Durante décadas, la fórmula de inversión conocida como portafolio 60/40, que asigna un 60% de los fondos a acciones y un 40% a bonos o instrumentos de renta fija, ha sido la piedra angular para inversionistas y gestores de patrimonio alrededor del mundo. Esta combinación tradicional sugería un equilibrio entre crecimiento y estabilidad, permitiendo a los inversionistas beneficiarse del crecimiento del mercado de acciones mientras amortiguaban la volatilidad con la relativa seguridad de los bonos. Sin embargo, recientemente Larry Fink, CEO de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, ha señalado que esta estructura podría estar llegando a su fin debido a los profundos cambios en la economía y en los mercados financieros globales. En su carta anual a los accionistas, Fink indicó que el portafolio clásico 60/40 ya no representa una verdadera diversificación ni puede sostener el mismo desempeño positivo que se ha esperado históricamente. La razón principal radica en las transformaciones económicas y financieras vividas en la última década, pero sobre todo en los últimos tres años, marcados por un entorno de tasas de interés en alza y una mayor incertidumbre en los mercados.
La pandemia de COVID-19, la inflación creciente, los cambios en las políticas comerciales y las condiciones macroeconómicas globales han alterado el comportamiento esperado de los activos que componen el portafolio tradicional. Uno de los aspectos fundamentales que Larry Fink resalta es la disminución de la eficiencia de los bonos como instrumento para mitigar riesgos. Tradicionalmente, los bonos han ofrecido flujos estables y se han comportado como refugio cuando las acciones caían. Sin embargo, con los recientes incrementos en las tasas de interés y la volatilidad creciente, el comportamiento de los bonos ha cambiado, haciendo que esta protección sea menos efectiva. Además, la inflación redujo el poder adquisitivo de los pagos fijos, afectando negativamente la rentabilidad real de la renta fija.
Ante estos cambios, Fink propone una actualización en la asignación tradicional que refleje mejor el complejo panorama económico actual: un portafolio con distribución 50/30/20, es decir, 50% en acciones, 30% en bonos y 20% en otros activos alternativos. Esta última categoría incluye inversiones en bienes raíces, capital privado, infraestructura y crédito privado, sectores que han ganado relevancia debido a su potencial para ofrecer mayores rendimientos y diversificación en momentos en que los mercados públicos se muestran volátiles y los bonos no rinden como antes. El auge de los mercados privados representa un cambio paradigmático para el inversionista común. Históricamente, estos mercados han sido accesibles principalmente para inversionistas institucionales o individuos con altos patrimonios netos, en parte por los elevados montos mínimos requeridos y la falta de transparencia. Sin embargo, estos activos privados poseen el atractivo de no estar correlacionados directamente con el mercado público, lo que permite diversificar riesgos y ofrecer un escudo relativo contra la inflación y la volatilidad.
BlackRock, consciente de estos desafíos y oportunidades, ha dado pasos concretos para facilitar el acceso a estos activos mediante la adquisición de Preqin, una firma especializada en datos sobre fondos privados. La integración de esta plataforma tiene como objetivo democratizar el acceso a inversiones de mercado privado al crear productos indexados similares a los ETFs públicos, que permiten a inversionistas individuales diversificar sus portafolios más allá de los tradicionales bonos y acciones. A la luz de estos desarrollos, los inversionistas deben reconsiderar la manera en que estructuran sus portafolios. Mantener una exposición significativa en solo dos clases de activos puede dejar a los inversionistas vulnerables a riesgos específicos y a oportunidades perdidas de crecimiento. La incorporación de activos alternativos proporciona una vía para equilibrar mejor la rentabilidad y el riesgo en un entorno con mayor complejidad y volatilidad económica.
Para inversionistas individuales, la entrada a mercados privados implica tomar en cuenta factores como la liquidez reducida, posibles períodos largos de inversión y riesgos adicionales que no siempre están presentes en los mercados públicos. Por ello, es fundamental contar con asesoría adecuada y evaluar cuidadosamente el perfil de riesgo y horizonte temporal antes de modificar la composición del portafolio. La propuesta de Larry Fink no solo refleja un diagnóstico sobre la evolución del mercado, sino también una invitación a la innovación en la gestión de portafolios. El objetivo es adaptar las estrategias de inversión a una realidad donde la diversificación efectiva requiere ir más allá de los activos tradicionales y aprovechar el potencial de los mercados privados. En conclusión, aunque el portafolio 60/40 ha sido una estrategia robusta y probada históricamente, la dinámica actual del mercado está erosionando su eficacia como modelo de inversión predilecto.
La sugerencia de adoptar un portafolio 50/30/20 que incluya una significativa porción en activos alternativos responde a la necesidad de diversificación real en un contexto económico desafiante donde la estabilidad, el crecimiento y la protección contra la inflación se deben buscar mediante una combinación más amplia y flexible de activos. Los inversionistas que adapten sus estrategias a este nuevo paradigma estarán mejor posicionados para enfrentar la incertidumbre y aprovechar oportunidades a futuro.