En el entorno financiero actual, los bonos han mostrado una ventaja notable en términos de rendimiento comparado con las acciones, especialmente en un contexto de desaceleración económica. Esta tendencia, que ha venido configurándose durante los primeros meses de 2025, plantea un escenario donde muchos inversionistas y gestores de portafolios están reconsiderando la adecuada asignación de activos para optimizar sus resultados y minimizar riesgos. Para aquellos interesados en la construcción y manejo eficiente de portafolios, es fundamental comprender cómo y por qué los bonos están ganando terreno frente a las acciones. Tradicionalmente, los bonos son vistos como activos más seguros y estables, con menor volatilidad que las acciones, lo cual es particularmente atractivo en momentos de incertidumbre económica o de cambios importantes en las políticas monetarias y fiscales. En la actualidad, los modelos estratégicos de asignación de activos se basan en diferentes niveles de tolerancia al riesgo: conservador, crecimiento y agresivo.
Estos modelos permiten adaptar la combinación de activos al perfil específico del inversionista, buscando balancear rentabilidad y seguridad según su disposición a asumir fluctuaciones en el mercado. El desempeño destacado de los bonos hasta abril de 2025 se explica en gran medida por las expectativas de una economía que se desacelera. Ante esta perspectiva, la demanda por instrumentos de renta fija crece, ya que ofrecen ingresos más previsibles y protección contra la volatilidad de las acciones. En contraste, las acciones, especialmente las de pequeña y mediana capitalización, están mostrando un desempeño más modesto, reflejando la incertidumbre y las preocupaciones sobre el crecimiento económico futuro. Desde una óptica de asignación de activos a largo plazo, el Barómetro de Acciones y Bonos sigue inclinándose ligeramente a favor de los bonos.
Esto sugiere que, aunque las acciones deben mantenerse en la cartera para asegurar un crecimiento sostenible, los bonos deben tener una ligera sobrerrepresentación para potenciar la estabilidad y la protección del capital. Es decir, una estrategia equilibrada, con una preferencia defensiva en el contexto actual. Interesantemente, el segmento de grandes capitalizaciones continúa siendo favorito para exposición a crecimiento y fortaleza financiera. Esto responde a la percepción de que las empresas más grandes y consolidadas tienen mejores herramientas para navegar en entornos volátiles y ofrecen una mayor resiliencia ante shocks económicos o geopolíticos. Mientras tanto, el peso recomendado para acciones de pequeña y mediana capitalización se mantiene alrededor del 10% del portafolio de acciones, por debajo del índice de referencia.
Esta minoración refleja la cautela ante empresas con mayor volatilidad y vulnerabilidad en periodos de incertidumbre. Por otro lado, la renta variable global presenta una dinámica interesante en lo que va de 2025. Los mercados internacionales han tomado una delantera en términos de rendimiento a corto plazo, aunque en periodos más amplios, como uno y cinco años, las acciones estadounidenses han superado a sus pares globales. Este fenómeno indica que, a pesar de las oportunidades al exterior, el mercado estadounidense continuará siendo un jugador clave para inversionistas que buscan crecimiento y estabilidad en el largo plazo. Las condiciones globales siguen marcadas por la volatilidad económica, política, geopolítica y cambiaria, lo que añade complejidad para quienes optan por diversificar fuera de Estados Unidos.
Sin embargo, las acciones internacionales muestran valoraciones más atractivas en el corto plazo, convirtiéndolas en una opción válida para aquellos que buscan diversificación con potencial de retorno favorable. En resumen, la apuesta por los bonos no es una tendencia pasajera ni una señal de pesimismo absoluto, sino una estrategia bien fundamentada en la evaluación de las condiciones económicas actuales. Proporcionan un ancla de estabilidad dentro de carteras diversificadas que buscan balancear rendimiento y riesgo. Su papel crucial se destaca particularmente cuando la economía muestra señales de enfriamiento o cuando la volatilidad en los mercados de acciones aumenta. Para los inversionistas, mantener una asignación cercana a los pesos objetivo con una ligera inclinación hacia los bonos puede ayudar a mitigar riesgos y aprovechar la protección que estos instrumentos ofrecen en escenarios de incertidumbre.