En la era digital en la que vivimos, contar con una conexión a internet rápida y confiable se ha convertido en una necesidad fundamental, especialmente para quienes trabajan o estudian desde casa. Sin embargo, muchos de nosotros hemos experimentado la frustración de velocidades de gigabit más lentas de lo esperado. A continuación, compartiré mi experiencia personal y una guía sobre cómo logré optimizar mi conexión a internet en casa. Recientemente, me mudé a un nuevo barrio y, buscando mantenerme conectado, decidí contratar el plan de internet más rápido que ofrecía mi proveedor, Verizon Fios. Ilusionado por la promesa de velocidades gigabit, pensé que finalmente podría disfrutar de streaming sin interrupciones y videoconferencias sin problemas.
No obstante, a medida que pasaban los días, me di cuenta de que las cosas no eran tan perfectas como habían prometido. La señal de internet comenzó a fluctuar. Experimenté tiempos de carga interminables, interrupciones en mis reuniones virtuales y una calidad de imagen degradante al intentar ver mis series favoritas. En un principio, no le di demasiada importancia; después de todo, siempre había tenido una conexión decente en mis lugares anteriores. Sin embargo, con el trabajo remoto convirtiéndose en la norma, comprendí que necesitaba resolver este problema urgentemente.
Decidí ponerme en contacto con el servicio al cliente de Verizon Fios. La agente que me atendió se sorprendió al saber que estaba teniendo problemas con mi conexión, especialmente porque estaba en el segundo plan más rápido que ofrecen. Me aseguraron que no debería estar experimentando estas fluctuaciones. Así que, en lugar de cambiar de proveedor o invertir en un nuevo router inmediatamente, decidí investigar algunas soluciones por mi cuenta. El primer paso en mi estrategia fue realizar una prueba de velocidad.
Elegí utilizar Ookla, una de las plataformas más recomendadas para medir la velocidad de conexión a internet. Después de realizar varias pruebas, descubrí que mis velocidades estaban muy por debajo de lo esperado. Para mi asombro, obtenía solo entre 248 y 275 Mbps, a pesar de estar en un plan de gigabit. Dirigiéndome a diferentes habitaciones, noté que mis velocidades caían drásticamente en el sótano, donde reporté descargas de apenas 76 Mbps y subidas de 19 Mbps. Era evidente que la distancia y quizás la ubicación del router estaban afectando la calidad de mi conexión.
Con esta información, el siguiente paso fue mover el router a un lugar más central en mi hogar. En el pasado, había colocado el router en una esquina de la sala de estar, un lugar que parecía conveniente pero que, evidentemente, no era el mejor para la señal. Al trasladar el router, noté una ligera mejora en las velocidades, pero aún sentía que no era suficiente. Decidí buscar un extensor de Wi-Fi. Después de hablar con el servicio al cliente nuevamente, me informaron que tenía derecho a un extensor de Wi-Fi proporcionado por Verizon como parte de mi plan, sin ningún costo adicional.
Emocionado, solicité el equipo. Dentro de unos días, el extensor llegó a mi puerta, y, armado con un manual sencillo de instalación, me dispuse a configurarlo. El proceso fue bastante simple. Conecté el extensor utilizando un cable coaxial y seguí las instrucciones para emparejarlo con mi router. Sin embargo, al llevarlo al sótano, donde estaba luchando por una señal adecuada, me di cuenta de que el indicador de conexión no mostraba luz estable.
Esto significaba que la conexión no se había realizado correctamente. Tras varios intentos y revisiones al manual, finalmente comprendí que el extensor debía estar en una posición óptima, situada a media distancia entre el router y el área problemática del hogar. Después de algunas pruebas, encontré un lugar ideal para el extensor, un espacio que no estaba demasiado lejos del router principal, pero que podía cubrir el área donde experimentaba más problemas de conexión. Al encenderlo nuevamente, el indicador mostró luz blanca constante. Una señal de éxito.
Con el extensor finalmente funcional, decidí realizar otra prueba de velocidad en el sótano. Para mi deleite, las velocidades habían mejorado notablemente, alcanzando hasta 598 Mbps en descarga y 187 Mbps en subida. La instalación del extensor había hecho una diferencia considerable en la calidad de mi conexión, y las mejoras fueron fácilmente notables. Ahora podía disfrutar de streaming sin interrupciones y mis videollamadas funcionaban sin problemas, algo que me pareció casi un milagro después de los problemas que había estado enfrentando. Además de mover mi router y utilizar el extensor, me di cuenta de que podría mejorar aún más la eficiencia de la conexión priorizando el tráfico en mi red.
Vine a saber que muchos routers, incluido el mío, permiten gestionar el uso de ancho de banda, lo que puede ayudar a evitar que ciertos dispositivos interfieran con la velocidad de otros. Esto es útil, especialmente en hogares donde varias personas utilizan internet al mismo tiempo. Los resultados de mis esfuerzos no solo han mejorado mi experiencia en línea, sino que también he aprendido la importancia de hacer un monitoreo regular de la velocidad de mi conexión. Realizar pruebas de velocidad periódicas me ha permitido identificar cualquier fluctación lo más rápido posible y hacer ajustes necesarios. En conclusión, mi experiencia con velocidades de gigabit lentas y problemáticas se resolvió gracias a una combinación de pruebas, ajustes y un poco de investigación.
No siempre es necesario cambiar de proveedor o comprar el equipo más caro del mercado. A veces, los problemas de conexión pueden ser solucionados mediante una reubicación estratégica de dispositivos y la utilización de extensores que amplíen la señal. La tecnología doméstica siempre está en evolución, y mantenerse informado sobre las opciones disponibles puede ayudar a maximizar la calidad de nuestra experiencia en línea. Ahora, mi hogar es un lugar de productividad y entretenimiento, con una conexión confiable que nos permite disfrutar de todo lo que la web tiene para ofrecer sin inconvenientes.