Conor McGregor, la estrella irlandesa de las artes marciales mixtas, ha vuelto a ocupar un lugar destacado en la esfera pública, pero esta vez no por su carrera deportiva ni por sus controversias legales, sino por sus declaraciones sobre una posible candidatura a la presidencia de Irlanda. En una entrevista reciente con el controvertido exconductor de Fox News, Tucker Carlson, McGregor puso en duda sus propias posibilidades de competir por el más alto cargo político en su país natal, arrojando luz sobre las dificultades y desafíos que enfrenta en su ambición política. La conversación tuvo lugar en la Gran Logia de los Masones en Dublín, un lugar simbólico que acentuó el tono serio y reflexivo de la plática. Durante aproximadamente 54 minutos, McGregor detalló sus ideas y preocupaciones respecto a la gobernanza irlandesa, la inmigración, la crisis económica y la crisis habitacional, asuntos que considera críticos para el futuro del país. Uno de los puntos más destacados de la entrevista fue la crítica de McGregor hacia la clase política irlandesa, a la que acusó de mantener un control rígido y excluyente sobre la estructura democrática del país.
Según sus palabras, obtener una nominación para postularse a la presidencia requiere respaldos difícilmente alcanzables por alguien fuera de los partidos políticos tradicionales. En su propia expresión, explicó que para convertirse en candidato presidencial, uno debe conseguir el apoyo de al menos cuatro consejos del condado controlados por partidos gobernantes o la nominación de veinte miembros del Oireachtas, muchos de ellos afiliados a esos mismos partidos. Esta situación, en su opinión, limita severamente la participación democrática efectiva. Además, McGregor calificó a Irlanda como un país que “no es democrático” en la práctica y aseveró que en algún momento los políticos deberán rendir cuentas ante sus electores. Esta declaración revela su frustración con el sistema político actual y su deseo de que exista una mayor transparencia y participación ciudadana.
La entrevista también tocó temas como la inmigración, campo donde el peleador reiteró sus posturas previamente expresadas en diversas ocasiones, incluso durante su encuentro con Donald Trump en la Casa Blanca el Día de San Patricio. McGregor manifestó su preocupación por lo que llamó una “invasión masiva ilegal de migrantes” que, según él, está alterando la identidad cultural de Irlanda y beneficiando a intereses privados a expensas del público. Este enfoque ha generado polémica en un contexto social y político muy sensible en Irlanda. Respecto a la crisis habitacional y económica que aqueja al país, McGregor adoptó un discurso contundente y esperanzador, prometiendo su intención de corregir estos problemas. Definió su objetivo como devolver la riqueza pública al pueblo y acabar con el “apretado control” de la élite política sobre los recursos nacionales.
Su autodefinición como alguien que operaciones sus negocios “basado en la justicia” contrasta con su visión negativa del desempeño del gobierno, al que acusa de actuar en contra del interés común, lo que amenaza con borrar la cultura irlandesa tradicional y debilitar el tejido social. Sin embargo, más allá de las propuestas e ideas, McGregor no ha ocultado las dificultades prácticas que enfrenta para convertir su intención en una realidad política. Cuando Tucker Carlson le preguntó por qué no puede simplemente presentar su candidatura, McGregor explicó las barreras estructurales inherentes en el sistema electoral irlandés, donde la influencia y el control de los partidos establecidos dificultan significativamente que candidatos independientes o outsiders accedan a la contienda presidencial. A este panorama se suma la sombra de varias controversias legales que han rodeado a McGregor en los últimos años. En noviembre de 2024, fue declarado civilmente responsable en un caso por daños y perjuicios relacionados con una acusación de agresión sexual.
Una mujer irlandesa, Nikita Hand, logró obtener un veredicto favorable en el Tribunal Superior de Dublín, donde el jurado aseguró que McGregor la había violado en una habitación del Hotel Beacon de Dublín en 2018, otorgándole una indemnización de 250,000 euros. McGregor está apelando la decisión, pero el caso ha alimentado el debate público y ha afectado su imagen. Durante la entrevista, Carlson optó por no abordar esta controvertida cuestión, prefiriendo centrarse en temas políticos y sociales expuestos por McGregor. Esto dejó para el público y los analistas el trabajo de evaluar el peso que estas cuestiones pueden tener en las aspiraciones políticas del atleta. Otro aspecto que McGregor mencionado fue su crítica hacia ciertas fuerzas policiales irlandesas, especialmente el Cuerpo de Tráfico de An Garda Síochána.
Además de reconocer la eficacia de este cuerpo en cuanto a los niveles de condenas por infracciones de tráfico, lamentó el impacto negativo que el rigor en esta área puede tener sobre la población, señalando que las sanciones podrían estar contribuyendo a problemas sociales profundos, incluyendo el estrés que afecta a los ciudadanos, llevando incluso a tragedias personales como suicidios y rupturas familiares. La visita y la entrevista con Tucker Carlson tuvieron un ambiente de celebración casi íntima, culminando en un almuerzo en el pub Black Forge Inn, propiedad de McGregor en Crumlin, Dublín. Esta conexión con su barrio natal subraya su apego a sus raíces y el deseo de influir directamente en el destino de su comunidad, así como del país entero. A pesar de las dudas y obstáculos expresados, McGregor reiteró que seguirá solicitando que el proceso democrático permita que la gente decida y que su candidatura pueda evaluarse en un escenario justo. Esto deja abierta la puerta a futuros movimientos y a un posible retorno de la figura pública al escenario político nacional.