En una entrevista reciente en CNBC, Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de la Trump Organization y reconocido empresario, lanzó una advertencia contundente a las instituciones financieras tradicionales: los bancos deben adoptar las criptomonedas, o se enfrentarán a su extinción en un plazo no mayor a diez años. Su mensaje refleja una creciente preocupación sobre la capacidad de los bancos convencionales para adaptarse a la rápida evolución que está experimentando el ecosistema financiero global gracias a la tecnología blockchain y las finanzas descentralizadas. Eric Trump destacó que el actual sistema financiero es lento y costoso, una crítica recurrente que muchos expertos y usuarios han señalado ante las limitaciones de las transferencias internacionales y la burocracia bancaria. Según él, el sistema favorece desproporcionadamente a los ultra ricos, dejando fuera a muchos individuos y pequeñas empresas que no pueden acceder a servicios financieros ágiles o accesibles. Esta situación fue la que, comentó Trump, lo llevó personalmente a adentrarse en el mundo de las criptomonedas, donde encontró soluciones más eficientes, transparentes y económicas.
Una de las críticas más fuertes de Trump fue hacia SWIFT, la red global que facilita las transferencias bancarias internacionales. Describió esta infraestructura como un “desastre absoluto” debido a la lentitud y los costos elevados que implica para los usuarios. En comparación, señaló que la tecnología blockchain permite realizar transacciones instantáneas, sin intermediarios costosos y con una mayor transparencia, factores que representan una amenaza directa para el papel actual de SWIFT y otras herramientas financieras tradicionales. La revolución que promete la adopción de las criptomonedas no solo se basa en la rapidez sino también en la eficiencia para trasladar dinero a nivel global. Las aplicaciones de finanzas descentralizadas (DeFi) y las carteras electrónicas permiten enviar fondos de manera directa entre usuarios en cuestión de segundos, eliminando gran parte de las barreras impuestas por el sistema bancario tradicional.
Para Trump, esta capacidad disruptiva obliga a los bancos a actuar rápidamente para no quedarse atrás en una industria que avanza a pasos acelerados. A pesar de este panorama, la adopción masiva de criptomonedas por parte de bancos todavía enfrenta resistencia. Muchas instituciones, especialmente en Europa, han expresado escepticismo y preocupación, citando riesgos regulatorios, volatilidad de los activos digitales y temor a perder el control sobre sus operaciones. Por ejemplo, el Banco de Italia ha criticado el crecimiento de las stablecoins y las inversiones en Bitcoin señalando desafíos asociados con la estabilidad financiera y la regulación prudencial. Sin embargo, hay señales claras de un cambio de tendencia.
La agenda de varios gobiernos, incluyendo a Estados Unidos, tiende a ser más amigable con el ecosistema cripto, impulsando regulaciones que busquen equilibrar la innovación con la seguridad. En paralelo, ejecutivos de diversas entidades financieras ya apuestan a una integración prudente y progresiva de las criptomonedas y la tecnología blockchain en sus modelos operativos, conscientes de que la transformación es inevitable. Eric Trump también ha sido una figura destacada en la promoción pública del proyecto USD1, una stablecoin lanzada en marzo de 2025 y respaldada por la familia Trump. Esta criptomoneda está diseñada para mantener un valor estable vinculado al dólar estadounidense, respaldándose en activos como bonos del Tesoro y depósitos en dólares. El proyecto funciona sobre la cadena BNB Chain, vinculada a Binance, uno de los exchanges de criptomonedas más importantes a nivel mundial.
La relación entre la familia Trump y Binance ha generado controversia en el sector, especialmente tras reportes periodísticos que especularon sobre acuerdos comerciales y participación en negocios vinculados a la aprobación regulatoria del exchange en Estados Unidos. Tanto la familia Trump como el CEO de Binance han negado estas acusaciones. No obstante, estas conexiones evidencian el interés creciente de figuras políticas y empresariales en el desarrollo y expansión del ecosistema cripto. La visión de Eric Trump sobre el futuro de los bancos es clara: la integración de criptomonedas y blockchain no es una opción, sino una necesidad para sobrevivir y competir. La adecuación del sistema financiero a las nuevas tecnologías ofrece ventajas que van mucho más allá de la simple rapidez en las transacciones; implica una democratización del acceso al sistema, mayores niveles de seguridad, transparencia y resiliencia frente a crisis económicas.
Además, la prever un futuro en que Bitcoin alcance valores superiores a los 1 millón de dólares por unidad, como lo hizo Trump en predicciones anteriores, refleja el potencial crecimiento y consolidación de las criptomonedas como activos y medios de intercambio clave a nivel global. Esta tendencia impactará inevitablemente en la forma en que las instituciones financieras tradicionales plantean su estrategia y modelo de negocio. El cambio hacia una economía donde el dinero digital y las transacciones en blockchain sean la norma implica que los bancos deberán transformarse, no solo adoptando tecnologías, sino también ajustando sus estructuras regulatorias, fiscales y operativas. Las entidades que logren incorporar estas innovaciones podrán ofrecer mejores servicios, reducir costes y acceder a nuevos mercados, mientras que aquellas que permanezcan estáticas podrían enfrentar una disminución significativa de su relevancia y eventual desaparición. En definitiva, la conclusión de Eric Trump enfatiza la urgencia para el sector bancario global.
La revolución financiera impulsada por las criptomonedas y la tecnología blockchain está en marcha y es imparable. Con las ventajas evidentes en eficiencia, costos y accesibilidad, los usuarios están migrando hacia soluciones más modernas y flexibles, y las instituciones que no se adapten corren el riesgo de quedar obsoletas. El llamado es claro para bancos, reguladores y actores del mercado: es necesario abrazar el cambio tecnológico, fomentar la innovación dentro de marcos responsables y educar a los usuarios para construir un sistema financiero más inclusivo, dinámico y resistente de cara a la próxima década.