pronto, la SEC pueda aceptar una estructura de ETFs que incluya staking siempre que las propuestas aborden adecuadamente las preocupaciones regulatorias y de protección al inversor. La claridad y robustez en los mecanismos propuestos serán claves para inclinar la balanza hacia la aprobación. El impacto que tendría la aprobación de un ETF con staking de Ethereum va más allá de la oferta de un nuevo producto de inversión. Impulsaría una mayor adopción institucional de criptomonedas, facilitaría la exposición pasiva a ETH a grandes administradores de fondos, y contribuiría a la seguridad y descentralización de la red al ampliar el grupo de validadores. A nivel de mercado, podría ofrecer a Ethereum una ventaja competitiva frente a Bitcoin, especialmente para inversores interesados en obtener rendimientos adicionales más allá de la apreciación simple del precio.
Finalmente, aunque el camino hacia la aprobación está lleno de retos, la evolución reciente indica que la SEC transita desde un rechazo categórico a una regulación posible basada en estándares de seguridad y transparencia. La complejidad de los factores técnicos, legales y de mercado a considerar implica que la decisión final podría tardar en materializarse hasta finales de 2025. No obstante, la creciente demanda de productos innovadores y la presión internacional sugieren que estamos ante un cambio de paradigma en la forma como los activos digitales como Ethereum se integran en los mercados financieros tradicionales en Estados Unidos.