La empatía, esa capacidad que nos permite ponernos en el lugar del otro, se ha considerado durante mucho tiempo una cualidad fundamentalmente humana. Sin embargo, nuevos descubrimientos están transformando esta percepción, particularmente en nuestra comprensión de los grandes simios más cercanos a nosotros: los bonobos y los chimpancés. Durante décadas, la comunidad científica sostuvo que los bonobos eran los apes más empáticos, conocidos coloquialmente como "simios hippies" por sus comportamientos pacíficos y sociales, mientras que los chimpancés eran vistos como más agresivos y dominantes. No obstante, un estudio reciente derriba esa idea y demuestra que ambos muestran comportamientos consoladores en proporciones sorprendentemente similares. Investigadores de la Universidad de Durham llevaron a cabo una observación minuciosa que superó las 1,400 horas de estudio, analizando las reacciones de 90 simios —40 bonobos y 50 chimpancés— frente a situaciones de estrés y conflicto.
Este estudio, publicado en la revista Evolution and Human Behavior, mostró cómo ambas especies recurren a la consolación, un comportamiento que incluye abrazos, contacto físico y sostener las manos para calmar a un congénere angustiado. Estas acciones no solo son indicadores claros de empatía, sino que también revelan un nivel de complejidad emocional que no se había apreciado plenamente en los chimpancés. Uno de los hallazgos más interesantes fue la influencia de la edad en estos comportamientos. Jovenes bonobos y chimpancés fueron significativamente más propensos a consolar que sus contrapartes mayores. En el caso de los bonobos, la empatía parecía circular más libremente, ya que los jóvenes no solo ofrecían más consuelo sino que también lo recibían con mayor frecuencia.
Por otro lado, en la comunidad de chimpancés, los machos jóvenes y los amigos cercanos eran los más activos a la hora de brindar apoyo emocional. Esto indica que, al igual que en los humanos, las relaciones sociales y el contexto individual juegan un papel clave en la expresión de empatía. Las observaciones se realizaron en dos santuarios especializados: Lola ya Bonobo en la República Democrática del Congo y Chimfunshi Wildlife Orphanage en Zambia. Estos espacios no solo permiten seguir la vida cotidiana de estos animales en un entorno casi natural, sino que también ofrecen un refugio a simulados huérfanos o aquellos recuperados de situaciones precarias. Es en estos hábitats donde la naturaleza social compleja de estos simios se vuelve evidente y donde surge una visión más enriquecida de sus capacidades emocionales.
La supervisión de la investigadora principal, la profesora Zanna Clay, destaca la enorme relevancia de este estudio. Al confirmar que la empatía y la consolación no son exclusividad humana y que se manifiestan de forma similar en estos primates, la investigación abre una ventana para repensar la evolución social de nuestro propio comportamiento. Según Clay, la raíz de la empatía parece encontrarse en un ancestro común que vivió hace más de siete millones de años, lo que sugiere que los fundamentos de la bondad humana están profundamente arraigados en la historia evolutiva. Además, se observó que, tal como sucede en los humanos, cada individuo dentro de las especies exhibe rasgos de personalidad que determinan su nivel de empatía. Mientras que algunos son naturalmente más atentos y propensos a brindar apoyo, otros muestran menos inclinación para hacerlo, independientemente de si son bonobos o chimpancés.
Este hallazgo subraya la flexibilidad y riqueza del comportamiento social de estos animales y la importancia del entorno social y cultural en la expresión de la empatía. Más allá de la fascinación que genera descubrir empatía en nuestros primos simiescos, estos resultados tienen implicaciones prácticas y profundas para la conservación y el respeto hacia estas especies. Comprender que la empatía forma parte integral de sus vidas sociales puede influir en cómo diseñamos programas de rehabilitación y conservación, asegurando que se priorice el bienestar emocional además de la supervivencia física. El estudio también invita a reflexionar sobre la naturaleza humana y nuestra relación con otras especies. La empatía es una brújula social que ha facilitado la cooperación y el desarrollo cultural de nuestra especie.
Saber que no estamos solos en esta capacidad emocional refuerza la conexión evolutiva que compartimos con los grandes simios y promueve una visión más compasiva hacia ellos. Actualmente, los investigadores planean ampliar sus observaciones para incluir grupos de simios en estado más salvaje, buscando entender si estas conductas se mantienen con la misma intensidad y características fuera de entornos protegidos. Los resultados futuros podrían enriquecer aún más nuestra comprensión sobre el origen y la diversidad de la empatía en el reino animal. En definitiva, entender que bonobos y chimpancés ofrecen consuelo y comprensión a sus compañeros demuestra que la empatía es un hilo conductor que trasciende la especie humana. Esta perspectiva no solo rompe estereotipos antiguos, sino que también abre puertas para una relación más respetuosa y consciente con los animales que comparten con nosotros este planeta.
Así, cada vez que brindamos consuelo a alguien, estamos participando en una práctica milenaria que une a todos los simios en una cadena emocional que conecta pasado, presente y futuro.