En los últimos años, la amenaza del tráfico de opioides sintéticos, especialmente aquellos relacionados con el fentanilo y sus análogos, ha tomado un papel central en la crisis de salud pública que azota a Estados Unidos. Sin embargo, la dimensión internacional de este problema a menudo pasa desapercibida. Un caso significativo que ha capturado la atención de autoridades y expertos en seguridad es el de una empresa pakistaní vinculada no solo al envío de sustancias altamente peligrosas, sino también a paralelas actividades fraudulentas dirigidas a consumidores occidentales que buscan servicios en línea. Este fenómeno pone en evidencia cómo redes criminales transnacionales pueden combinar actividades ilícitas en diferentes frentes para maximizar sus beneficios, complicando así la respuesta a nivel internacional. La empresa en cuestión, eWorldTrade, con sede en Dallas, Texas, fue recientemente señalada en una acusación formal del Departamento de Justicia de Estados Unidos por su papel en la distribución de opioides sintéticos como el isotonitazene y carfentanilo, ambos más potentes que el propio fentanilo.
Estas sustancias representan una amenaza letal debido a su alta toxicidad, que puede causar sobredosis fatales en pequeñas cantidades. La plataforma eWorldTrade operaba bajo la apariencia de un mercado electrónico legítimo de bienes al por mayor, ofreciendo desde ropa y maquinaria hasta productos químicos. Sin embargo, bajo esta fachada operaba una red para el tráfico de drogas sintéticas destinadas al mercado estadounidense. Más allá de la narcotráfica, una investigación profunda revela que los fundadores de eWorldTrade están asociados con una intrincada red de sitios web usados para perpetrar estafas de extorsión dirigidas a personas que buscan servicios relacionados con el registro de marcas, publicación de libros, desarrollo de aplicaciones móviles y diseño gráfico. Esta modalidad de fraude se basa en ofrecer servicios a bajo costo, creando expectativas en los clientes para luego ignorarlos tras recibir el dinero inicial y posteriormente demandar pagos adicionales bajo amenazas o pretextos falsos, un método conocido en el entorno delictivo como “upselling” o venta agresiva.
El epicentro de estas operaciones es la ciudad de Karachi, Pakistán, donde se encuentra el domicilio oficial de varias empresas involucradas. Azneem Bilwani, figura central en esta red, registra la marca eWorldTrade y dirige la firma Abtach Ltd., que según reportes oficiales del gobierno de Estados Unidos y plataformas como Google, ha sido implicada en estafas masivas relacionadas con el proceso de registro de marcas. Abtach, que tras una prohibición de la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO) cambió su nombre a Intersys Limited, fue acusada de manipular correspondencias oficiales, cobrar tarifas indebidas y usar marcas registradas indebidamente para engañar a los solicitantes. Este patrón de conducta fraudulenta tiene antecedentes en otra empresa pakistaní llamada Axact, que anteriormente fue objeto de investigaciones por parte de las autoridades pakistaníes debido a la venta masiva de títulos universitarios falsos y diplomas educativos fraudulentos.
Axact se valió de tácticas coercitivas para extorsionar a sus clientes contra la amenaza de denunciarlos, creando así un ciclo de fraude y chantaje que llegó a afectar a cientos de miles de personas en casi 200 países, incluyendo un número considerable en Estados Unidos. La conexión entre estas diversas entidades empresariales revela una cadena de operaciones con altos niveles de corrupción, que incluyen sobornos a funcionarios judiciales locales para facilitar la impunidad. El caso se ha enquistado en la Fiscalía de Investigación Federal pakistaní (FIA), que ha calificado este escándalo como uno de los mayores casos de lavado de dinero en la historia del país. La acusación abarca desde la operación de sitios fraudulentos hasta la cooptación de ciudadanos internacionales y la creación de estructuras para el lavado y transferencia de fondos ilícitos a través de diversas empresas en Estados Unidos y Europa. A nivel internacional, el batallón de compañías vinculadas a estas redes se extiende por Texas, especialmente en Dallas, donde múltiples empresas comparten la misma dirección física y donde también operan bajo la sombra de estas actividades fraudulentas que incluyen la publicidad engañosa para la oferta de servicios de ghostwriting o escritura fantasma, diseño web, y otros servicios digitales que terminan por estafar a sus clientes.
Muchas víctimas han levantado su voz en contra de estas compañías. Casos reportados incluyen demandas por cantidades millonarias perdidas alrededor del mundo, con testimonios donde clientes mencionan incumplimiento en la entrega de servicios, calidad deficiente, cambios constantes de empleados responsables y prácticas de extorsión para aumentar los precios bajo falsas premisas. Este modus operandi parece haberse adaptado y replicado en múltiples frentes, creando un entramado difícil de desmantelar. Google ha tomado medidas para controlar el uso de su plataforma publicitaria, donde estas empresas han invertido millones para promover sus servicios fraudulentos. Si bien aún hay residuales activos, recientes acciones han reducido drásticamente la cantidad de anuncios vinculados a estas operaciones, evidenciando un esfuerzo por minimizar la penetración y el alcance de estas estafas en su red.
La complejidad del caso radica también en las dificultades legales y diplomáticas para abordar la situación simultáneamente en Pakistán y Estados Unidos. México y otros países de tránsito y consumo también forman parte del ecosistema donde estas drogas sintéticas encuentran un mercado, generando un impacto devastador en la salud pública y seguridad ciudadana, debido a la potencia y letalidad de estos compuestos químicos que han incrementado las tasas de mortalidad por sobredosis. La presencia de redes de estafa financiera y ciberfraude paralelos sembrados en la misma estructura empresarial denota un modelo criminal multifacético que utiliza tanto el crimen organizado relacionado con las drogas como el fraude digital sofisticado para maximizar ganancias mediante distintas actividades ilícitas. Estos hechos ponen de manifiesto la necesidad de una cooperación internacional más eficaz y coordinada para combatir tanto el tráfico de fentanilo como a las redes de estafas digitales vinculadas. Las autoridades deben fortalecer los mecanismos de control y sanción, mientras que la información al público sobre los riesgos asociados a estas redes es vital para prevenir futuras víctimas.
El caso de eWorldTrade y sus empresas hermanas también subraya la importancia de verificar rigurosamente la legitimidad de servicios en línea, así como la responsabilidad de gigantes tecnológicos y plataformas publicitarias para impedir que estas redes extendidas puedan operar con relativa facilidad bajo la apariencia de negocios legítimos. La investigación continúa en curso, pero ya es claro que estas operaciones han detenido su crecimiento gracias a la acción conjunta de organismos regulatorios y la denuncia pública. Sin embargo, el desafío permanece grande mientras persista la demanda por opioides sintéticos y la vulnerabilidad digital de personas que buscan servicios profesionales de buena fe. Al reflexionar sobre este caso, surge un llamado a la información, precaución y conciencia global, donde cada actor desde usuarios, empresas, gobiernos y plataformas en línea debe tomar su rol para evitar que estas redes criminales sigan creciendo en la sombra, amenazando tanto la salud pública como la integridad financiera de usuarios alrededor del mundo.