En un contexto global donde la inversión en investigación y desarrollo (I+D) en biotecnología enfrenta múltiples desafíos, Suiza brilla como un caso destacado de crecimiento y resiliencia. Durante el año 2024, el sector biotecnológico suizo no solo mantuvo su actividad, sino que incrementó considerablemente sus inversiones en I+D, alcanzando cifras que destacan dentro del panorama internacional. Mientras muchas economías enfrentan restricciones presupuestarias y una disminución en el apetito inversor para la biotecnología, Suiza logró atraer y mantener un nivel robusto de financiamiento privado y público, consolidando su posición como uno de los polos globales en innovación biotecnológica. De acuerdo con el Swiss Biotech Report 2025, el valor total invertido en I+D en Suiza ascendió a aproximadamente 2.6 mil millones de francos suizos, equivalentes a alrededor de 3.
16 mil millones de dólares. Esta cifra representa un compromiso firme por parte del sector privado, que aportó más de la mitad de esta inversión, con 1.4 mil millones de francos suizos. La dinámica del mercado suizo demuestra una fuerte apuesta por el desarrollo de nuevas terapias, fármacos y tecnologías asociadas, incluso en un entorno global donde las inversiones se han vuelto más conservadoras. Más allá de la mera cifra de inversión en I+D, las empresas biotecnológicas en Suiza lograron captar un total de 2.
5 mil millones de francos suizos en fondos durante 2024, lo que indica un aumento del 22% respecto al año anterior. Este incremento en la financiación privada refleja la confianza sostenida en un ecosistema que combina talento científico, infraestructura avanzada y regulaciones favorables. Sin embargo, el sector público enfrentó mayores dificultades, evidenciado por la ausencia de salidas a bolsa (IPOs) durante el año pasado, un fenómeno que refleja cierto nerviosismo o prudencia de los inversores en los mercados bursátiles. En cuanto a los ingresos, el sector mostró una ligera disminución en 2024, generando 7.2 mil millones de francos suizos frente a los 7.
3 mil millones del año anterior. Este dato, aunque marginalmente inferior, no resta valor a la fortaleza del sector, dado que muchas compañías están en etapas tempranas de desarrollo y aún no alcanzan su fase comercial completa. La estructura del sector biotecnológico suizo está dominada por empresas privadas, que constituyen el 95% del total y están normalmente enfocadas en las fases iniciales del desarrollo de productos y tecnologías. Las grandes farmacéuticas suizas, como Roche y Novartis, representan el restante 5% y tienen un papel más orientado a la producción y comercialización a gran escala. Esta predominancia del sector privado joven requiere un ecosistema robusto de apoyo que incluya financiamiento, infraestructura de I+D, así como alianzas estratégicas que permitan acelerar la innovación y la llegada al mercado.
Un factor crucial para el éxito suizo ha sido la habilidad de sus biotecnológicas para formar alianzas internacionales, desafiando el auge global del proteccionismo y las políticas nacionalistas que priorizan operaciones domésticas. El reporte de 2025 destaca numerosos acuerdos estratégicos entre empresas suizas y grandes farmacéuticas internacionales, especialmente en áreas de alta complejidad terapéutica como la inmunoterapia para el Alzheimer y terapias basadas en ARN. Ejemplos destacados incluyen la colaboración de AC Immune con Takeda para avanzar en tratamientos de Alzheimer, el acuerdo de Haya para desarrollar terapias de ARN no codificante con Eli Lilly, y la alianza entre Basilea e Innoviva para comercializar un antibiótico innovador. Estas colaboraciones demuestran la capacidad del sector suizo para integrarse eficazmente en cadenas globales de valor e innovación, aprovechando metáforas de cooperación que van más allá de las fronteras nacionales. No obstante, el camino no ha estado exento de desafíos.
Un caso ilustrativo es el de Idorsia, empresa con sede en Basel-Landschaft, que firmó un acuerdo en etapas tempranas con Viatris sobre dos activos en fase III. Debido a limitaciones financieras, Idorsia no pudo cumplir con los costes de desarrollo inicialmente pactados y tuvo que aceptar una reducción en los pagos futuros por hitos alcanzados. Este escenario pone de manifiesto las dificultades inherentes a la financiación y desarrollo de proyectos en fases avanzadas, incluso para compañías consolidadas. El modelo suizo, según el CEO de la Swiss Biotech Association, Michael Altorfer, es una propuesta atractiva en tiempos donde predominan políticas de aislamiento y enfoques 'primero lo mío'. Las empresas biotecnológicas helvéticas no desarrollan productos exclusivamente para el mercado nacional, sino que apuntan a desafíos globales, impulsadas por el convencimiento de que la innovación y la salud pública trascienden fronteras.
Este espíritu colaborativo se ve reforzado a nivel institucional. La agencia suiza de innovación Innosuisse ha asumido la presidencia de la iniciativa Eureka, una red de 47 países junto con la Comisión Europea que impulsa subvenciones globales de investigación no dilutivas. Por otro lado, Swissmedic, la agencia regulatoria suiza, ha participado en el Access Consortium que facilita aprobaciones conjuntas en países como Australia, Canadá, Singapur, Reino Unido y, por supuesto, Suiza. Estas iniciativas contribuyen a acelerar la llegada al mercado de nuevos productos, reducir duplicidades regulatorias y generar mayor seguridad para inversionistas y pacientes. El entorno suizo de biotecnología se beneficia también de una combinación única de infraestructura científica avanzada, un sistema educativo de excelencia y un marco normativo claro y favorable.
La inversión continua en laboratorios, centros de investigación y la atracción de capital humano altamente cualificado son solo algunas de las claves que permiten a Suiza mantener y ampliar su capacidad innovadora a nivel mundial. En conclusión, la resistencia y crecimiento del sector biotecnológico suizo en 2024 reflejan un ecosistema robusto y dinámico que ha sabido adaptarse y prosperar en medio de desafios globales. Las fuertes inversiones en I+D, el aumento en la financiación privada, las alianzas estratégicas internacionales y una infraestructura institucional sólida se combinan para colocar a Suiza en una posición privilegiada. Este modelo puede servir de inspiración para otros países y regiones que buscan potenciar su industria biotecnológica en un mundo cada vez más complejo y exigente. El futuro del sector dependerá en gran medida de la capacidad para mantener esta tendencia de inversión y colaboración internacional, identificar nuevas áreas terapéuticas con potencial impacto global y gestionar de manera eficaz los retos financieros asociados con el desarrollo de productos innovadores.
Suiza parece contar con los elementos necesarios para continuar siendo un actor relevante y competitivo en el campo de la biotecnología, contribuyendo no solo al progreso científico, sino también a la mejora de la salud y bienestar a nivel mundial.