Actualización Económica de Medio Oriente y Norte de África - Abril de 2024 La economía de la región de Medio Oriente y Norte de África (MENA) se enfrenta a un panorama de incertidumbre y desafíos multifacéticos que han acentuado la necesidad de un análisis profundo y proactivo. En su última actualización económica de abril de 2024, el Banco Mundial proyecta un crecimiento moderado del 2.2% para la MENA, una cifra que, aunque positiva, revela grandes disparidades entre los diferentes países de la región. La variabilidad en el crecimiento se debe en gran medida a los efectos continuados de conflictos regionales, además de los efectos de la crisis económica global y la volatilidad en los precios del petróleo. En particular, el impacto devastador del conflicto en Gaza ha tenido repercusiones significativas no solo en la economía palestina, que ha sufrido una contracción alarmante del 86% en su PIB real, sino también en las relaciones económicas y comerciales entre los países vecinos.
El informe destaca que, mientras que los países exportadores de petróleo de altos ingresos, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, muestran una capacidad de recuperación más robusta gracias a sus reservas y riqueza, las economías más vulnerables, como las de Sudán o Yemen, enfrentan graves crisis humanitarias y económicas. El contraste es notable: mientras que algunos países logran mantenerse a flote en medio de la tormenta, otros quedan atrapados en un ciclo de pobreza y conflicto. En este contexto, el Banco Mundial ha abogado por una hoja de ruta para mitigar los efectos de la violencia y fomentar un entorno que permita el crecimiento económico sostenible. Un aspecto clave del informe es la identificación de factores que podrían potencialmente estimular el crecimiento en el futuro. El estudio sugiere varias estrategias, que incluyen aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral, reorientar el talento desde el sector público hacia el privado y aprovechar la geografía de la región para potenciar el comercio internacional.
El capítulo que aborda las proyecciones de crecimiento señala que, si bien el aumento en la inversión en infraestructura y la promoción de un entorno más favorable para los negocios son pasos necesarios, la inclusión social y el fortalecimiento del capital humano son igualmente fundamentales. La mejora de la educación y la formación profesional, así como la integración de los jóvenes en el mercado laboral, son vitales para desbloquear el potencial económico de la región. El tema del conflicto y su impacto en la economía es tratado de manera exhaustiva en el informe. La situación en Gaza, donde el bloqueo y los enfrentamientos han hecho que la economía llegue a casi un estado de parálisis, es un ejemplo desgarrador de cómo las tensiones políticas pueden devastar el tejido económico de una nación. En la ribera opuesta, la economía de Cisjordania también ha visto una fuerte contracción, afectada no solo por el conflicto, sino también por restricciones de movimiento y acceso a recursos.
El análisis de estos impactos no es meramente regional. El informe también subraya cómo la inestabilidad en MENA tiene repercusiones a nivel global, afectando mercados y cadenas de suministro. Las tensiones geopolíticas han llevado a una volatilidad en los precios del petróleo que repercute en economías dependientes de este recurso, revelando la interconexión de las economías en un mundo cada vez más globalizado. A medida que se desglosa el informe, se hace evidente que la solución a la crisis económica en la región no es sencilla. Si bien hay una necesidad urgente de intervención internacional y financiamiento, también es crucial que los países de la región adopten políticas que prioricen la resiliencia y la sostenibilidad.
La historia ha demostrado que las economías que dependen en gran medida de recursos no renovables suelen enfrentar crisis profundas cuando los precios caen o cuando hay cambios en la demanda global. Los capítulos finales del informe ofrecen una mirada optimista, enfatizando que, a pesar de los desafíos, existen oportunidades para fortalecer el crecimiento y avanzar hacia un futuro más próspero. La clave estará en la capacidad de los países para adaptarse y aprender de las lecciones del pasado. Es esencial fomentar un entorno que facilite la innovación, la creatividad y la colaboración, tanto a nivel nacional como regional. Los economistas que contribuyen al informe destacan que la cooperación regional puede ser un motor poderoso para el crecimiento.
Iniciativas conjuntas que ubiquen a MENA como un centro de comercio internacional, innovaciones tecnológicas y académicas podrían proporcionar a la región un nuevo impulso, atrayendo inversiones y creando empleos. En conclusión, la actualización económica de MENA de abril de 2024 deja claro que, si bien la región se enfrenta a desafíos significativos, también está en una posición única para aprovechar oportunidades. La combinación de políticas adecuadas, inversión en capital humano y la promoción de un entorno inclusivo podría no solo estabilizar la situación económica, sino también allanar el camino hacia un crecimiento sostenible y resiliente. El futuro de Medio Oriente y Norte de África dependerá no solo de las decisiones tomadas hoy, sino de la voluntad de los líderes y de sus pueblos para trabajar juntos hacia un objetivo común de prosperidad y paz.