La aviación es un pilar fundamental para la economía mundial, facilitando el transporte de personas y mercancías alrededor del planeta. Sin embargo, el crecimiento constante de esta industria también conlleva un aumento significativo en el consumo de combustibles fósiles y, por ende, en las emisiones de gases de efecto invernadero. Frente a este desafío, el combustible sostenible para la aviación, conocido como SAF por sus siglas en inglés, emerge como una alternativa crucial para mitigar el impacto ambiental sin comprometer la operación y rendimiento de las aeronaves. El combustible sostenible para la aviación es un tipo de combustible para jets producido a partir de materiales renovables y residuos, tales como aceites usados para cocinar, grasas animales, residuos agrícolas e industriales, entre otros. Su gran ventaja es que puede mezclarse directamente con el combustible convencional sin requerir modificaciones técnicas en los motores o la infraestructura aeroportuaria, lo que permite una adopción más rápida y eficiente dentro de la industria aérea.
A nivel mundial, la implementación del SAF está creciendo, aunque todavía enfrenta algunos retos significativos en términos de disponibilidad, coste y escalabilidad. De hecho, muchas compañías aéreas ya han realizado cientos de miles de vuelos utilizando mezclas con SAF, demostrando que este no solo es viable, sino que también ofrece beneficios económicos y ambientales tangibles. El uso de SAF contribuye a la reducción de partículas contaminantes en la atmósfera y puede disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 94%, dependiendo de la tecnología y materias primas utilizadas durante su producción. Existen varias tecnologías para producir SAF, reconocidas oficialmente por entidades como la American Society for Testing and Materials (ASTM). Entre todas estas, tres se destacan como las principales y más prometedoras hoy en día.
La primera de ellas es el proceso de Hidrotratamiento de Ésteres y Ácidos Grasos, conocido como HEFA. Esta tecnología utiliza hidrógeno para convertir aceites y grasas de origen agrícola, industrial o residual, como aceites de soja, canola, aceites usados para cocinar y grasas animales, en combustible apto para aviación mediante un proceso de hidrodesoxigenación. El proceso HEFA es el más avanzado y utilizado actualmente en la industria, debido a su madurez tecnológica y flexibilidad en términos de materias primas. Además, genera un importante potencial de reducción de emisiones, en torno al 74% al 84%. Este método, además, se adapta bien a los equipos y plantas ya existentes, facilitando a empresas como World Energy la conversión de refinerías convencionales para producir SAF mediante HEFA.
También es un proceso que facilita la inclusión de cultivos de cobertura como carinata y camelina, que tienen altos rendimientos de aceite, mejoran la salud del suelo y no compiten con la producción de alimentos. Otra tecnología relevante es Alcohol-a-Jet, abreviado como ATJ, la cual parte principalmente del etanol derivado del maíz y otros cultivos relacionados o residuos. La tecnología para obtener etanol de maíz está muy desarrollada, y en los últimos quince años se ha logrado una considerable reducción en las emisiones generadas por este combustible. El proceso ATJ convierte el etanol en un combustible apto para aviación con la posibilidad de reducir las emisiones en hasta un 94% en comparación con el queroseno tradicional, aunque esta cifra puede variar si se consideran factores como el uso de la tierra y las emisiones aguas arriba de la producción. El ATJ aún se encuentra en una etapa incipiente a nivel comercial, pero en 2024 se inauguró la primera planta productora de SAF mediante esta tecnología, con una capacidad inicial de unos 9 millones de galones.
Esto representa un avance significativo que podría transformar la disponibilidad y el coste del SAF en los próximos años, especialmente si se logran ampliar estos proyectos y se optimizan sus procesos. La tercera tecnología es la conocida como Power-to-Liquid o PtL, un proceso novedoso que se basa en capturar dióxido de carbono y sintetizarlo junto con hidrógeno renovable para crear un combustible líquido apto para aviación. Esta vía es carbono neutral, ya que el CO2 utilizado en la producción es el mismo que posteriormente se libera al quemar el combustible, cerrando así el ciclo de carbono. PtL representa una innovación disruptiva con un enorme potencial para descarbonizar el sector aéreo, pero actualmente es una tecnología muy nueva y compleja que requiere avances técnicos, mayor infraestructura y elevados niveles de inversión para ser rentable y escalable. El coste del combustible obtenido mediante PtL es hasta ocho veces mayor que el del jet fuel convencional, lo que plantea importantes retos comerciales y regulatorios para su adopción masiva en el corto plazo.
Dentro de estas tecnologías, el enfoque en HEFA ha resultado ser la estrategia más efectiva y promissoria para la producción sostenible de combustible para la aviación, al ser el único método que produce grandes volúmenes de SAF de manera constante. La flexibilidad para utilizar diferentes tipos de aceites y grasas como materia prima, incluyendo residuos de baja calidad, contribuye a limitar los costes y a aumentar la sostenibilidad del proceso. Además, la combinación de HEFA con otras tecnologías representa una vía para mejorar todavía más la eficiencia y reducir la intensidad de carbono del combustible final. Por ejemplo, es posible co-localizar instalaciones de HEFA y PtL, aprovechando el dióxido de carbono liberado en el proceso HEFA como materia prima para la producción de PtL, generando así un sistema más circular y sostenible. Las compañías líderes en la producción de SAF, como World Energy, están innovando continuamente para mejorar sus procesos y reducir el impacto ambiental de sus combustibles, explorando nuevas materias primas y tecnologías emergentes.
Asimismo, están comenzando a planificar plantas de producción PtL para la próxima década, visualizando un futuro en el que el combustible para la aviación sea completamente sostenible y competitivo desde el punto de vista económico. Las ventajas del combustible sostenible para la aviación trascienden el ámbito ambiental y social. Este combustible también tiene un impacto positivo en la economía, especialmente para el sector agrícola, al generar mercados y flujos de ingresos para productores de materias primas renovables y residuos. Para las empresas y países que adoptan el SAF, se presenta una oportunidad para diversificar la matriz energética y reducir la dependencia de combustibles fósiles extranjeros, fortaleciendo la seguridad energética y favoreciendo un crecimiento económico responsable y sostenible. En resumen, el combustible sostenible para la aviación es una pieza clave para la transición energética del transporte aéreo.
Sus tecnologías de producción, lideradas por HEFA, seguidas por ATJ y Power-to-Liquid, están revolucionando la manera en que se produce y consume el combustible en el sector, contribuyendo a la mitigación del cambio climático y al desarrollo de una aviación más limpia y eficiente. A medida que se superen los retos técnicos y económicos, la expansión y diversificación del SAF beneficiará no solo a la industria aérea, sino también a comunidades rurales, al medio ambiente y a la economía global. La colaboración entre gobiernos, industria y sociedad será fundamental para acelerar esta transición y asegurar un futuro futuro más verde para la aviación.