En un contexto global marcado por el cambio climático y el aumento sostenido de las temperaturas, la industria ganadera enfrenta retos sin precedentes, especialmente en lo que refiere al bienestar animal y la productividad. Australia, con sus vastas superficies dedicadas a la producción de leche y carne, no es la excepción. Más aún, zonas rurales de Nueva Gales del Sur, como la región de Kangaroo Valley, sufren episodios de calor y humedad que afectan gravemente a sus rebaños. Sin embargo, una innovación científica pionera desarrollada en Australia está revolucionando la forma en la que los productores lidian con estos desafíos: el Heat Tolerance Australian Breeding Value (ABV), un índice genético que evalúa la tolerancia al calor en el ganado bovino. Este avance permite identificar y criar vacas más resistentes al estrés por calor, contribuyendo a mantener la producción de leche y la salud de los animales frente a condiciones climáticas adversas.
El Heat Tolerance Australian Breeding Value nace de un trabajo exhaustivo de análisis genómico y estadístico liderado por la doctora Thuy Nguyen, una científica especializada en selección genómica. Su enfoque innovador combinó el conocimiento tradicional con la tecnología genética moderna, permitiendo detectar diferencias significativas en la capacidad de distintas vacas para soportar temperaturas elevadas sin perder su eficacia productiva. La prueba, sencilla y no invasiva, consiste en la toma de una muestra genética del animal, como un pequeño mechón de pelo, que luego es evaluada para determinar un puntaje basado en una escala cuyo valor base es 100. Por encima de dicho valor se encuentra el ganado con mayor capacidad para resistir el estrés térmico. El beneficio de este índice no solo radica en seleccionar los animales con mejor respuesta genética, sino en ofrecer a los ganaderos una herramienta práctica y accesible para realizar una selección inteligente y sostenible.
Trevor Parrish, un productor lácteo de cuarta generación situado en el sureste de Nueva Gales del Sur, ha sido pionero en la aplicación del ABV. En su establecimiento familiar de 40 hectáreas con 300 vacas Holstein, ha observado de primera mano los beneficios de criar animales con mayor resistencia al calor. Ante condiciones de clima húmedo y caluroso que habitualmente reducen el apetito y la producción de leche hasta en un 40%, el uso de vacas con un alto valor de tolerancia térmica ayuda a mantener la estabilidad productiva e incluso mejorarla. Uno de los aspectos más destacables de esta innovación es su enfoque centrado en el bienestar animal. Además de proteger la salud y comodidad de las vacas, que suelen sufrir malestares significativos durante olas de calor por la dificultad para disipar el calor corporal, la selección genética con base en el ABV contribuye a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés térmico.
Esto representa una preocupación creciente a nivel mundial, donde la ganadería sostenible busca reducir impactos negativos sobre los animales y el medio ambiente al tiempo que garantiza la rentabilidad. La difusión y aceptación del Heat Tolerance ABV ha sido notable a nivel nacional e internacional. En Australia, la organización Dairy Australia ha respaldado fuertemente la iniciativa, resaltando la importancia de este índice como una contribución sin precedentes para la industria. La herramienta fue un destacado tema durante conferencias especializadas como HERD-25, donde expertos del sector reconocieron la urgencia de adaptar la ganadería a las nuevas realidad climáticas y valoraron el potencial del método australiano para replicarse en otros países. Efectivamente, la influencia del ABV se extiende más allá de las fronteras australianas.
Investigadores y productores en Estados Unidos han probado el índice bajo sus propias condiciones ecológicas y reportan resultados prometedores. Esta aceptación demuestra la relevancia global de desarrollar metodologías que combatan el estrés por calor en la ganadería, ya que diversas regiones ahora enfrentan veranos cada vez más intensos y prolongados. La implementación del ABV no elimina la necesidad de otras estrategias complementarias dirigidas a mitigar el impacto del calor en el ganado. Las mejores prácticas en diseño de instalaciones, generación de sombra, manejo de horarios de pastoreo y ordeñe resultan fundamentales para cuidar a los animales. Aun así, la ventaja genética facilitada por esta innovación añade una capa extra de resistencia natural, que se transmite a las generaciones futuras, mejorando progresivamente el adaptabilidad de los rebaños.
Para los productores interesados en adoptar esta herramienta, el proceso es sencillo. Basta con obtener la muestra genética del animal y enviarla a entidades especializadas, como DataGene, que trabajan con el equipo de la doctora Nguyen. Una vez recibido el resultado, los ganaderos pueden tomar decisiones informadas sobre qué toros utilizar para la inseminación artificial y cuáles vacas priorizar en su programa de cría, orientando la evolución genética del hato hacia una mayor resiliencia térmica. Más allá de los beneficios inmediatos en producción y salud animal, es importante destacar el impacto a largo plazo que esta tecnología genera en la sostenibilidad del sector ganadero. La adaptación genética frente al cambio climático es indispensable para asegurar un futuro rentable para las granjas australianas, y un modelo viable para otras partes del mundo que enfrentan desafíos similares.
La selección genómica abre así una puerta hacia una ganadería más inteligente, eficiente y respetuosa con los animales y el ecosistema. Además, la historia de productores como Trevor Parrish ejemplifica cómo la combinación de tradición y ciencia puede resultar en soluciones innovadoras para enfrentar problemáticas actuales. Como custodios de la tierra y los animales, los ganaderos tienen ahora la oportunidad de utilizar herramientas avanzadas que no solo aumentan su productividad sino que también posicionan a la agricultura australiana a la vanguardia de la innovación genética aplicada. En suma, el Heat Tolerance Australian Breeding Value es mucho más que un simple índice: representa un cambio de paradigma en la forma de concebir la cría animal ante el calentamiento global. Mediante la adopción de estas tecnologías, Australia y otros países podrán mitigar las pérdidas económicas asociadas al estrés térmico, proteger la salud y el bienestar de sus animales, y promover la sustentabilidad de sus sistemas agropecuarios.
La integración de la genética, la ciencia aplicada y el compromiso de los productores, abre una vía esperanzadora para la ganadería adaptativa y resiliente en tiempos de incertidumbre climática.