En el actual contexto económico mundial, donde la inflación y la volatilidad financiera prevalecen como preocupaciones constantes, surge un debate importante sobre las alternativas de inversión más efectivas para proteger el valor del patrimonio. Tradicionalmente, el oro ha sido el activo preferido para actuar como un refugio seguro frente a la inflación y la inestabilidad geopolítica. Sin embargo, figuras influyentes del mundo de la tecnología y las finanzas, como Adam Back, CEO de Blockstream, advierten que Bitcoin podría comenzar a disputar ese papel en la próxima década. Durante la Paris Blockchain Week 2025, Adam Back mantuvo una conversación reveladora con Gareth Jenkinson, editor managing de Cointelegraph, en la que destacó la capacidad de Bitcoin para captar una parte significativa del mercado que ha sido tradicionalmente dominado por el oro. Su argumentación se basa en varios pilares fundamentales que justifican este potencial cambio en la preferencia de los inversores.
Uno de los aspectos más destacados por Back es la limitada oferta de Bitcoin. Al igual que el oro, BTC es un activo escaso, limitado a un suministro máximo de 21 millones de unidades. Esta característica lo posiciona como un recurso valioso en un entorno donde las principales monedas fiduciarias, como el dólar estadounidense y el euro, han incrementado sus ofertas en más de un 50% en los últimos cinco años. Este aumento exponencial en la cantidad de moneda circulante alimenta las presiones inflacionarias, pues, en definitiva, más dinero persiguiendo la misma cantidad de bienes y servicios tiende a elevar los precios. Adam Back subraya que, a pesar de los recientes retrocesos en su valor —incluyendo una caída del 30 % desde picos anteriores que superaron los 109,000 dólares—, Bitcoin sigue en una curva ascendente de adopción y reconocimiento como activo valioso.
Además, la naturaleza digital y global de Bitcoin ofrece ventajas prácticas frente al oro, que es un recurso físico, más difícil de almacenar y transferir. El CEO de Blockstream también anticipa que la tasa de inflación podría llegar a rondar entre el 10 % y el 15 % durante la próxima década. Este escenario complicado de inflación elevada y prolongada implica que los retornos tradicionales en acciones, bienes raíces o renta fija podrían no ser suficientes para preservar el poder adquisitivo. En contraste, Bitcoin podría ofrecer un rendimiento superior por su escasez programada y su independencia de las políticas monetarias expansivas. Es importante señalar que las predicciones de inflación no son unánimes.
Por ejemplo, el Banco de la Reserva Federal de Cleveland proyecta una inflación anual promedio del 2.18 % para los próximos diez años. Sin embargo, otras fuentes, como la encuesta del consumidor de la Universidad de Michigan, indican expectativas mucho más altas, con una inflación anticipada del 5 % para el próximo año y del 4.1 % en cinco años. Estas discrepancias reflejan la incertidumbre y el debate sobre la evolución económica futura, pero también subrayan el temor creciente entre los individuos sobre una subida sostenida de precios.
Otro factor que podría estimular la adopción de Bitcoin como refugio inflacionario es el desarrollo regulatorio y la apertura política en Estados Unidos, uno de los mercados más relevantes para las criptomonedas. La aprobación reciente de fondos cotizados en bolsa (ETF) basados en Bitcoin ha facilitado la participación de una base más amplia de inversores institucionales y retail, integrando de manera más fluida a Bitcoin en el sistema financiero tradicional. Adam Back resaltó que el entorno regulatorio se está volviendo menos restrictivo, mencionando incluso la administración del expresidente Donald Trump, la cual, según él, ha relajado medidas que previamente dificultaban la adopción de activos digitales, como la acción conocida como Operation Chokepoint 2.0. Además, el movimiento de instituciones gubernamentales hacia la posesión directa de Bitcoin también marca una evolución significativa.
Un ejemplo concreto es la orden ejecutiva firmada por Trump en marzo de 2025, que establece una reserva de Bitcoin financiada con activos confiscados en casos criminales. Aunque Adam Back prefiere que los individuos adquieran Bitcoin antes que los gobiernos, ya que esto podría evitar una competencia excesiva entre estados por el control del activo, reconoce que estos pasos legitiman la posición de la criptomoneda en el ecosistema financiero. Desde una perspectiva histórica, el oro ha sido valorado no solo por su capacidad para preservar riqueza frente a la inflación, sino también como una herramienta para cubrir riesgos geopolíticos. Conflictos internacionales, crisis económicas y cambios políticos suelen provocar incrementos en la demanda del metal precioso. Bitcoin, por su naturaleza descentralizada y su resistencia a la censura, posee características similares, e incluso superiores en algunos aspectos, para funcionar como un resguardo en tiempos de incertidumbre global.
La función de Bitcoin como almacenamiento de valor también se ve reforzada por su diseño tecnológico. La tecnología blockchain garantiza la transparencia, la inmutabilidad y la seguridad de las transacciones, lo que contribuye a generar confianza entre sus usuarios. Por otro lado, la percepción del público y los medios sobre Bitcoin ha cambiado radicalmente desde su creación en 2009. Hoy no se le ve solamente como un experimento tecnológico o una herramienta especulativa, sino como un activo financiero legítimo y estratégico para la diversificación de carteras. No obstante, es crucial considerar que Bitcoin aún enfrenta retos importantes en su camino hacia consolidarse como un sustituto o complemento del oro.
Su elevada volatilidad en períodos cortos sigue siendo motivo de preocupación para muchos inversores conservadores. La infraestructura para su uso diario y su integración en sistemas financieros más amplios continúa en desarrollo, y la incertidumbre regulatoria, aunque mejorando, no ha desaparecido por completo. En términos de impacto social y económico, la expansión de Bitcoin como cobertura contra la inflación podría modificar dinámicas tradicionales en el mercado de inversiones. Por un lado, ofrecería a personas en países con hiperinflación o economías inestables una herramienta accesible para proteger sus ahorros. Por otro lado, la competencia entre Bitcoin y el oro como activo refugio podría desencadenar cambios en la demanda global de metales preciosos, afectando la minería, el comercio y las políticas nacionales vinculadas.