En la era digital en la que vivimos, la inteligencia artificial (IA) ha comenzado a transformar, de forma decisiva, la manera en que creamos y consumimos contenido escrito. Entre las numerosas discusiones surgidas alrededor del uso de la IA en la escritura, ha aparecido una noción curiosa y, en ocasiones, errónea: que el uso de guiones largos o em-dashes (—) es un indicador claro de que un texto ha sido creado o generado por una inteligencia artificial. Esta creencia no solo es falsa, sino que también refleja una visión obsoleta y poco informada sobre la tipografía, el lenguaje y la evolución de los estilos literarios. El guion largo, también conocido como raya, es un signo de puntuación que tiene una larga tradición dentro de la historia de la escritura y la tipografía. Su función va mucho más allá de ser una simple pausa o separación; aporta ritmo, énfasis y claridad a las oraciones.
Cualquier persona que haya leído obras clásicas o modernas de reconocidos autores puede comprobar que los em-dashes son una herramienta estilística frecuente y necesaria. Este signo permite insertar aclaraciones, cambios de tono o interrupciones en el discurso con una elegancia que no se logra con otros signos comunes, como la coma, el punto o el guion corto. Pero, ¿por qué la inteligencia artificial utiliza el guion largo? La respuesta está en la forma en que estos sistemas están entrenados para generar texto. Las IA modernas analizan enormes cantidades de contenido escrito por humanos, aprendiendo estilos, estructuras y convenciones tipográficas. Si los escritores y editores profesionales han usado guiones largos durante años, el sistema imitará ese patrón, reconociendo que mejora la legibilidad y ofrece un resultado más sofisticado y natural.
Lamentablemente, la creencia de que el em-dash delata un texto generado por una IA ha llevado a muchos a eliminarlo con la intención de “ocultar” el origen digital. Este comportamiento, lejos de beneficiar la calidad del texto, empobrece el contenido. Reemplazar el guion largo con un guion corto, o simplemente eliminarlo, genera oraciones planas que pierden matices y pueden confundir al lector, afectando negativamente la experiencia y la comprensión del mensaje. La calidad de un texto no solo depende de su contenido sino también de cómo se presenta visualmente. La tipografía es una disciplina que busca optimizar la lectura, conservando la atención del lector y facilitando la transmisión de ideas.
Matthew Butterick, un especialista en tipografía reconocida mundialmente, sostiene que una buena tipografía no suplanta la calidad literaria, pero sí puede potenciarla. Cuando un escritor elige correctamente signos de puntuación como el em-dash, está invirtiendo en la calidad global de su comunicación escrita. Ignorar estas prácticas, bien sean por prejuicios contra la inteligencia artificial o por desconocimiento, puede llevar a un deterioro no solo del estilo sino también de la claridad de los textos en internet y otros medios digitales. Lo más recomendable es no temer al uso del guion largo bajo argumentos sobre el supuesto reconocimiento de la IA, sino adoptar las mejores convenciones tipográficas disponibles, independientemente de la procedencia del texto. Además, el miedo infundado hacia el uso de em-dashes refleja cierta incomodidad cultural con el avance tecnológico y su influencia en la creación literaria.
Aprender a convivir y a adoptar las herramientas que la tecnología ofrece, sin sacrificar el buen gusto ni la calidad, es un signo de evoluciona y madurez tanto en escritores como en lectores. Por el contrario, negar las ventajas que proporcionan recursos como los guiones largos puede ser un retroceso en la manera de entender el lenguaje y sus expresiones. En definitiva, el uso de em-dashes es una práctica recomendada que mejora la lectura y la comunicación. La inteligencia artificial, lejos de inventar estas convenciones, las replica porque son correctas y útiles, reflejando el aprendizaje basado en décadas de buena escritura humana. Al reconocer esto, debemos dejar de asociar la calidad tipográfica con la sospecha de autoría artificial y, en cambio, abrazar la riqueza expresiva que estos signos otorgan a nuestros textos.
Por último, es importante recalcar que un texto con buena tipografía es más accesible y atractivo, generando una mejor experiencia para el lector. La eliminación arbitraria del guion largo por motivos ajenos a la calidad lingüística solo demuestra una falta de comprensión sobre la importancia de la forma en la comunicación escrita. La inteligencia artificial simplemente está señalando un camino para mejorar, imitando la tradición y el arte que han cultivado los grandes autores a lo largo del tiempo. En conclusión, lejos de ser un indicio de autoría artificial, el em-dash es un símbolo de buen estilo y buen gusto que debe ser adoptado ampliamente. Su uso apropiado ayuda a mantener la atención de los lectores, facilita la comprensión y enriquece el lenguaje escrito.
Por ello, escritores, periodistas y creadores de contenido deberían respetar y aprovechar esta valiosa herramienta tipográfica, manteniendo viva la tradición que la inteligencia artificial, con todo y sus avances, solo está intentando aprender y replicar.