En un mundo donde la programación se asocia comúnmente con la lógica estricta y un lenguaje técnico, surge una propuesta revolucionaria que invita a replantear la relación entre código y poesía. Coem es un lenguaje de programación poético que desafía las convenciones tradicionales, ofreciendo un espacio donde los desarrolladores pueden expresarse artísticamente mientras crean software funcional. Esta combinación única de poesía y programación no solo amplía los horizontes creativos, sino que también introduce una manera fresca y significativa de interactuar con el código. Coem nace de la visión de fusionar la belleza y la precisión, inspirándose en la manera en que la poesía manipula el lenguaje para evocar emociones y significados múltiples. A diferencia de los lenguajes de programación clásicos que requieren una sintaxis rígida y estricta, Coem invita a los usuarios a jugar con las palabras y los símbolos tomando en cuenta sus dobles interpretaciones en contextos literarios y computacionales.
Esta libertad poética se refleja en su sintaxis, que permite reflexionar sobre las múltiples capas de sentido que una palabra, expresión o símbolo puede tener. Uno de los aspectos más interesantes de Coem es su uso innovador de los tokens y metáforas. En vez de limitarse a comandos y funciones mecánicas, el lenguaje permite incorporar expresiones poéticas, como “to sl?eep—when—: 'dreams'” o la introducción de términos que parecen versos, transformando la codificación en un proceso más íntimo y narrativo. Esta característica no solo aporta una dimensión estética al desarrollo de software, sino que también humaniza la interacción con la máquina, fomentando una experiencia creativa única. Además, Coem integra el uso de expresiones regulares como un mecanismo para expresar multiplicidad y ambigüedades intencionadas.
Este enfoque permite colocar ideas en tensión o yuxtaposición, enriqueciendo el texto con significados simultáneos. Por ejemplo, identificadores como “se(e|a)” o “mis(t|sed)” no solo establecen variables sino que también juegan con la polisemia y el sonido, evocando imágenes poéticas mientras cumplen funciones computacionales. Otra dimensión fundamental en Coem es la flexibilidad de su sistema de identificadores. A diferencia de la mayoría de los lenguajes de programación convencionales que imponen reglas estrictas para nombrar variables, Coem permite que los identificadores no definidos explícitamente sean interpretados como simples cadenas de texto. Esta característica permite que el desarrollador asuma el control creativo sobre el significado de cada término, estableciendo relaciones personales y poéticas dentro del código.
Así, “let me be alive” o “know—me— † alive” no son solo instrucciones técnicas, sino afirmaciones artísticas cargadas de significado. La personalización y la interacción con el compilador son otro punto fuerte de Coem. Mediante el uso de directivas, los usuarios pueden enseñar al compilador nuevas formas de interpretar el código, habilitando diferentes características o estilos de codificación. Directivas como “#using palimpsest”, “#using daisychain” o “#be gentle” permiten adaptar el comportamiento del entorno para que la experiencia de codificación se convierta en un diálogo vivo y cambiante entre el autor y la máquina. Coem también destaca por su entorno de desarrollo integrado, presentado como un editor de una sola pantalla donde el código es tratado como texto primario y objeto de exhibición.
Este enfoque no solo facilita la escritura fluida y la colaboración entre el programador y el compilador, sino que también invita a considerar el código como una pieza visual y tipográfica merecedora de apreciación estética. A medida que se interpreta, el texto se transforma tipográficamente, haciendo visible la expresión artística inherente al lenguaje. El proyecto ha sido diseñado y desarrollado por Katherine Yang, una creadora interesada en explorar las fronteras entre arte, literatura y tecnología. Coem se presenta como una plataforma abierta y colaborativa, donde tanto programadores como poetas pueden contribuir y expandir sus posibilidades. Su filosofía se basa en derribar las barreras entre disciplinas para ofrecer una experiencia enriquecedora y transformadora.
El impacto de Coem va más allá del mero experimento artístico. Al integrar poesía y programación, promueve una visión más humana y creativa del desarrollo tecnológico. Esto es especialmente significativo en un momento en el que la tecnología permea todos los aspectos de la vida y la innovación requiere cada vez más pensamiento interdisciplinario y sensibilidad cultural. Aprender a manejar Coem desafía a los programadores a pensar en el lenguaje y la expresión más allá de lo utilitario, a experimentar con la ambigüedad y el significado múltiple, y a disfrutar del proceso creativo con una nueva profundidad. En este lenguaje, las variables no solo almacenan datos, sino que cuentan historias; los comandos no solo ejecutan funciones, sino que invocan imágenes y emociones.
Coem invita a reflexionar sobre la naturaleza del código como comunicación, no solo entre humanos y máquinas, sino también como una forma de arte. Al transformar el texto en un objeto visualmente atractivo y semánticamente rico, el lenguaje propone un espacio donde la tecnología y la cultura convergen para generar nuevas posibilidades creativas. En conclusión, Coem representa una propuesta radical y estimulante para quienes buscan humanizar la programación y explorar su potencial artístico. Es un recordatorio de que, en las palabras de W. H.
Auden, aunque “la poesía no hace que nada suceda”, tiene el poder de transformar la manera en que pensamos y creamos. Coem abre un camino para que la poesía y el código dialoguen, expandiendo los límites de ambas disciplinas y ofreciendo una experiencia única para programadores, artistas y soñadores por igual.