En la era de la transformación digital, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una simple tendencia para convertirse en un elemento esencial que redefine industrias enteras. En menos de un año, logramos construir un negocio de consultoría en IA con ingresos de siete cifras, un logro que nos enseñó valiosas lecciones sobre cómo convertir el entusiasmo por la tecnología en resultados tangibles y sostenibles para las empresas. Nuestra experiencia no solo se basa en teoría, sino principalmente en la práctica, al enfrentarnos a desafíos reales y ayudar a las organizaciones a incorporar la IA de manera efectiva en sus operaciones diarias. Al comenzar, no teníamos la intención de dedicarnos a la consultoría. Nuestra misión inicial fue crear productos de IA que resolvieran problemas propios.
Desarrollamos herramientas como Cora para reinventar el correo electrónico, Spiral para transformar contenido de largo formato en piezas cortas y Sparkle para organizar archivos digitales desordenados. Esta fase de experimentación nos sirvió como un laboratorio de descubrimiento donde, además de crear soluciones, documentamos constantemente nuestros aciertos y errores, manteniéndonos a la vanguardia en un espacio que evoluciona rápidamente. Fue precisamente esta transparencia y enfoque práctico lo que generó la primera ola de solicitudes externas. Las empresas comenzaron a contactarnos no solo para recibir herramientas, sino para que las acompañáramos en la adopción real de la IA. Muchas tenían comités o equipos dedicados a la IA pero carecían de avances concretos.
El exceso de ofertas en el mercado y la parálisis por análisis eran evidentes; las compañías tanteaban cientos de herramientas sin lograr integración real. Lo que necesitaban era un socio que facilitara el movimiento hacia adelante, evitando meses de reuniones sin resultados. Uno de los puntos de partida fue una colaboración con una firma de capital privado con la que teníamos confianza establecida. Esto nos permitió aprender en un entorno abierto y ajustar nuestro enfoque. También trabajamos con una firma legal de mil empleados que necesitaba resolver un cuello de botella en la revisión documental.
Esta experiencia expuso un desafío común en la consultoría de IA: la variedad y complejidad de los proyectos requieren enfoques claros y especializados. Lo que hicimos fue acelerar la adopción para equipos diversos en sectores como finanzas, medios y tecnología. Ofrecimos soluciones personalizadas, diseñamos flujos de trabajo y capacitamos a los colaboradores para que usaran IA efectivamente, pasando de la teoría a la práctica diaria. En menos de un año, el negocio creció hasta generar siete cifras en ingresos, evidenciando que existe un modelo efectivo para la integración de IA en organizaciones reales con limitaciones de tiempo, recursos y cultura. Uno de los aprendizajes más valiosos fue la importancia de ser practicantes antes que simples consultores de gestión.
El construir soluciones primero, resolver problemas propios y luego compartir públicamente los hallazgos genera confianza y da una ventaja estratégica. En lugar de vender ideas, mostramos lo que realmente funciona. Ese compromiso con la experimentación continua nos permitió entender no solo cómo funcionan las herramientas, sino las sutilezas de su adopción y los obstáculos culturales que no aparecen en ninguna especificación técnica. Otro descubrimiento fundamental fue reconocer que la adopción de inteligencia artificial es principalmente un cambio cultural más que un reto técnico. A diferencia del software tradicional, la IA no es determinista; requiere que los usuarios aprendan a manejar la incertidumbre y adopten el proceso de experimentación.
Por ejemplo, un profesional que debe producir resultados inmediatos es reacio a invertir tiempo probando nuevas herramientas que pueden fallar. Por ello, es crucial que el liderazgo modele una actitud de curiosidad, ofreciendo espacio y permiso para probar y compartir, reduciendo así el riesgo percibido. Capacitaciones enfocadas en actividades prácticas y cotidianas resultaron ser una estrategia altamente efectiva. Cuando los empleados ven cómo la IA puede acelerar o automatizar tareas específicas como análisis financieros, revisión documental o redacción de correos, la adopción se vuelve menos abstracta y más tangible. Esto se complementa con la provisión de plantillas y prompts preconstruidos que generan un punto de partida sólido, permitiendo que los usuarios pasen del simple consumo al desarrollo propio de soluciones.
La especialización fue otro pilar que nos permitió crecer rápidamente. Aunque la tentación de aceptar cualquier proyecto puede ser grande, aprendimos a declinar oportunidades que no encajaban con nuestra visión o que resultaban demasiado dispersas. Definir con claridad los casos de uso y el marco de trabajo nos ayudó a enfocar recursos, profundizar expertise y acelerar resultados replicables. Esta disciplina también protege la credibilidad, evitando la saturación de tareas aisladas que no aportan un aprendizaje significativo para futuros proyectos. Nos centramos entonces en dos servicios principales: la adopción de IA y la innovación mediante IA.
El primer servicio busca que el grueso de la organización incorpore la IA en sus procesos diarios, pasando de usuarios curiosos a usuarios avanzados. El segundo consiste en imaginar y prototipar negocios y productos competitivos de nueva generación, asegurando que la innovación se pueda escalar y se base en datos y aprendizajes reales obtenidos durante la etapa de adopción. Finalmente, y quizá la lección más importante de todas, es crear capacidad en los clientes para que no dependan eternamente de la consultoría. Cuando una compañía nos pidió que entregáramos simplemente un conjunto de prompts para automatizar su marketing, decidimos cambiar el enfoque y convertimos el proyecto en una serie de sesiones prácticas donde explicábamos no solo los prompts, sino los principios detrás de su diseño y adaptación. Así, el equipo ganó autonomía para construir y evolucionar sus soluciones sin tener que esperar a una intervención externa cada vez que surge un nuevo reto.
Este modelo de capacitación y empoderamiento genera un retorno compounding, pues al mejorar su comprensión, los equipos pueden experimentar, innovar y resolver desafíos futuros más rápidamente. Aunque la implementación directa sigue siendo necesaria en ciertos casos, el valor diferencial está en formar campeones internos que puedan liderar la agenda de la IA dentro de la organización. En conclusión, la construcción de un negocio de consultoría en IA exitoso y sostenible no es solo cuestión de tecnología. Se trata de entender profundamente los procesos humanos, aceptar la incertidumbre del cambio, especializarse en lo que realmente aporta valor y siempre buscar empoderar a los clientes. El futuro pertenece a quienes construyan, compartan y acompañen a otros en el camino de la transformación.
Este enfoque nos permitió pasar de un pequeño equipo con proyectos propios a una consultora de siete cifras en menos de un año, y estamos convencidos de que estas estrategias serán claves para cualquiera que quiera liderar en este campo.