El lenguaje C sigue siendo uno de los pilares fundamentales en la programación informática, especialmente en el ámbito del software de bajo nivel y sistemas embebidos. A pesar de su longevidad y amplia adopción, el ecosistema de libros técnicos dedicados a C es sorprendentemente escaso si lo comparamos con otros lenguajes, en particular con C++. Este déficit puede conducir a que muchos desarrolladores adopten prácticas poco estructuradas o código poco mantenible, comúnmente conocido como “spaghetti code”. El libro Fluent C: Principles, Practices, and Patterns, escrito por Christopher Preschern y publicado por O'Reilly Media en 2022, busca llenar este vacío con un enfoque anunciado en los patrones y las prácticas de diseño destinadas a hacer la programación en C más fluida, clara y robusta. La importancia de esta obra radica en que cubre un espectro amplio y variado de patrones específicos para C, un lenguaje que no ofrece muchas de las comodidades de programación moderna, como manejo de excepciones o abstracciones avanzadas propias de C++.
El libro presenta aproximadamente 50 patrones distribuidos en nueve capítulos que abordan aspectos cruciales como el manejo de errores, la gestión de la entrada y salida de funciones, la flexibilidad en tiempo de ejecución y el diseño físico del código. Además, concluye con dos capítulos donde se ejemplifica cómo estos patrones pueden integrarse en subsistemas más grandes, como un sistema de gestión de usuarios y un registrador de eventos (logger). Uno de los valores más evidentes de Fluent C es su estructura clara y didáctica. Cada patrón se expone con secciones dedicadas al contexto, problema, solución, consecuencias, casos de uso conocidos y ejemplos prácticos. Este formato facilita la comprensión y aplicación en proyectos reales, brindando a los programadores una guía concreta y valiosa.
Dentro del área de manejo de errores, donde C presenta mayores limitaciones debido a la ausencia total de excepciones, el libro destaca patrones como “Special Return Values”. Este método propone el uso de valores especiales que cómodamente pueden indicar errores, como el retorno de NULL, en lugar de los códigos de error más tradicionales o variables globales que complican la trazabilidad. En un lenguaje donde las opciones para cubrir estos casos son limitadas, encontrar patrones confiables para el manejo de errores es fundamental para evitar fallos inesperados y mejorar la calidad del software. Otro patrón interesante es el “Cursor Iterator”, que resuelve la necesidad de recorrer estructuras de datos independientemente de su implementación subyacente. Este patrón no solo facilita la abstracción en el acceso a los datos, sino que también aporta beneficios importantes en la seguridad y la integridad, haciendo posible la protección ante modificaciones concurrentes y permitiendo que la interfaz del iterador sea segura en entornos multihilo.
Esta preocupación por la robustez en escenarios complejos es esencial en sistemas críticos donde el lenguaje C es habitual. A pesar de su clara utilidad, el libro también invita a reflexionar sobre por qué algunos autores y programadores intentan reproducir características de C++, un lenguaje que busca ser compatible con C pero que ofrece funcionalidades mucho más avanzadas para la programación de alto nivel. Esta duda resuena a lo largo de la lectura y es válida, pues aunque C es increíblemente eficiente, no siempre es la mejor solución para todo tipo de proyectos, especialmente los que necesitan flexibilidad y características modernas propias de lenguajes orientados a objetos. Sin embargo, Fluent C se refrenda en que su objetivo no es sustituir C++, sino mejorar y hacer más profesional la programación en C, un lenguaje que sigue siendo insustituible en ciertas áreas como sistemas embebidos, desarrollo de sistemas operativos, controladores y aplicaciones donde el acceso directo al hardware y la eficiencia son primordiales. No obstante, el libro no está exento de críticas.
Aunque incluye dos capítulos dedicados sólo a errores, deja fuera temas importantes y complementarios como las prácticas de testing o pruebas de software, esenciales para garantizar calidad y detección temprana de defectos. Igualmente, carece de un enfoque en el diseño orientado a datos, que para muchos es un paradigma esencial para el desarrollo moderno. Otra cuestión destacada en la reseña es el patrón denominado “Lazy Cleanup”, que sugiere dejar que el sistema operativo libere recursos sin preocuparse explícitamente de hacerlo en el programa. Si bien puede funcionar en aplicaciones triviales, en sistemas complejos o que requieren precisión, esta práctica puede resultar poco viable o incluso peligrosa. Visualmente, el estilo gráfico de los diagramas que ilustran los patrones tiene un toque de pseudo-dibujo a mano alzada, que puede resultar atractivo para algunos lectores, pero que en general no fue del agrado del crítico, pues puede restar profesionalidad o claridad en ambientes técnicos.