En un desenlace que ha impactado a muchas comunidades, los últimos tres acusados en el caso de secuestro que involucra a la secta extremista judía Lev Tahor fueron condenados a más de diez años de prisión en un tribunal de Nueva York. Los hermanos Yoil, Yakov y Shmiel Weingarten, quienes desempeñaron un papel crucial en el secuestro de dos menores en 2018, enfrentarán largas penas tras ser hallados culpables de delitos graves, incluyendo explotación infantil y secuestro. La historia de Lev Tahor ha estado marcada por la controversia y los abusos. Esta secta, que se traduce como "corazón puro" en hebreo, se ha caracterizado por su interpretación extrema de la ley judía y por mantener a sus miembros en secreto y aislamiento del mundo exterior. A menudo, las regulaciones sobre la vida cotidiana, como la vestimenta y la dieta, son estrictamente impuestas, lo que ha llevado a muchos a cuestionar el bienestar de quienes aún permanecen dentro de sus filas.
El caso que llevó a la condena de los Weingarten tuvo sus raíces en un intento desesperado de una madre que buscaba escapar de las garras de Lev Tahor. En diciembre de 2018, mientras ella intentaba proteger a sus hijos de la influencia de la secta, los hermanos Weingarten, junto con otros miembros, comenzaron a orquestar un plan para recuperar a los niños, a quienes consideraban poseedores de un destino separado, por haber sido "malamente" apartados de la secta. Este plan culminó en un dramático secuestro, donde los menores, de 14 y 12 años, fueron llevados por la fuerza desde su hogar en Catskills, Nueva York. Los Weingarten, como parte de la gestión de Lev Tahor, fueron acusados de planificar la operación y de realizar acciones que iban desde la compra de disfraces hasta la manipulación de documentos de identificación. Durante el juicio, se reveló que el niño y la niña fueron transportados a través de las fronteras estatales con la intención de reunirse con el hombre adulto al que se creía que estaban "casados".
Este hecho es emblemático de las prácticas de la secta, que ha sido denunciada por forzar a niñas menores a matrimonios con hombres mucho mayores. Los hermanos fueron extraditados a Estados Unidos desde Guatemala, donde habían estado viviendo después de la difusión del caso en medios de comunicación y el involucramiento de las autoridades. A su llegada, fueron encarcelados en la cárcel del condado de Westchester, donde se llevaron a cabo los procedimientos judiciales que desembocaron en sus condenas. Los fiscales no han escatimado esfuerzos en presentar un caso sólido en contra de los Weingarten. A lo largo de las audiencias, el abogado del distrito de los EE.
UU., Damian Williams, subrayó la gravedad de los crímenes cometidos, argumentando que estos no solo implican el secuestro de menores, sino también la obstrucción de la justicia, ya que los acusados intentaron manipular testimonios y proporcionar información falsa al tribunal. Este comportamiento fue clave para la decisión del juez de imponer sentencias más severas. Shmiel y Yoil Weingarten fueron condenados a 14 años de prisión, mientras que su hermano Yakov recibió una sentencia de 12 años. En su carta al juez, Williams hizo un llamado a considerar la naturaleza angustiante de estos delitos y a transmitir un mensaje claro sobre las consecuencias de secuestrar a niños.
El secuestro en sí fue un evento tumultuoso; tras el ataque a la casa donde residían los niños, los Weingarten utilizaron disfraces para ocultar sus identidades y se llevaron a los menores. Luego, los secuestradores viajaron a través del país para alcanzar un aeropuerto en Scranton, Pennsylvania, donde abordaron un vuelo rumbo a México. Las autoridades finalmente recuperaron a los niños después de una búsqueda exhaustiva que incluyó a cientos de agentes de seguridad pública. A medida que los hermanos y otros miembros de la secta se enfrentaban a la realidad de sus acciones, el impacto emocional y psicológico tanto en los menores como en su madre era devastador. La madre, que había escapado de Lev Tahor en busca de una vida mejor, experimentó agravantes traumas al ver cómo su progenie era forzada a regresar a un entorno que ella había luchado por abandonar.
Su valentía al testificar contra la secta y sus líderes ha sido fundamental en el proceso judicial. Civilizaciones enteras se han movilizado en contra de las prácticas de Lev Tahor. Existen múltiples testimonios de sobrevivientes que detallan la crueldad dentro de la secta, así como de las estrictas normas que rigen la vida de los miembros. En respuesta a las denuncias de abuso, algunos miembros han logrado escapar y emprender una nueva vida, mientras que otros siguen atrapados. La condena de los Weingarten es solo el último capítulo en una saga de abusos que ha sacudido a las comunidades judías y a la sociedad en general.
Sin embargo, para muchos, representa un rayo de esperanza: la justicia está empezando a prevalecer para aquellos que han sido víctimas de estas siniestras circunstancias. Aunque las sentencias impuestas a los Weingarten son significativas, queda un largo camino por recorrer. El futuro de Lev Tahor sigue siendo incierto, y a medida que algunos miembros abandonan, otros se quedan atrapados en una red de lealtades distorsionadas y miedo. Las fuerzas del orden y las organizaciones de derechos humanos están bajo presión para abordar estos problemas de manera más efectiva y asegurar que ningún niño vuelva a ser sometido a tales abusos. Este caso es un recordatorio escalofriante del impacto que las sectas pueden tener en la vida de los individuos y en el tejido de las comunidades.
La sociedad debe permanecer vigilante y activa en la búsqueda de justicia y en la protección de las vulnerabilidades de aquellos que todavía se encuentran bajo la influencia de grupos como Lev Tahor. La lucha está lejos de haber terminado, pero, a medida que se cierran los capítulos de la historia de Lev Tahor, las voces de las víctimas continúan resonando, pidiendo un cambio y una vida sin miedo.