En un giro significativo dentro del panorama regulatorio financiero, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) ha decidido eliminar la regla que permitía supervisar a los bancos bajo el concepto de “riesgo reputacional”. Esta decisión ha sido ampliamente recibida con alivio tanto en las instituciones bancarias como en el sector de activos digitales, en particular las empresas relacionadas con las criptomonedas. La medida representa un avance pionero hacia un enfoque más centrado en riesgos financieros específicos y medibles, en lugar de evaluaciones subjetivas basadas en la percepción pública o presión política. Durante años, la regla del riesgo reputacional había sido una herramienta clave que las autoridades regulatorias utilizaban para supervisar y, en algunos casos, limitar el acceso bancario a ciertos sectores industriales. El sector cripto fue uno de los más afectados, experimentando dificultades significativas para obtener servicios bancarios adecuados debido, precisamente, a estas preocupaciones reputacionales.
A menudo, estas limitaciones se justificaban en base a temores no financieros sobre la imagen o la presión política que podían generar ciertas actividades económicas. La eliminación de esta regla fue confirmada oficialmente por el Presidente Interino de la FDIC, Travis Hill, en una carta dirigida al congresista Dan Meuser el 24 de marzo de 2025. En dicho documento, Hill subrayó que las preocupaciones sobre la reputación no deberían ser un factor determinante en las acciones regulatorias, ya que la mayoría de los riesgos reputacionales están vinculados directa o indirectamente a riesgos financieros reales, como el riesgo crediticio o de mercado, los cuales ya están siendo minuciosamente gestionados y supervisados por la entidad. Este cambio fue impulsado en parte por una revisión exhaustiva de todas las políticas de la FDIC donde se mencionaba el riesgo reputacional. La agencia trabaja actualmente en un cambio formal en la normativa destinado a eliminar esta categoría como criterio para supervisar a las instituciones financieras, con la expectativa de que la nueva regulación sea anunciada en un futuro próximo.
El impacto en la industria de criptomonedas ha sido inmediato y positivo. Durante largo tiempo, las empresas del sector habían denunciado que la categorización del riesgo reputacional se utilizaba, en muchas ocasiones, como una excusa para negarles servicios bancarios, limitando su integración plena en el sistema financiero tradicional. Esta situación alcanzó un punto crítico tras la caída de varios bancos amigables con las criptomonedas en 2023, lo que llevó a que esta práctica fuese apodada como “Operación Punto de Estrangulamiento 2.0”, en referencia a una campaña similar en 2013 que buscaba reducir el acceso bancario a ciertos sectores considerados riesgosos o “controversiales”. El movimiento para revisar y eliminar esta evaluación comenzó a ganar fuerza con la presión de legisladores, principalmente del partido republicano.
En febrero de 2025, representantes como Dan Meuser y otros insistieron ante la FDIC para que modificara su enfoque respecto a las empresas relacionada con activos digitales. La respuesta por parte de la entidad, plasmada en la carta de Travis Hill, fue una señal clara de la disposición a cambiar el rumbo y adoptar una perspectiva más objetiva y equilibrada. Esta determinación fue celebrada públicamente por figuras influyentes en el ámbito tecnológico y financiero. David Sacks, coordinador de criptomonedas e inteligencia artificial en la Casa Blanca, calificó la acción de la FDIC como una “victoria para el sector cripto”, destacando que la eliminación del riesgo reputacional como criterio regulatorio remueve barreras injustas. Matthew Sigel, principal analista de activos digitales en VanEck, coincidió con este planteamiento, señalando que la medida pone fin a las excusas que permitían negar servicios bancarios por presiones o incentivos políticos.
