En el contexto político de Estados Unidos, la posibilidad de un segundo mandato de Donald Trump suscita diversas especulaciones sobre la dirección que podría tomar su administración. Una de las teorías más preocupantes es la de que Trump podría adoptar una postura que se alinea con un enfoque darwinista social, caracterizado por una intensa hostilidad hacia el estado de bienestar y una preferencia por políticas que favorecen a los más ricos. Este artículo explora las implicaciones que tendría un segundo mandato de Trump en términos económicos y sociales, y analiza cómo podrían verse afectados los sectores más vulnerables de la población. Desde su llegada a la presidencia, Trump ha destacado por sus promesas populistas y por una retórica que ha resuena particularmente bien entre ciertos segmentos de la población. Sin embargo, a medida que avanza su campaña, se vuelve evidente que su enfoque económico es poco claro y está constantemente envuelto en contradicciones.
Aunque muchos consideran que su mejor tema es la economía, la realidad es que sus propuestas son confusas y, en ocasiones, irreales. La historia nos muestra que los presidentes generalmente comienzan su mandato con grandes planes que, inevitablemente, se ven reducidos por la dura realidad de gobernar. Sin embargo, el grado de incoherencia de Trump supera a cualquier otro presidente contemporáneo. A lo largo de la historia, el Partido Republicano se ha posicionado en contra de la legitimidad del estado de bienestar. Este es un aspecto distintivo que los diferencia de otros partidos conservadores en democracias industrializadas.
La creencia predominante es que la distribución del ingreso producida por los mercados es moralmente intocable. Esta ideología fue descrita por Richard Hofstadter como “darwinismo social”. Desde el New Deal de Franklin Roosevelt, los conservadores han visto cada nuevo programa social con desconfianza, considerándolo una amenaza a la economía y la libertad personal. A lo largo de los últimos años, los republicanos han expresado su frustración ante su incapacidad para revertir esta expansión del estado de bienestar. A pesar de ganar elecciones, sienten que han sido traicionados por sus propios líderes o engañados por los demócratas.
Este resentimiento ha sido capitalizado por Trump, quien ha reconfigurado la política de una manera que, aunque parezca populista, en realidad no es más que un enfoque expediental que no tiene ningún compromiso real con los problemas de la gente. Un segundo mandato de Trump podría incentivar un regreso a un enfoque conservador más tradicional, que podría manifestarse en una política fiscal más austera. La administración Trump del primer mandato frecuentemente se caracterizó por el aumento del gasto y recortes de impuestos para los más ricos, y aunque esto podría parecer el camino más sencillo, la realidad económica de un segundo mandato podría obligarle a adoptar medidas más drásticas. Las condiciones económicas han evolucionado. A medida que Trump se acerca a una posible reelección, se enfrenta a un panorama fiscal considerablemente más grave.
La economía ya no está en la misma situación que la que heredó de Barack Obama. La inflación, los altos tipos de interés y un déficit creciente complicarían aún más su capacidad para manejar la economía. Un presidente, independientemente de su ideología, no puede operar en un vacío económico, y la presión fiscal podría obligar a Trump a hacer decisiones difíciles que irían en contra de los intereses de su base electoral. En lugar de seguir la senda de su primer mandato, Trump podría ser tentado a implementar recortes drásticos en el gasto social y en programas de asistencia a los más necesitados. Históricamente, las administraciones republicanas han buscado recortar el gasto social, pero estas propuestas a menudo son descartadas por su baja popularidad.
Sin embargo, en un segundo mandato, Trump podría sentir que tiene la libertad de actuar sin preocuparse por las repercusiones electorales futuras, permitiéndole tomar decisiones más radicales. Una de las áreas más vulnerables de su agenda podría ser la salud. Durante su primer mandato, Trump intentó derogar y reemplazar Obamacare, y aunque no tuvo éxito, esas ambiciones aún persisten. Es probable que sus nuevos intentos se centren en recortes a programas de salud para los pobres bajo el pretexto de “hacer que el sistema sea más eficiente.” Esto podría incluir recortes significativos en Medicare y Medicaid, atizando el fuego de una propuesta que ya ha tenido un peso desproporcionado sobre los más vulnerables.
Un enfoque darwinista social basado en la economía podría llevar a un modelo que redistribuya la carga fiscal de los ricos hacia los pobres, mientras que los beneficios se concentran aún más en la élite. Trump ha demostrado que tiene una afinidad particular por la recaudación de ingresos a través de aranceles, un método que a menudo perjudica más a los sectores de bajos ingresos, ya que los precios de los productos importados incrementan. Esta ideología podría ser presentada como una manera de “salvar la economía” mientras ataca a los más vulnerables en el proceso. Las políticas de austeridad también podrían tener consecuencias devastadoras. Si Trump decide priorizar el recorte del gasto social, como ha insinuado en varias ocasiones, esto podría llevar a un recrudecimiento de la pobreza en Estados Unidos.
La desregulación de sectores críticos, la privatización de programas sociales, y la eliminación de asistencia económica serían prioridades en una agenda que busca complacer a su base, al tiempo que ignora las necesidades fundamentales de millones de estadounidenses. Al considerar un segundo mandato de Trump, es importante reconocer que su visión de un país próspero y exitoso está intrínsecamente vinculada a la idea de éxito individual y la “supervivencia del más apto.” En este marco, aquellos que son considerados menos capaces de sostenerse por sí mismos podrían ser abandonados, empujando a las puertas de la pobreza y la desesperación. En conclusión, la posibilidad de un segundo mandato de Donald Trump abre la puerta a un enfoque que podría alinearse con un darwinismo social intensificado, donde los más vulnerables de la sociedad serían los más perjudicados. La medicina que propone es de corte radical, y aunque puede parecer conveniente en un contexto político, sus consecuencias para el tejido social de Estados Unidos podrían ser devastadoras.
La historia, en este sentido, serviría como un recordatorio de que, al final, un gobierno que recorta en la asistencia social no solo afecta a aquellos a los que va dirigido, sino que también sacude los cimientos mismos de la sociedad.