En los últimos meses, el mercado ha observado con atención el comportamiento de las acciones de AT&T, una de las mayores compañías de telecomunicaciones en Estados Unidos y a nivel mundial. Tras atravesar un período complicado durante la década pasada, y especialmente después de reducir su dividendo en 2022 tras 35 años consecutivos de aumentos, AT&T parece estar retomando fuerza y confianza entre los inversores. La cotización de sus acciones ha alcanzado los niveles más altos desde 2019, lo que genera un debate importante: ¿es un buen momento para comprar acciones de AT&T? Para entender mejor esta recuperación bursátil, es fundamental analizar las causas detrás de la evolución de AT&T. En la década anterior, la empresa cometió errores importantes en algunas operaciones de adquisición y venta, como la compra de DirecTV y la antigua Time Warner. Estas decisiones, en retrospectiva, resultaron costosas y afectaron significativamente los resultados financieros de la compañía, obligándola a reducir el dividendo y a replantear su estrategia.
Mientras sus competidores Verizon y T-Mobile aumentaron su presencia y crecimiento a través de un enfoque claro y dedicado en las redes de comunicación, AT&T inicialmente se vio envuelta en una diversificación que no generó los resultados esperados. Sin embargo, la empresa corrigió su rumbo y orientó nuevamente su modelo de negocio a los servicios esenciales: inalámbricos y fibra óptica, sectores que están mostrando una demanda creciente y una conexión más estable con los clientes. En el primer trimestre de 2025, AT&T presentó cifras alentadoras en cuanto a nuevos clientes y rendimiento financiero. La compañía reportó más de 324,000 adiciones netas de usuarios postpagos en el segmento inalámbrico y 261,000 nuevas conexiones en su negocio de fibra óptica. Estos datos reflejan un fortalecimiento continuo en las áreas que ahora conforman su núcleo operativo.
Si bien esta recuperación no implica un crecimiento acelerado, ya que sus ingresos crecieron aproximadamente un 2% anual en ese trimestre, la mejora en la rentabilidad fue notable con un aumento del 26% en el ingreso neto atribuible a la empresa. Otro aspecto relevante es el manejo de su deuda, que ha sido uno de los grandes desafíos de AT&T. A pesar de mantener una deuda total cercana a 126,000 millones de dólares, su balance muestra avances en la reducción. En el último año, la empresa logró pagar más de 7,000 millones de deuda, lo que mejora significativamente su posicionamiento financiero y reduce las presiones sobre sus resultados futuros. En cuanto a la rentabilidad para los accionistas, aunque el recorte del dividendo en 2022 fue un golpe para muchos inversores, AT&T mantiene una atractiva política de pagos con una rentabilidad cercana al 4.
1%, mucho más alta que el promedio del índice S&P 500, que ronda el 1.4%. Este retorno por dividendo, combinado con la capacidad de generar flujo de caja libre que supera los pagos a inversionistas, sugiere que la empresa tiene espacio para sostener estas retribuciones y potencialmente aumentarlas en el futuro. Las señales positivas en el balance, junto con un mercado telecomunicaciones en constante demanda debido al alto consumo de datos móviles y la expansión de la fibra óptica, han impulsado la confianza de los inversores y reflejado en un crecimiento superior al 70% en el valor total de las acciones en el último año. Este repunte ha recuperado buena parte del terreno perdido en años anteriores y sitúa a AT&T en una posición que invita a un análisis más detallado para nuevas inversiones.
Sin embargo, también existen riesgos e incertidumbres que deben ser ponderados. La empresa opera en un sector altamente competitivo, donde la innovación tecnológica y la presión regulatoria pueden modificar rápidamente el panorama. Competidores como Verizon y T-Mobile siguen siendo fuertes contendientes con estrategias agresivas para captar mercado. Además, mantener una deuda significativa implica que cualquier cambio en tasas de interés o condiciones financieras más estrictas podría afectar la liquidez y resultados de la compañía. Por otro lado, el mercado de telecomunicaciones está en pleno proceso de transformación con el desarrollo del 5G y la expansión de servicios digitales y de entretenimiento vinculados a la conectividad.
AT&T ha mostrado interés en enfocarse en áreas donde puede generar valor sostenible, pero aún debe demostrar que puede adaptarse con éxito a estas nuevas dinámicas. Para un inversor interesado en sumar AT&T a su cartera, la combinación de un dividendo atractivo, un plan de reducción de deuda activo y una mejora en los indicadores de captación de clientes es un argumento sólido. No obstante, esta inversión es más adecuada para quienes buscan una acción de perfil maduro, con un crecimiento estable pero moderado, y están dispuestos a aceptar cierto nivel de volatilidad derivada del contexto competitivo y la evolución del sector. En conclusión, AT&T presenta una oportunidad interesante para inversores que buscan balance entre ingresos por dividendos y crecimiento moderado en una industria clave y en evolución. El desempeño reciente ha dejado atrás algunos de los errores estratégicos del pasado y muestra una empresa ajustando sus cuentas y prioridades.
Sin embargo, antes de tomar una decisión, es recomendable considerar tanto el potencial a largo plazo como los posibles riesgos y continuar monitoreando el desarrollo de sus resultados y la dinámica del mercado telecomunicaciones. Para quienes crean en la recuperación y la capacidad de AT&T para mantener su reinvención, hoy podría ser un buen momento para mirar hacia esta empresa con una perspectiva renovada.