Argentina está en la antesala de una transformación energética y tecnológica que podría posicionar al país sudamericano como un referente global en la industria de la inteligencia artificial y la energía nuclear. En un contexto en que la demanda de energía para alimentar centros de datos crece de manera exponencial a nivel mundial, el gobierno argentino, liderado por el presidente Javier Milei, ha presentado un plan ambicioso que busca integrar la innovación nuclear con el desarrollo de infraestructuras digitales de última generación. El proyecto central de esta estrategia es la construcción de un reactor nuclear modular pequeño, conocido como SMR (Small Modular Reactor). A diferencia de los reactores nucleares tradicionales, los SMR son compactos, transportables y están diseñados para ser ensamblados in situ, lo que permite escalabilidad, flexibilidad y menores costos iniciales. Argentina busca ser pionera a nivel mundial en la comercialización de esta tecnología, lo que la colocaría en un lugar privilegiado junto a países como China y Rusia, únicos hasta ahora con reactores modulares operativos.
La inteligencia artificial es responsable de una explosión en la demanda energética debido al uso masivo y continuo de centros de datos que procesan grandes volúmenes de información las 24 horas del día. La sustentabilidad energética se ha convertido en un desafío crucial para estas infraestructuras, ya que deben ser limpias, estables y escalables para responder a las necesidades actuales y futuras. Según Demian Reidel, asesor principal presidencial de Argentina en esta materia, los SMR cumplen precisamente con estas características, posicionando la energía nuclear como la única fuente capaz de satisfacer de forma sostenible el crecimiento energético que requiere el sector tecnológico. Este es un momento en que las grandes compañías tecnológicas, como Amazon, Google y Microsoft, han acordado multimillonarias inversiones para alimentar sus centros de datos en Estados Unidos con energía nuclear, reconociendo su potencial para cumplir con las exigencias de sostenibilidad y capacidad. Argentina aspira a entrar en este elenco ofreciendo sus propios reactores modulares y estableciendo alianzas estratégicas internacionales para atraer inversiones.
El desarrollo de los SMR no solo busca cubrir la demanda local, sino que también se proyecta la exportación de esta tecnología y la venta de participación accionaria a socios globales. El diseño del reactor que llevará adelante Argentina se denomina ACR-300 y fue patentado por INVAP, la empresa estatal argentina especializada en tecnología nuclear y otros sectores. Este modelo contempla inicialmente la construcción de cuatro unidades como parte de una primera fase. Aunque el gobierno nacional no aportará fondos directos, buscará conservar una participación accionaria que le permita mantener el control estratégico. Sin embargo, hasta la fecha la obra no ha comenzado y existen cuestionamientos importantes sobre la factibilidad del plazo anunciado, ya que completar un reactor nuclear modular supone una compleja labor de ingeniería que históricamente demanda más tiempo y recursos.
El escepticismo no se limita a entidades externas. Algunos científicos nucleares argentinos han expresado dudas acerca de la viabilidad del proyecto y sus plazos, recordando que otros emprendimientos similares, como la construcción del reactor CAREM iniciado en 2014, enfrentaron múltiples obstáculos técnicos y financieros. El CAREM, que estuvo en un estado avanzado con un 85% de construcción finalizada, fue paralizado tras una significativa reducción del presupuesto durante el gobierno de Milei, acompañado de despidos masivos. Esto tuvo un impacto directo sobre el capital humano calificado del sector nuclear, pues varios ingenieros, técnicos y especialistas dejaron sus puestos debido a la incertidumbre y la falta de incentivos salariales competitivos. No obstante, existen voces que valoran positivamente la iniciativa y sostienen que el uso de componentes fácilmente accesibles y estándares redunda en costos moderados y tiempos de implementación viables.
