El año 2025 no ha sido favorable para Ethereum, la criptomoneda que durante años se había consolidado como el principal competidor de Bitcoin y líder en contratos inteligentes. Al iniciar el año, Ethereum experimentó una caída significativa en su precio que ha borrado por completo las ganancias obtenidas durante 2024, generando preocupación entre inversores y analistas sobre la evolución de este activo digital en el corto y medio plazo. Este fenómeno ocurre en medio de una ola de ventas por parte de grandes poseedores, popularmente conocidos como “ballenas”, quienes están vaciando sus carteras y provocando una presión a la baja en el mercado. Durante el primer trimestre de 2025, Ethereum registró una caída de más del 45%, con un cierre del trimestre en torno a los 1,805 dólares. Este desplome severo no solo refleja la volatilidad típica del mercado cripto, sino además señala problemas más profundos en la estructura y percepción de Ethereum como plataforma.
Mientras otras criptomonedas importantes, como Bitcoin, Solana o XRP, mostraron pérdidas menores o incluso cierta resistencia, la crisis en Ethereum se destacó por su intensidad y alcance. La participación de mercado de Ethereum también sufrió un golpe notable. Su dominio en la capitalización total del mercado cripto descendió hasta un 7.9%, el nivel más bajo desde finales de 2019, mientras Bitcoin consolidaba su supremacía subiendo a un 59.1%.
Esta tendencia sugiere que muchos inversores están buscando seguridad retornando a Bitcoin, considerado una reserva de valor más estable, a la vez que reducen su exposición a activos más volátiles y con mayores riesgos como Ethereum y otras altcoins. El deterioro en el desempeño de Ethereum va más allá de la simple fluctuación del mercado. Uno de los factores críticos ha sido la demora constante en la implementación de mejoras esenciales para escalar la red y optimizar sus costos y velocidades transaccionales. La dependencia ampliada en soluciones de capa 2 en lugar de avances directos en la capa 1 ha generado dudas entre la comunidad y los participantes del mercado. Esta falta de progreso ha permitido que competidores como Solana y Avalanche ganen terreno gracias a sus transacciones más rápidas y económicas.
El plan de Ethereum para superar estos retos incluye desarrollos importantes como Danksharding y la transición completa hacia Ethereum 2.0, que prometen aumentar la capacidad y reducir las tarifas. Sin embargo, los retrasos y la incertidumbre en torno a estos avances han erosionado la confianza de inversores y desarrolladores, aumentando la cautela general en el ecosistema. Un elemento preocupante adicional ha sido la actividad de las ballenas, especialmente la vinculada a la Fundación Ethereum, que ha comenzado a vender grandes cantidades de ETH en el mercado. Datos provenientes de análisis en blockchain indican que recientemente la Fundación transfirió alrededor de 1,000 ETH a la plataforma Kraken.
Históricamente, movimientos de este tipo han precedido a una caída abrupta en el precio, y esta reiteración está elevando las alertas entre operadores y especuladores. En 2024, la Fundación Ethereum también vendió un total aproximado de 4,466 ETH durante períodos de baja en el mercado, lo que fue criticado por la comunidad por influir negativamente en los precios en momentos delicados. Estas operaciones de grandes inversores institucionales actúan como señales que suelen anticipar tendencias bajistas, impulsando a otros a vender y agravando la presión de mercado. Perspectivas de expertos y analistas apuntan a un posible empeoramiento de la situación para Ethereum. Figuras reconocidas en la industria, como el trader Peter Brandt, han alertado sobre la posibilidad de que el precio de ETH llegue a caer hasta niveles de 800 dólares, un rango visto durante el duro mercado bajista de 2022.
En este contexto, el debilitamiento del volumen de operaciones, que bajó de 30 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2024 a 24.4 mil millones en el primer trimestre de 2025, indica un desinterés creciente por parte de los inversionistas y una migración hacia otras plataformas y activos. A pesar de los problemas, Ethereum conserva un potencial significativo. Se mantiene como la plataforma líder para contratos inteligentes y posee uno de los ecosistemas DeFi y NFT más robustos y dinámicos. Entre los próximos lanzamientos destacados se encuentra la actualización Euclid en la capa 2 Scroll, que promete reducir las tarifas en un 90%, lo cual podría contribuir a revitalizar la actividad y atraer nuevo interés.
No obstante, el futuro de Ethereum depende de su capacidad para superar sus desafíos técnicos y recuperar la confianza de los usuarios e inversores. La competencia se intensifica con nuevas blockchains que ofrecen soluciones más rápidas y económicas, lo que obliga a Ethereum a acelerar sus innovaciones y demostrar su valor añadido. La comunidad y los desarrolladores estarán observando de cerca los próximos movimientos, ya que estos determinarán si Ethereum podrá mantener su posición como líder o verá cómo su protagonismo decae frente a adversarios más ágiles. En síntesis, el colapso de Ethereum en 2025 refleja una confluencia de factores técnicos, económicos y estratégicos que están tensionando la estabilidad y el valor de esta criptomoneda emblemática. La venta masiva de ballenas, retrasos en las mejoras clave y la competencia feroz hacen que el camino hacia la recuperación sea complicado, aunque no imposible.
Lo que resta del año será crucial para definir si Ethereum puede reinventarse y seguir siendo una pieza fundamental del universo cripto o si quedará rezagada en la evolución del mercado digital mundial.