En un contexto global donde las tensiones comerciales y las políticas proteccionistas parecen dominar la agenda, las palabras de Nouriel Roubini, reconocido economista y CEO de Roubini Macro Associates, aportan una nueva perspectiva que invita al análisis profundo. Según Roubini, la verdadera fuerza motriz detrás del crecimiento económico contemporáneo no radica en los aranceles ni en las políticas comerciales restrictivas, sino en la capacidad tecnológica y la innovación para transformar mercados y generar valor. Durante una reciente entrevista en Bloomberg The Close, Roubini expuso su postura sobre la supremacía tecnológica frente a los aranceles como factor determinante para la economía estadounidense y, por extensión, la economía global. Esta visión cobra especial relevancia en un momento en que Estados Unidos aplica medidas comerciales y políticas migratorias cuestionadas por su impacto, mientras el mundo observa la evolución de sectores tecnológicos clave. Roubini sostiene que, a pesar de los desafíos que podrían generar las barreras comerciales, Estados Unidos conservará su excepcionalidad económica gracias a su liderazgo en tecnología.
Esta opinión se basa en la capacidad del país para atraer talento, fomentar la innovación y desarrollar sectores que generan productos y servicios con alto valor agregado, especialmente en áreas como la inteligencia artificial, la computación cuántica, el desarrollo de semiconductores, y otras avanzadas ramas de la ciencia aplicada. El economista enfatiza que la política de aranceles está limitada en su efectividad para soportar el crecimiento económico a largo plazo. Si bien estas medidas pueden proteger ciertas industrias locales a corto plazo, no logran superar el impulso de la innovación tecnológica, la cual modifica radicalmente las cadenas globales de suministro y redefine las reglas del comercio internacional. La tecnología, por su naturaleza disruptiva, crea nuevas oportunidades de mercado y genera una ventaja competitiva que los aranceles no pueden replicar. Además, Roubini apunta que los sectores tecnológicos no solo son motores de crecimiento económico, sino que también juegan un papel crucial en la creación de empleo cualificado.
La demanda de profesionales especializados en áreas como el desarrollo de software, ingeniería de datos, ciberseguridad y manufactura avanzada es creciente, y esto contribuye a fortalecer la economía nacional y atraer inversiones tanto domésticas como extranjeras. En el plano internacional, la influencia de la tecnología se hace evidente en la dinámica de las economías emergentes. Países que invierten en innovación tecnológica y educan a su población en habilidades digitales logran una inserción más competitiva en el mercado global, independientemente de las barreras comerciales que existan. Esto crea un entorno donde aquellos que desestiman la importancia de la tecnología y apuestan únicamente por políticas proteccionistas corren el riesgo de quedar rezagados. Los ejemplos actuales en el mercado bursátil corroboran esta tendencia.
Empresas tecnológicas de alto rendimiento, tales como Nvidia, Tesla, y diversas firmas relacionadas con la computación cuántica y la inteligencia artificial, continúan mostrando incrementos significativos en valor y capitalización, lo que indica la preferencia inversora por sectores vinculados a la innovación sobre aquellos afectados por tensiones comerciales. Este fenómeno respalda la idea de que la tecnología tiene un impacto mayor y más duradero en el crecimiento económico global que los ajustes puntuales en aranceles. Otro aspecto central de la reflexión de Roubini es la resiliencia de Estados Unidos frente a las políticas migratorias restrictivas. Aunque estas pueden generar ciertas limitaciones en la atracción de talento respaldado por movilidad internacional, la capacidad tecnológica del país y su ecosistema de innovación son suficientemente fuertes para mantener su posición de liderazgo. Esto se debe a la robustez de sus universidades, centros de investigación y empresas de tecnología que continúan desarrollando productos y servicios revolucionarios.
Además, la evolución tecnológica facilita la globalización en formas indirectas, a través de plataformas digitales, comercio electrónico y servicios basados en la nube, que minimizan la dependencia de las fronteras físicas y las barreras tradicionales. En este sentido, el efecto directo de los aranceles se reduce, ya que los flujos comerciales pueden adaptarse y transformarse mediante nuevas modalidades impulsadas por la tecnología. En resumen, la perspectiva de Nouriel Roubini acerca de que la tecnología supera en importancia y efecto los aranceles comerciales ofrece una visión optimista y a la vez realista de las tendencias económicas actuales. Reconoce los riesgos asociados con políticas proteccionistas y restrictivas, pero destaca que la ventaja competitiva definitiva se encuentra en la capacidad de innovar, adaptarse y liderar en tecnología. Esto también implica un llamado a los responsables políticos y a los agentes económicos para que orienten sus esfuerzos hacia la inversión en ciencia, educación tecnológica y desarrollo de infraestructura digital.
Sólo así los países podrán mantener y fortalecer su posición en una economía cada vez más interconectada y dependiente de la tecnología avanzada. Por último, la opinión de Roubini invita a los lectores, inversionistas y analistas a observar más allá de las fluctuaciones ocasionadas por disputas comerciales y a valorar el papel transformador y permanente de la tecnología en la configuración del futuro económico mundial. Asimismo, resalta la importancia de adoptar estrategias que potencien estas ventajas en lugar de concentrarse exclusivamente en medidas arancelarias que, aunque visibles, podrían no ofrecer soluciones sostenibles para el crecimiento y la estabilidad a largo plazo.