En un giro notable dentro del panorama regulatorio financiero, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) siguió los pasos de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) y de la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) al retirar varias directrices que anteriormente mostraban una postura escéptica hacia la interacción de bancos con activos digitales, incluidos las criptomonedas y stablecoins. Esta decisión ha generado gran expectativa, pues representa un cambio sustancial en la manera en que las instituciones financieras tradicionales pueden abordar la industria cripto, permitiendo mayores niveles de innovación y participación dentro de un marco que busca equilibrar la innovación con la supervisión prudencial. Durante la administración Biden, varios documentos e instrucciones regulatorias establecían que las instituciones bancarias debían solicitar aprobación previa a los reguladores antes de iniciar proyectos o negocios relacionados con criptomonedas y stablecoins. Entre ellas, destacaban dos cartas supervisoras dirigidas a los bancos, así como una declaración conjunta de 2023 en la que los reguladores advertían sobre los riesgos esenciales del sector cripto. Estos controles estrictos evidenciaban un escepticismo institucional hacia esta clase de activos, considerando sus riesgos inherentes como la volatilidad extrema, vulnerabilidades a fraudes, y un marco legal poco definido.
Sin embargo, la resolución reciente de la Fed implica que ya no se exigirá a las entidades financieras la notificación previa o la obtención de permisos especiales para operar en el ámbito de las criptomonedas y stablecoins. En cambio, la supervisión de estas actividades será incorporada dentro de los procesos regulatorios normales. Como resultado, se espera que los bancos puedan explorar y desarrollar nuevos servicios relacionados con activos digitales con mayor libertad, pero siempre bajo la vigilancia continua de las autoridades para mitigar riesgos. Este cambio estratégico, según un comunicado oficial de la Fed, busca adecuar las expectativas y normas a la evolución dinámica del mercado financiero y a los riesgos emergentes derivados del desarrollo tecnológico. La intención subyacente es facilitar la innovación dentro del sistema bancario tradicional sin comprometer la seguridad y estabilidad del sistema financiero en general.
Para la industria cripto, esta transición normativa representa una señal positiva después de años de tensión y bloqueos regulatorios bajo administraciones anteriores. La percepción general dentro del sector era que los organismos reguladores ejecutaron lo que muchos denominaron “Operation Choke Point 2.0”, una supuesta campaña concertada para limitar la integración de activos digitales dentro del sistema financiero tradicional, afectando a muchas empresas del sector que vieron restringido su acceso a servicios bancarios esenciales. En contraste, bajo el gobierno actual —denominado a veces como Trump 2.0 en términos regulatorios— se ha observado una postura más favorable hacia lo digital y lo cripto, evidenciada no solo en esta retirada de directrices, sino también en la reorientación de acciones legales, y la creación por parte de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de un grupo de trabajo dedicado al desarrollo de un marco regulatorio adaptado.
Esta evolución pretende brindar mayor claridad y fomentar un entorno propicio para la innovación y competencia en el sector tecnológico financiero. El cambio, no obstante, no ha sido recibido de forma unánime ni sin críticas. Por ejemplo, la Senadora Cynthia Lummis, reconocida defensora de los activos digitales, calificó la medida de la Fed como “solo ruido” y un gesto superficial que no soluciona las dificultades pasadas. Lummis recordó cómo, desde la anterior administración, la prudencia excesiva llevó a que muchas empresas fueran eliminadas del mercado, impactando negativamente en la capacidad de Estados Unidos para liderar en innovación financiera. En el escenario global, esta rectificación regulatoria posiciona a Estados Unidos para competir con otros mercados que han mostrado mayor apertura hacia las criptomonedas, sin dejar de lado la necesaria regulación para asegurar protección al consumidor y mitigación de riesgos sistémicos.
Países como Suiza, Singapur y algunos miembros de la Unión Europea han sido pioneros en establecer marcos legales claros para activos digitales, impulsando así la atracción de inversiones y el desarrollo tecnológico. El futuro de la regulación financiera en torno a las criptomonedas y stablecoins dependerá en gran medida de la capacidad de los reguladores para balancear la innovación con la seguridad financiera. La experiencia pasada ha dejado claro que un exceso de rigidez puede sofocar el crecimiento, mientras que la falta de supervisión puede abrir puertas a fraudes, malas prácticas y pérdidas significativas para inversores y usuarios. La evolución que se está produciendo refleja una maduración del entorno financiero, donde los activos digitales comienzan a ser considerados no solo como instrumentos especulativos, sino como componentes legítimos y necesarios para la transformación digital del sector. Los bancos, por su parte, están posicionándose para incorporar tecnologías blockchain, pagos digitales y servicios en criptomonedas, cada vez con mayor confianza y respaldo institucional.
Es importante destacar que la supervisión normal a la que la Fed se refiere no implica un retiro completo del control, sino más bien una integración de la vigilancia de las actividades cripto dentro de los mecanismos regulatorios habituales, permitiendo una supervisión más fluida y adaptada a las características específicas del sector. Desde la perspectiva de los usuarios y empresas, este cambio abre nuevas oportunidades para la creación de productos y servicios financieros innovadores, como préstamos y depósitos en stablecoins, soluciones de pago basadas en blockchain, y la posibilidad de que los bancos tradicionales actúen como custodios de activos digitales, todo ello dentro de una estructura regulatoria que busca ser moderna y funcional. En conclusión, la decisión conjunta de la Fed, FDIC y OCC de retirar las directrices restrictivas supone un hito importante en la transición regulatoria hacia un marco más flexible y favorable para la innovación cripto dentro del sistema financiero estadounidense. Si bien quedan desafíos y voces críticas, este movimiento representa un paso crucial para la integración real de las criptomonedas en el ecosistema bancario, potenciando el desarrollo económico y tecnológico, y posicionando a Estados Unidos en una carrera global hacia la transformación digital de las finanzas.