Para figuras como Alfredo Caro, profesor en George Washington University y exdirector del Centro Atómico Bariloche, el diseño ACR-300 representa una propuesta interesante para un país con experiencia en tecnología nuclear, posicionando a Argentina como una potencia emergente en este sector. La hoja de ruta del gobierno contempla tres fases. La primera está dedicada a la puesta en marcha del reactor SMR. La segunda apunta a potenciar la minería y exportación de uranio, elemental para alimentar las centrales nucleares, lo que implicaría también un impulso estratégico a los recursos naturales de la región patagónica. Finalmente, la tercera fase, probablemente la más ambiciosa, plantea la creación de una “Ciudad Nuclear” en Patagonia, un enclave especializado donde funcionarán los centros de datos impulsados exclusivamente con energía limpia, moderna y confiable obtenida a partir de los reactores modulares.
Este “hub” tecnológico aspira a atraer a gigantes tecnológicos que busquen infraestructura de vanguardia, estable y sustentable para alojar sus operaciones de inteligencia artificial. Reidel informó que hay negociaciones avanzadas con varias de estas corporaciones, aunque sin revelar nombres ni detalles específicos. Entre las grandes compañías latinoamericanas la expectativa es alta, considerando que ya existen entre 29 y 35 centros de datos en el país, cifra que ha ido creciendo en los últimos años por la dinámica del mercado. Sin embargo, la resistencia local y los obstáculos regulatorios son un desafío persistente. Los reactores SMR son considerados todavía experimentales y enfrentan la lentitud de las autorizaciones por parte de los organismos competentes.
A esto se suma un contexto energético donde aún predomina el uso de combustibles fósiles, responsables de un 84% del consumo total en Argentina, con una participación mínima — apenas 2% — atribuida a la energía nuclear. Cambiar este paradigma requerirá no solo voluntad política y recursos, sino un fuerte compromiso con el desarrollo sostenible y la formación profesional en el sector nuclear. El factor laboral también es trascendental. Las protestas de los trabajadores y el abandono de personal técnico capacitado ponen en evidencia la necesidad de mejorar las condiciones laborales para sostener estos proyectos en el largo plazo. Según testimonios de empleados en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), los salarios bajos y la incertidumbre han mermado la fuerza laboral, el activo más valioso para la implementación de infraestructuras complejas como los SMR.
En cuanto a la relación con las grandes empresas globales, hasta ahora el interés manifiesto en Argentina se ha visto limitado a conversaciones preliminares. Recientemente, figuras como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Sam Altman fueron contactados en el marco de la gira internacional de Milei por Silicon Valley. Sin embargo, ninguna empresa tecnológica de renombre ha anunciado inversiones concretas en reactores nucleares dentro del país. Algunas compañías han señalado que sus proyectos en energía nuclear están por ahora confinados a Estados Unidos. A pesar de estos desafíos, Argentina continúa impulsando la modernización de su sector nuclear y tecnológico con la convicción de que estos desarrollos pueden posicionar al país como un referente regional y mundial.
El nombramiento de Demian Reidel como máximo responsable de Nucleoeléctrica Argentina y presidente del Consejo Nuclear argentino refleja esta apuesta institucional. Reidel ha declarado que todos los factores están alineados para llevar adelante este ambicioso plan, que no solo representa una innovación tecnológica sino también una potencial transformación económica y social. La combinación de recursos nacionales, potencial energético, tecnologías emergentes y el interés creciente en soluciones limpias y escalables para la industria de inteligencia artificial muestran un camino prometedor, aunque plagado de retos. La posibilidad de que Argentina se convierta en la primera nación en contar con reactores nucleares modulares comerciales propios podría marcar un hito histórico para la industria energética y digital del continente. En suma, Argentina está explorando un futuro que fusiona energía sostenible y tecnologías digitales de vanguardia, buscando convertirse en un polo de innovación para la inteligencia artificial respaldada por energía nuclear.
El éxito de esta iniciativa dependerá de múltiples factores, desde la ingeniería y la inversión hasta la gestión política y social, pero abre una ventana única para el desarrollo tecnológico en la región latinoamericana, atrayendo la atención del mundo en un momento en que la energía y la inteligencia artificial definirán el progreso global.