En el vertiginoso mundo de las criptomonedas, donde la tecnología y la especulación se entrelazan, un nuevo informe de Chainalysis ha iluminado un aspecto inquietante del ecosistema: algunos de los mayores "HODLers" de criptomonedas, aquellos que mantienen sus activos a largo plazo, resulta que también están implicados en actividades criminales. Este hallazgo ha llamado la atención sobre la naturaleza dual de los titulares de criptomonedas de alto valor, que, bajo la aparente legitimidad de sus cuentas, podrían estar escondiendo un trasfondo turbio. El informe revela que más de 4,000 cuentas cripto, consideradas "ballenas" (aquellos con más de un millón de dólares en criptomonedas), han obtenido sus activos a través de medios ilícitos. En total, estas carteras contienen aproximadamente 25 mil millones de dólares, una suma considerable que pone de manifiesto la magnitud del problema. De acuerdo con Chainalysis, los criminales del criptomundo representan ahora el 3.
7% de todas las ballenas cripto en el mundo, algo que no solo es alarmante, sino que también plantea preguntas sobre la regulación y la integridad del ecosistema cripto. Las "ballenas" criminales no son una etérea representación de la avaricia; son entidades reales que han prosperado en un entorno digital que a menudo carece de supervisión adecuada. El informe destaca que hay alrededor de 4,068 cuentas que se consideran "ballenas criminales". Estas no solo poseen más de un millón de dólares en sus carteras, sino que también han recibido más del 10% de sus fondos de direcciones ilícitas asociadas a fraudes o estafas. Este vínculo entre la generosidad financiera y la actividad delictiva no es trivial y plantea serias cuestiones sobre la seguridad y la confianza en las plataformas de criptomonedas.
El análisis detalla que la mayor parte de las ganancias ilícitas de estas cuentas provienen de estafas o de transacciones en el mercado oscuro. En un contexto más amplio, los fondos robados dominan el balance criminal, representando el 93% de todos los saldos asociados a actividades delictivas. A finales de 2021, se estimó que las pérdidas asociadas a los mercados oscuros alcanzaron los 448 millones de dólares. Esto indica que, aunque la actividad criminal es rampante, las ganancias reales de los delitos parecen reflejar una tendencia fluctuante; los criminales tienden a liquidar sus ganancias más rápidamente que otros inversores. Sin embargo, la naturaleza del delito en criptomonedas no es monolítica.
Un análisis más detallado de las carteras revela que los balances asociados con el mercado oscuro tienden a contener un mayor porcentaje de fondos ilícitos, lo que implica que los criminales que operan en este espacio son más propensos a mantener esas ganancias a largo plazo. Por otro lado, aquellos que han obtenido sus activos a través de robos tienden a liquidar sus tenencias más rápidamente, como si se apresuraran a convertir su riqueza malhabida en efectivo antes de que las autoridades pudieran rastrear sus movimientos. La preocupación por el aumento de delitos relacionados con criptomonedas ha sido un tema candente desde que el interés en la criptografía alcanzó su punto máximo en 2021. En un solo incidente notable, hackers robaron 322 millones de dólares en criptomonedas del puente token Wormhole, marcando una de las mayores violaciones de seguridad de la historia del DeFi. Este tipo de actividad pirata ha ido en aumento a medida que el espacio DeFi ha crecido, siendo ecosistemas descentralizados especialmente vulnerables a tales ataques.
Además de los robos y estafas, el informe también menciona la proliferación de estafas en el ámbito de los tokens no fungibles (NFT). A través de proyectos engañosos y "rug pulls", los delincuentes generan un hype artificial en torno a ciertosNFT para inflar artificialmente su valor, solo para abandonarlos cuando logran agotar los fondos de los inversores desprevenidos. Este fenómeno está creciendo, y su impacto en el mercado es significativo, cuestionando la estabilidad y sostenibilidad de la economía digital en la que operan. En respuesta a estos desafíos, las autoridades están comenzando a actuar. El Departamento de Justicia de EE.
UU. ha intensificado su lucha contra el crimen criptográfico. En un caso reciente, se arrestó a dos individuos en Manhattan por un supuesto complot de lavar criptomonedas robadas durante el hackeo de Bitfinex en 2016. Hasta la fecha, se han incautado más de 3.6 mil millones de dólares en criptomonedas asociadas a ese hackeo.
Este tipo de acciones subraya un cambio en la actitud de las autoridades hacia la regulación y el control del uso de criptomonedas. Además, en el Reino Unido, las autoridades fiscales han dado un paso audaz al confiscar NFTs en el marco de una investigación por fraude. Tres individuos fueron arrestados bajo sospecha de haber llevado a cabo una estafa de 2 millones de dólares en NFTs, y se confiscó un lote de NFTs valorados en 5,000 libras. Este tipo de intervención sugiere un enfoque más proactivo por parte de las autoridades fiscales hacia el mundo de las criptomonedas, que ha estado en gran medida al margen de las normativas tradicionales. A medida que la criptomoneda se vuelve más común, el enfrentamiento entre la innovación tecnológica y el crimen organizado parece inevitable.