La reciente presión deflacionaria en China ha captado la atención de economistas, analistas y formuladores de políticas, ya que el país enfrenta un entorno económico que plantea serios desafíos. La deflación, definida como la disminución generalizada de precios, ha generado preocupaciones sobre la salud económica de la segunda mayor economía del mundo. En un contexto donde la demanda sigue siendo débil y los precios de muchos bienes continúan cayendo, la pregunta que surge es: ¿cuándo empezarán a tener más peso estos fenómenos en el cálculo de políticas del gobierno chino? En los últimos meses, los datos económicos han revelado una caída generalizada de precios a medida que la demanda de los consumidores disminuye. Este escenario se ha visto acentuado por una serie de problemas estructurales que están afectando a la economía china, así como por el impacto global de factores externos, como la baja de los precios de las materias primas. A pesar de algunos esfuerzos para reavivar la economía, las autoridades todavía parecen centrarse en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real, considerando la inflación nominal como un problema secundario.
Los analistas de Citi Research han señalado que la clave para determinar cuándo la deflación empezará a tener un peso significativo en las decisiones de política económica dependerá de si las autoridades perciben que el crecimiento real está realmente en peligro. Hasta ahora, el enfoque del gobierno ha estado en mantener un crecimiento constante, creyendo que mientras el PIB real se mantenga estable, las presiones deflacionarias no constituyen una amenaza inmediata. Las cifras más recientes del índice de precios al consumidor (IPC) sugieren que, aunque los precios de los alimentos han aumentado debido a interrupciones en el suministro provocadas por condiciones climáticas adversas, esto no ha sido suficiente para contrarrestar la debilidad generalizada de la demanda. En agosto, la inflación básica, que excluye componentes volátiles como los alimentos y la energía, alcanzó su nivel más bajo desde 2016. Este descenso es indicativo de una debilidad persistentemente arraigada en la demanda en múltiples sectores, incluidos electrodomésticos, equipos de telecomunicaciones y automóviles, que han visto descensos pronunciados.
Por otro lado, el Índice de Precios al Productor (IPP), que refleja los cambios en los precios recibidos por los productores nacionales, ha mostrado una deflación más intensa de lo esperado. En agosto, el IPP reportó una disminución anual del 1.8%, impulsada en gran medida por la caída de los precios de las materias primas a nivel mundial. A pesar de que los precios de los alimentos han presentado incrementos, el contexto general de una demanda débil sigue presionando hacia el enfriamiento de los precios. El comportamiento del consumidor también ha contribuye a esta situación.
Con un sentimiento frágil, los hogares han optado por reducir el gasto, mostrando una reticencia particularmente notoria a realizar compras de alto valor, como automóviles y electrónica. La anticipación de precios más bajos en futuras ventas en línea añade otra capa de preocupación a la economía, alimentando la incertidumbre. Los problemas estructurales dentro de la economía china, como el exceso de capacidad en varias industrias y la desaceleración del crecimiento de la inversión, han mantenido el entorno deflacionario. Aunque se han implementado algunas políticas para mitigar estas presiones, las acciones del gobierno han estado más enfocadas en sectores específicos, como la producción de cemento, en lugar de abordar la debilidad de la demanda total. Sin mejoras en la demanda de consumo, estas medidas no serán suficientes para romper el ciclo de deflación.
La preocupación principal es el ciclo vicioso que la deflación podría engendrar. La caída de precios puede influir negativamente en los ingresos de las empresas, lo que, a su vez, lleva a una disminución de los salarios y una reducción de la demanda de los hogares. Este tipo de retroalimentación puede atrapar a la economía en un círculo vicioso de deflación que es difícil de deshacer. Además, la deflación puede crear una desconexión entre los indicadores macroeconómicos y las respuestas políticas. Aunque el país está experimentando deflación nominal, el enfoque del gobierno continúa centrado en el crecimiento real, sin abordar de manera efectiva las implicaciones de la caída generalizada de precios.
Los analistas de Citi advierten que, aunque se han observado algunos movimientos menores hacia la reflación, estas son medidas sectoriales limitadas. El gobierno está comenzando a prestar atención a las estrategias anti-involutivas, pero estos enfoques aislados no parecen estar diseñados para contrarrestar de forma efectiva la deflación a gran escala. Entonces, ¿qué puede desencadenar un cambio en la dirección política del país respecto a la deflación? La respuesta parece estar estrechamente relacionada con el desempeño de la economía real. Si la situación económica empeora y los riesgos a la baja sobre el crecimiento real se vuelven más significativos, los responsables de la formulación de políticas podrían verse obligados a considerar la deflación como un asunto prioritario en lugar de un simple problema a contemplar desde la perspectiva de los datos nominales. En última instancia, aunque existen esfuerzos iniciales para abordar la deflación en China, se reconoce que sin una mejora en la demanda subyacente, estas iniciativas son inadecuadas para revertir la tendencia deflacionaria.