En los últimos años, la revolución digital ha transformado múltiples aspectos de la vida cotidiana y los mercados financieros. Entre las innovaciones más destacadas se encuentran las criptomonedas, lideradas por Bitcoin, y los tokens no fungibles o NFTs. Estos activos digitales han ganado popularidad, tanto como herramientas de inversión como objetos de colección, pero su surgimiento presenta desafíos significativos en el contexto legal, especialmente durante procesos de divorcio. La división de bienes en caso de separación o disolución matrimonial se ha vuelto considerablemente más compleja debido a las características únicas, la volatilidad y la naturaleza intangible de estos activos. La primera dificultad que surge al considerar Bitcoin y NFTs en un divorcio es la identificación.
A diferencia de los activos tradicionales como inmuebles, cuentas bancarias o inversiones en bolsa, las criptomonedas y NFTs residen en carteras digitales protegidas por claves privadas. Estas carteras pueden pasar desapercibidas si no se revelan intencionalmente, y dado que no dependen de instituciones financieras tradicionales, rastrear su existencia puede ser un verdadero desafío para los abogados y tribunales. Además, la tecnología blockchain, aunque pública y transparente en sus transacciones, no necesariamente revela la identidad real de los titulares, complicando aún más la búsqueda y confirmación de estos activos. La ocultación de activos digitales es también una preocupación relevante. Cuando uno de los cónyuges intenta esconder su participación en criptomonedas o la propiedad de NFTs, las investigaciones legales deben apoyarse en expertos forenses con conocimiento en blockchain para detectar movimientos sospechosos, transferencias entre carteras y signos de maniobras dilatorias.
Este tipo de investigación es muy diferente a la recopilación de información financiera habitual y requiere tanto medios técnicos avanzados como una comprensión profunda del funcionamiento de estos activos. Una vez localizados, surge otro gran obstáculo: la valoración. La naturaleza volátil de las criptomonedas provoca fluctuaciones abruptas en su precio, lo que dificulta determinar un valor justo y definitivo para efectos del divorcio. No es raro que el valor de Bitcoin varíe considerablemente en semanas o incluso días, lo que puede generar disputas entre los cónyuges o sus representantes legales sobre el momento de referencia para establecer el valor del activo. Los NFTs, a diferencia de las criptomonedas tradicionales, presentan una problemática aún más compleja en cuanto a valoración.
Al tratarse de tokens no fungibles, cada uno tiene características únicas, ya sea una obra de arte digital, un coleccionable o un elemento dentro de un entorno virtual. Su valor depende en gran medida del mercado, la demanda, la rareza y la popularidad del creador o de la colección a la que pertenecen. En consecuencia, resulta fundamental contar con expertos familiarizados con los mercados digitales y con experiencia en tasación de estos activos para garantizar que la valoración sea adecuada y justa. La clasificación legal de los activos digitales también debe considerarse. Bajo la ley inglesa, por ejemplo, los bienes adquiridos durante el matrimonio suelen considerarse propiedad común, mientras que los obtenidos antes pueden catalogarse como bienes propios, salvo que hayan sido combinados con fondos matrimoniales.
Esta normativa se extiende a las criptomonedas y NFTs, por lo que los activos comprados o generados durante el matrimonio generalmente se dividen entre las partes, incluso si están almacenados en carteras personales. Sin embargo, la división efectiva de Bitcoin puede resultar relativamente directa, ya que las criptomonedas son fungibles y transferibles entre carteras digitales. Esto permite que sean fraccionadas y redistribuidas en partes equivalentes entre los cónyuges. Por otro lado, los NFTs representan activos indivisibles, lo que complica el reparto equitativo. En estas situaciones, lo habitual es que uno de los cónyuges retenga el NFT, mientras que el otro reciba una compensación equivalente en otros bienes comunes, como dinero en efectivo o propiedades.
