En 2018, la Fórmula 1 anunció una expansión ambiciosa hacia nuevos territorios, incluyendo el debut del Gran Premio de Vietnam, programado para celebrarse en 2020 en las calles de Hanoi. La noticia causó gran expectación entre aficionados y expertos del automovilismo, ya que Vietnam representaba una oportunidad única para la serie de llegar a un mercado emergente en Asia. Se diseñó un circuito urbano de 3,5 millas bajo la supervisión del reconocido diseñador Hermann Tilke, combinando tramos citadinos con secciones específicamente construidas para la competición, que, una vez finalizada la temporada, podrían convertirse en espacio público para los habitantes de la ciudad. La inversión alcanzó los impresionantes 600 millones de dólares, un reflejo del compromiso con la creación de una infraestructura de primer nivel acorde a los estándares de la Fórmula 1 contemporánea. Sin embargo, los planes fueron truncados abruptamente antes incluso de que el primer monoplaza rodara sobre el asfalto vietnamita.
La llegada de la pandemia mundial de COVID-19 en 2020 resultó en la cancelación masiva de eventos deportivos a nivel global, y la Fórmula 1 ajustó su calendario dejando fuera la inaugural carrera de Hanoi para salvaguardar la salud de los competidores, asistentes y comunidades locales. Aunque la clausura momentánea podría haberse considerado temporal, otros factores añadieron complejidad a la situación. La detención de Nguyễn Đức Chung, presidente del Comité Popular de Hanoi y una pieza clave en la organización del Gran Premio, acusado de actos de corrupción, generó un clima de incertidumbre sobre la viabilidad del evento a largo plazo. Si bien las acusaciones no estaban relacionadas directamente con la carrera, sí afectaron la percepción pública y la voluntad política para seguir adelante con el proyecto. Como resultado, el circuito de Hanoi nunca ha albergado una competición oficial de Fórmula 1, y cinco años después, la infraestructura permanece en un estado de abandono que contrasta con la espléndida expectativa que originalmente generó.
Las imágenes aéreas y los videos enviados desde el lugar evidencian el proceso gradual de recuperación natural del espacio, un fenómeno común en construcciones que quedan sin mantenimiento ni actividad. La vegetación comienza a cubrir las zonas de césped y jardines diseñados meticulosamente antes de la inauguración prevista. Las plantas crecen a través de las grietas del asfalto, mientras la pintura blanca y amarilla que delimitaba las cajas de salida en la parrilla conserva su brillo casi intacto, un testigo permanente de lo que pudo ser. El desgaste se hace más patente en los elementos tecnológicos y estructurales. Las luces que deberían iluminar el circuito durante las carreras nocturnas están oxidadas y en desuso.
Los edificios utilizados para los pit stops y Paddock muestran señales visibles de deterioro, con marcas grises y suciedad que se acumulan en las barandas y entradas, separando un pasado prometedor de un presente melancólico. Curiosamente, las calles que forman parte del recorrido urbano permanecen activas, sirviendo como vías regulares para el tránsito de motocicletas y automóviles de Hanoi, mezclando la rutina diaria con la sombra de un circuito que nunca llegó a la fama deportiva. La historia del circuito vietnamita representa un caso singular dentro del mundo de la Fórmula 1. Raras veces un proyecto diseñado para ser una joya del calendario termina sin haber consumado una sola vuelta oficial en competición. A pesar del abandono, el circuito se mantiene en la memoria colectiva, afianzado también gracias a su inclusión virtual en videojuegos de simulación y en competencias de esports durante 2020, proporcionando a los fanáticos la oportunidad de interactuar con el trazado en un entorno digital mientras el mundo real se paralizaba.
Más allá de la nostalgia y la curiosidad, la situación del circuito de Hanoi invita a reflexionar sobre los riesgos y desafíos de llevar a cabo proyectos deportivos de alto impacto en ciudades en desarrollo. La pandemia demostró que incluso las planificaciones mejor estructuradas están sujetas a factores externos imprevistos. Además, la vinculación política y administrativa de eventos internacionales puede ser un arma de doble filo cuando circunstancias legales afectan a sus líderes. Por otro lado, la regeneración espontánea de la naturaleza en el circuito abandonado destaca la resiliencia ecológica ante el abandono humano. Los parches de vegetación emergentes demuestran cómo, en espacios creados para la actividad humana intensa, la naturaleza puede recuperar terreno y adaptarse a nuevos escenarios, aportando un componente ambiental inesperado a la historia del lugar.
Actualmente, el futuro del circuito de Hanoi es incierto. No existen planes oficiales para revivir la carrera o para darle un uso alternativo que capitalice la inversión inicial. El vínculo de Vietnam con la Fórmula 1 permanece suspendido, mientras la ciudad, con su vibrante cultura y crecimiento constante, avanza por otros caminos. Esta situación contrasta con otros proyectos deportivos globales que, aun enfrentando dificultades, logran reinventarse o integrarse en la vida urbana. Sin embargo, la huella del circuito vietnamita, aunque efímera, forma parte de las anécdotas más llamativas del automovilismo moderno, recordándonos que no todos los proyectos ambiciosos llegan a estrella y que, a veces, la naturaleza se lleva la última palabra.
En conclusión, el circuito de Fórmula 1 en Hanoi simboliza una historia de gran expectativa y abrupto fracaso. Los motivos que llevaron a su abandono, desde la pandemia hasta cuestiones políticas, ponen en perspectiva el delicado equilibrio necesario para la ejecución de eventos internacionales de alto nivel. Mientras tanto, la naturaleza sigue reclamando el lugar, transformando poco a poco un espacio diseñado para la velocidad en un hábitat verde y silencioso. Para aficionados y especialistas, el circuito de Vietnam sigue siendo un tema de interés por su singularidad y las lecciones que ofrece sobre planificación deportiva, política y ambiental en el siglo XXI.