El índice S&P 500, uno de los barómetros más representativos del desempeño del mercado accionario estadounidense, experimentó durante los primeros 100 días del segundo mandato del presidente Donald Trump una montaña rusa de emociones para inversionistas y analistas por igual. Este período se caracterizó por una volatilidad pronunciada que reflejó las preocupaciones y reacciones del mercado ante las decisiones políticas y económicas que impactan directamente al mundo financiero y empresarial. Uno de los hechos más sobresalientes de este primer tramo fue que el S&P 500 registró la peor caída para cualquier administración presidencial desde 1974, con pérdidas aproximadas del 8% hasta mayo de 2025. Este rendimiento negativo contrasta fuertemente con la expectativa inicial generada al inicio del mandato, y resalta la influencia que ciertas políticas del Ejecutivo pueden tener en la percepción de estabilidad económica. Las medidas más controversiales adoptadas durante estos primeros meses fueron las relacionadas con la imposición de aranceles.
Trump decidió aplicar tarifas amplia y agresivamente a productos provenientes de la mayoría de las grandes economías mundiales. La intención explícita detrás de estas acciones fue corregir lo que el presidente describió como un desequilibrio negativo para Estados Unidos derivado de décadas de globalización, donde según él, las reglas comerciales favorecieron injustamente a otros países en detrimento del mercado doméstico. La noticia más fuerte que impactó a los mercados llegó con el anuncio inicial de estos aranceles, efectuado el 2 de abril. La reacción fue inmediata y dolorosa: tanto el S&P 500 como el Nasdaq Composite sufrieron caídas rápidas y profundas, entrando en territorio de mercado bajista, una situación que genera temor y cautela en los inversionistas porque indica una corrección significativa y sostenida en los precios de las acciones. Sin embargo, el gobierno estadounidense rápidamente indicó un cambio en su enfoque al anunciar una pausa de 90 días en la aplicación efectiva de muchas de estas tarifas.
Esta decisión, interpretada como una oportunidad para negociar condiciones comerciales más favorables con los socios internacionales, generó un efecto positivo inmediato en los mercados, que comenzaron a recuperar parte del terreno perdido, incluso logrando una racha ganadora de nueve días consecutivos. No obstante, a pesar de esta recuperación momentánea, las preocupaciones sobre la estabilidad económica y el impacto de estas políticas comerciales siguen siendo una carga pesada para el mercado. De hecho, los principales índices siguen mostrando números negativos en el año, reflejando un escenario incierto que no se ha disipado. Ante este contexto, la atención de inversionistas y analistas se ha enfocado en lo que pueden esperar para los siguientes 100 días en términos de desarrollo económico, acuerdos comerciales y posibles repercusiones internas y globales. Las negociaciones comerciales, especialmente con China, se han convertido en un elemento central para determinar el rumbo del mercado.
Durante los primeros días de la pausa arancelaria, el gobierno estadounidense manifestó su intención de mantener conversaciones con importantes socios comerciales como India y Japón. Sin embargo, la atención mediática y del mercado está casi exclusivamente puesta en las tensiones con China, la segunda economía más grande del mundo y uno de los principales involucrados en el intercambio comercial con Estados Unidos. A pesar del alto nivel de tensiones, existen indicios de avances potenciales. Informes recientes sugieren que funcionarios chinos están considerando iniciar conversaciones formales con Estados Unidos, tras varias solicitudes por parte de representantes estadounidenses. No obstante, China ha puesto como condición sine qua non que Estados Unidos elimine completamente los aranceles impuestos de manera unilateral para restaurar la confianza necesaria para el diálogo.
Este estancamiento y negociación condicionan la volatilidad del mercado, dado que cualquier noticia o rumor puede provocar movimientos bruscos en los precios de las acciones. La incertidumbre respecto a si estas tarifas se mantendrán o serán retiradas, y cómo impactarán en los precios y las cadenas de suministro globales, mantiene a los inversionistas con un alto grado de cautela y volatilidad en sus estrategias. Además de las negociaciones internacionales, el mercado está sensible ante la posibilidad creciente de una recesión o incluso un escenario de estanflación, donde una combinación de bajo crecimiento económico con alta inflación dificulta las políticas económicas tradicionales. Varias advertencias de empresas y analistas sobre mayores costos, reducción en la demanda y posibles despidos, reflejan los riesgos que podrían materializarse si las tensiones comerciales no se resuelven en el corto plazo. En términos prácticos, para los inversionistas, el mejor consejo es mantener un enfoque equilibrado y estar atentos a los próximos movimientos de la administración en relación con las políticas arancelarias y las negociaciones.
Las oportunidades de inversión pueden aparecer en sectores menos afectados por las tensiones comerciales, o en compañías con modelos de negocio diversificados que puedan resistir la volatilidad. Asimismo, el seguimiento de indicadores económicos clave y de noticias sobre avances en las negociaciones será fundamental para anticipar posibles cambios en el mercado. La agilidad para ajustar carteras en función de nuevos datos e información será una cualidad indispensable para quienes buscan proteger su capital y aprovechar las fluctuaciones. En resumen, los primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump en relación con el mercado accionario estuvieron marcados por la incertidumbre, volatilidad y un reajuste en las expectativas debido a medidas económicas radicales y un panorama comercial global complejo. Mirando hacia adelante, los próximos meses serán decisivos para que el mercado encuentre un rumbo más estable, dependiendo en gran medida de la capacidad y voluntad política para resolver conflictos comerciales y plantear una agenda económica que favorezca el crecimiento sostenible.
Si bien el ambiente actual sigue siendo complicado, quienes logren mantenerse informados y adaptar sus estrategias de inversión de forma inteligente estarán mejor posicionados para navegar las aguas turbulentas que seguramente caracterizarán este periodo en la economía estadounidense y global.