Además del FDIC, otras instituciones reguladoras importantes están siguiendo la misma línea. La Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) ha confirmado que también dejará de evaluar a los bancos bajo el prisma del riesgo reputacional, aunque enfatiza que las instituciones deben seguir gestionando todos los riesgos de forma adecuada. Esta homogeneidad en la postura regulatoria apunta a generar un entorno más predecible y basado en datos para las entidades financieras y las empresas que buscan integrarse al sistema bancario. Paralelamente, el Congreso de Estados Unidos está examinando una legislación denominada FIRM Act, aprobada recientemente por el Comité Bancario del Senado liderado por la bancada republicana. Este proyecto de ley busca prohibir formalmente que todas las entidades reguladoras federales usen el riesgo reputacional como un factor en la supervisión bancaria.
Sin embargo, la medida no ha recibido apoyo de senadores demócratas, lo que pone en duda su avance en el proceso legislativo. El cambio en la regulación representa no solo un alivio para los bancos, que ahora cuentan con un criterio más claro y objetivo para evaluar riesgos, sino también para la industria de activos digitales, que durante años ha luchado contra el estigma que acompañaba la etiqueta de riesgos reputacionales. La expectativa es que, con estos nuevos criterios, se genere un acceso más fluido y estable para las empresas cripto al sistema financiero, facilitando su crecimiento y desarrollo. Además del beneficio inmediato para el sector digital, la reducción del peso que tenía el riesgo reputacional puede fomentar una mayor competencia entre bancos, al permitirles ampliar su cartera de clientes sin temer sanciones o restricciones regulatorias infundadas. Esto podría derivar en una mayor innovación financiera y en la expansión de servicios bancarios hacia nuevas áreas tecnológicas y de negocio.
Travis Hill ha anunciado además que la FDIC está en proceso de desarrollar una nueva política específica para los activos digitales, un indicio claro de que el organismo está reorientando su estrategia para incorporar tecnologías y modelos de negocio emergentes de manera más flexible y amigable con la innovación. Este planeamiento sintoniza con las tendencias globales en regulación financiera, donde la determinación por medir riesgos de forma cuantitativa y objetiva gana terreno frente a enfoques tradicionales más rígidos y subjetivos. El impacto sobre la confianza de los inversores y empresarios de criptomonedas también puede ser significativo. Saber que las barreras regulatorias serán menos arbitrarias y más basadas en criterios financieros reales genera un ambiente más previsible para invertir y operar. Esto podría atraer mayor capital, impulsar proyectos innovadores y fomentar la adopción de soluciones digitales en la economía.
No obstante, la comunidad financiera también observa con atención cómo se implementarán estas nuevas medidas en la práctica, dado que la gestión del riesgo sigue siendo un aspecto crítico para la estabilidad del sistema bancario. La transición hacia un enfoque basado exclusivamente en riesgos financieros requiere que las entidades desarrollen mejores herramientas de análisis y monitoreo para evitar vulnerabilidades que podrían poner en peligro su salud financiera. En resumen, la decisión de la FDIC de abandonar la regla del riesgo reputacional en la supervisión bancaria marca un antes y un después en el panorama regulatorio estadounidense. Esta medida elimina una barrera considerable para las empresas de activos digitales y abre la puerta a un enfoque más racional y objetivo al evaluar riesgos en el sistema bancario. La alianza de esta nueva postura con iniciativas legislativas y acciones de otros organismos, como la OCC, anticipa un futuro en el cual la banca pueda operar con mayor transparencia, eficiencia y apertura hacia la innovación tecnológica.
El sector de las criptomonedas, en particular, se ve beneficiado al poder acceder con mayor facilidad a servicios financieros esenciales, lo que puede contribuir a una mayor estabilidad y crecimiento sostenible. Sin embargo, el éxito de esta transformación dependerá de la capacidad de reguladores y bancos para implementar estas nuevas reglas con rigor, manteniendo el equilibrio entre innovación y seguridad financiera. El camino hacia una regulación ajustada a las exigencias del siglo XXI está trazado, y la eliminación del riesgo reputacional es un paso fundamental en esa dirección.