Esta solución busca evitar la dificultad de dividir un activo único y evitar disputas prolongadas. Otro aspecto crucial a tener en cuenta son las implicaciones fiscales. La venta o transferencia de criptomonedas y NFTs puede ocasionar la activación de impuestos sobre ganancias de capital, especialmente si el valor de estos activos ha aumentado desde su adquisición. En el marco del divorcio, estas operaciones pueden ser necesarias para facilitar la división, pero es esencial que ambas partes comprendan las consecuencias fiscales de sus decisiones. Además, algunos NFTs generan ingresos pasivos, conocidos como regalías o royalties, cuando son revendidos o explotados comercialmente, lo que debe tomarse en cuenta para una distribución justa de beneficios futuros.
La ejecución y cumplimiento de las órdenes judiciales relacionadas con la división de activos digitales plantean otra serie de dificultades. Las transacciones en criptomonedas suelen ser irreversibles, y la propiedad de los activos puede cambiar rápidamente mediante transferencias en blockchain. Esto significa que, aun cuando exista una orden de un tribunal, asegurar que la división se lleve a cabo conforme al fallo puede requerir la intervención de expertos en tecnología blockchain y la cooperación activa de las partes involucradas. Para los cónyuges, la transparencia y la cooperación son claves en este proceso. Debe haber una completa divulgación de todas las cuentas, carteras digitales y plataformas donde se almacenen activos digitales, al igual que ocurre con los activos tradicionales.
La falta de revelación puede ser interpretada como ocultamiento de bienes y conllevar sanciones legales, además de complicar y prolongar el proceso judicial. Por su parte, los profesionales del derecho deben mantenerse continuamente actualizados y colaborar con expertos para recoger evidencia precisa que permita valorar estos activos adecuadamente. La asesoría temprana es fundamental para evitar conflictos posteriores y promover acuerdos justos y equitativos que reflejen el valor real y la naturaleza intangible de estos bienes. En el horizonte jurídico, se vislumbra la posibilidad de que las tecnologías blockchain y los contratos inteligentes (smart contracts) puedan ofrecer soluciones innovadoras. Estos contratos automatizados pueden ejecutarse según condiciones preestablecidas, lo que facilitaría una división automática y sin disputas de los activos digitales en casos de divorcio.
Aunque esta tecnología todavía está en desarrollo para estos fines, representa un avance prometedor para la equidad y claridad en la separación de bienes digitales. Actualmente, la regulación en Inglaterra y en otros países aún se encuentra en proceso de adaptarse a esta nueva realidad digital. La falta de un marco legal claramente definido genera incertidumbre y obliga a los actores involucrados a actuar con cautela. La promulgación de leyes específicas para la protección y división de activos digitales contribuiría a mejorar la seguridad jurídica y a brindar un camino claro tanto para los cónyuges como para los tribunales. Finalmente, no se puede obviar que, como en cualquier ámbito financiero, existen individuos deshonestos que utilizan estos bienes digitales para intentar evadir responsabilidades legales y ocultar patrimonio.
Esta conducta representa un reto adicional para los tribunales, quienes deben emplear herramientas y especialistas adecuados para garantizar que el proceso sea justo y que ninguna de las partes se beneficie indebidamente a costa del otro. En resumen, la irrupción del Bitcoin, las criptomonedas y los NFTs en el mundo de los divorcios ha transformado profundamente la manera en que se concibe la división de bienes. Mientras estos activos digitales ofrecen nuevas oportunidades de inversión y diversificación, también plantean desafíos tecnológicos, legales y fiscales nunca antes vistos. Para proteger los derechos de ambas partes, asegurar la transparencia y promover un reparto equitativo, es imprescindible que tanto los cónyuges como los profesionales del derecho se eduquen, colaboren con expertos y se apoyen en tecnologías emergentes. Conforme la sociedad avance hacia un mayor uso de activos digitales, es esperable que las leyes evolucionen para adaptarse a esta nueva realidad.
La clave estará en encontrar un equilibrio entre innovación y justicia, garantizando que las disputas por estos bienes no se conviertan en fuentes de conflictos interminables. La claridad normativa y el conocimiento técnico serán las herramientas fundamentales para enfrentar con éxito los retos que el Bitcoin y los NFTs imponen a la división de bienes en procesos de divorcio.