En el vertiginoso mundo de las criptomonedas y la tecnología blockchain, pocas voces generan tanta atención como la de Charles Hoskinson, conocido por ser uno de los cofundadores de Ethereum y por liderar el desarrollo de Cardano. Recientemente, durante una sesión de preguntas y respuestas celebrada el 23 de abril de 2025, Hoskinson sorprendió a la comunidad cripto con una predicción audaz y directa: Ethereum, la segunda cadena de bloques más grande y reconocida del ecosistema, podría no sobrevivir los próximos 10 a 15 años. Esta declaración ha reavivado un intenso debate sobre el futuro de las plataformas blockchain y la competitividad en un sector en constante evolución. La advertencia de Hoskinson ha generado preocupación y discusión acerca de los fundamentos técnicos y estructurales de Ethereum que, desde su perspectiva, están poniendo en serio riesgo su viabilidad a largo plazo. Hoskinson no es un crítico cualquiera, sino alguien que ha contribuido al nacimiento de Ethereum y tiene un profundo conocimiento sobre las arquitecturas blockchain.
Su diagnóstico señala tres grandes errores técnicos cometidos por Ethereum desde sus inicios: un modelo contable cuestionable, una máquina virtual inapropiada, y un mecanismo de consenso deficiente. Según él, estas decisiones de diseño han generado un efecto negativo en la escalabilidad, rendimiento y evolución del protocolo, obstaculizando su capacidad para mantenerse compactado con las demandas crecientes de usuarios y desarrolladores. Además, resalta que la intención de Ethereum de incorporar soluciones de capa dos y mecanismos de sanción complejos no ha logrado resolver los problemas fundamentales que enfrenta y, en contraparte, han generado nuevas complicaciones dentro de la red. Uno de los puntos centrales en la crítica de Hoskinson se relaciona con la gobernanza on-chain, o la capacidad de la red para autogestionarse, adaptarse e implementar mejoras de forma efectiva y democrática. Ethereum, de acuerdo con su análisis, carece de un sistema robusto de gobernanza interno.
Esta ausencia, junto con la dependencia excesiva en la influencia de personajes clave como Vitalik Buterin, expone a la red al riesgo de fragmentación y a la dificultad para implementar reformas necesarias de manera ágil. Hoskinson advierte que lograr una gobernanza funcional podría tomar años, tiempo durante el cual Ethereum estaría expuesto a perder terreno frente a competidores más adaptables y tecnológicamente avanzados. Frente a este panorama crítico, Hoskinson presenta a Cardano como una alternativa sólida que ha integrado desde su concepción soluciones que Ethereum debería adoptar. Cardano implementa un modelo contador extendido de tipo UTXO (Unspent Transaction Output), similar al utilizado en Bitcoin y diferente al modelo de cuentas que usa Ethereum, lo que optimiza la trazabilidad, seguridad y eficiencia de las transacciones. Además, la blockchain de Cardano utiliza una máquina virtual basada en RISC-V, un diseño más simple y eficiente que promete mejores tiempos de ejecución y mayor versatilidad para la implementación de contratos inteligentes.
Estas elecciones técnicas, junto con la escalabilidad garantizada por Hydra — una solución de capa dos que mejora la capacidad de procesamiento de transacciones — posicionan a Cardano como una infraestructura preparada para enfrentar los desafíos futuros del ecosistema. En su argumentación, Hoskinson también anticipa un escenario donde las finanzas descentralizadas (DeFi) basadas en Bitcoin puedan superar rápidamente a Ethereum en términos de liquidez y experiencia del usuario gracias a la aparición y mejora de blockchains monolíticas rápidas. La posible ruptura entre la capa uno de Ethereum y sus soluciones de escalabilidad podría provocar una llamada “divorcio hostil”, minando aún más la cohesión del ecosistema y debilitando la posición de Ethereum frente a competidores emergentes. Esta situación se suma a la percepción de que Ethereum, a pesar de ser un proyecto brillante, se está convirtiendo víctima de su propio éxito, enfrentando retos que plataformas más jóvenes pero tecnológicamente mejor diseñadas podrían superar sin mayores dificultades. Este panorama recuerda a la evolución en otros sectores tecnológicos donde gigantes del pasado como MySpace o BlackBerry, líderes en su momento, acabaron siendo desplazados por innovaciones que supieron adaptarse a las nuevas realidades del mercado.
La analogía invita a la comunidad cripto a reflexionar sobre la importancia de la innovación constante, la gobernanza abierta y la flexibilidad tecnológica para asegurar la supervivencia y relevancia en un ámbito tan competitivo y dinámico como el blockchain. La proclamación de Hoskinson ha tenido impacto inmediato en el mercado y en la prensa especializada, contribuyendo a un renovado interés en el análisis de las fortalezas y debilidades de las principales redes blockchain. Mientras Ethereum continúa consolidando su posición y escalando en valor dentro del mercado, su arquitectura y modelo de gobernanza deben ser evaluados en profundidad para evitar que los pronósticos de Hoskinson se conviertan en realidad. Por otro lado, Cardano y otras plataformas emergentes capitalizan esta evaluación al fortalecer sus tecnologías y propuestas de valor, atrayendo a desarrolladores y usuarios en busca de alternativas más robustas para aplicaciones descentralizadas. El debate no solo trasciende lo técnico sino también plantea interrogantes filosóficos sobre la descentralización, el poder y el control dentro de las redes blockchain.