El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH) ha anunciado el despido de 250 empleados adicionales, cifra que se suma a una serie de recortes masivos en el personal que han sacudido a esta prestigiosa institución dedicada a la investigación biomédica. Entre los afectados se incluyen 50 trabajadores del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), que desempeñaban funciones clave en la comunicación de información vital para médicos y pacientes, así como en la actualización de bases de datos sobre cáncer. Estos recortes forman parte de una estrategia más amplia anunciada por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., orientada a reducir el gasto burocrático, eliminar puestos administrativos duplicados y reasignar recursos hacia áreas prioritarias, según explican funcionarios de esa dependencia.
Sin embargo, la realidad es que estos ajustes han generado incertidumbre y preocupación tanto dentro como fuera del NIH sobre las consecuencias de estas reducciones en la capacidad de investigación y atención al paciente. Este nuevo grupo de despidos se produce pocos meses después de que se emitieran 10,000 avisos de terminación de empleo en marzo de 2025, con cerca de 1,000 afectando al personal del NIH. A pesar de los intentos oficiales por justificar estas medidas como necesarias para optimizar recursos, informes provenientes de empleados y expertos externos indican que los recortes están afectando de manera significativa la operatividad de proyectos clave y retrasando investigaciones. El Instituto Nacional del Cáncer, centro neurálgico para la investigación, capacitación y desarrollo sobre el cáncer en EEUU, no ha quedado exento de este impacto. La comunicación oficial del NCI sufre con estas bajas, pues los afectados gestionaban programas dedicados a responder consultas médicas y pacientes, incluidos la actualización y mantenimiento de importantes bases de datos oncológicas.
Esta área resulta crucial para garantizar que médicos de todo el país dispongan de información precisa, actualizada y accesible para el diagnóstico y tratamiento efectivo. Estos despidos llegan en un contexto de profundos recortes presupuestarios. La propuesta presupuestaria para 2026 reduce la financiación del NIH en casi 40%, equivalente a cerca de 18 mil millones de dólares menos. El plan también contempla la reestructuración del NIH, que actualmente está conformado por 27 centros e institutos, para consolidarlos en solo cinco entidades, aunque el destino específico del NCI dentro de esta reestructuración no ha sido aclarado oficialmente. Esta movida presupuestaria y organizativa es parte de un enfoque administrativo liderado por la administración Trump y respaldado luego por Robert F.
Kennedy Jr., que plantea cambios radicales en la estructura de salud pública, pero que ocasiona un ambiente de incertidumbre en el sector científico. La reducción de personal coincide con la llegada de Jayanta Bhattacharya, M.D., Ph.
D., como director del NIH. Durante su audiencia de confirmación en el Senado, Bhattacharya aseguró que no planeaba recortes adicionales, resaltando su compromiso para asegurar que los científicos tengan los recursos necesarios para llevar a cabo investigaciones. Sin embargo, estos despidos masivos se producen bajo su liderazgo, lo que ha generado interrogantes sobre su influencia y participación en estas decisiones, ya que fuentes oficiales se han abstenido de responder si estos movimientos continuarán o se detendrán. Los impactos de estos despidos no solo repercuten en el personal, sino que alteran el funcionamiento de la clínica más grande dedicada exclusivamente a la investigación médica en Estados Unidos, el Centro Clínico del NIH.
Diversos testimonios indican que la reducción del staff ha provocado retrasos en la realización de ensayos clínicos, menor disponibilidad de tratamientos para pacientes y la cancelación o postergación de nuevos estudios. Esta situación genera preocupación entre científicos, pacientes y farmacéuticas, quienes comienzan a considerar alternativas fuera del NIH debido a la aparente falta de estabilidad y apoyo. Las dificultades son visibles y evidentes. Por ejemplo, investigadores y empleados relatan que estudios claves para enfermedades raras o resistentes se ven amenazados por la inestabilidad y la falta de un equipo suficiente. Además, compañías biotecnológicas replantean acuerdos de colaboración y la provisión de medicamentos experimentales para ensayos clínicos en este contexto confuso.
Los pacientes, quienes deberían beneficiarse de los avances científicos generados en estas instituciones, ahora enfrentan mayores obstáculos para acceder a tratamientos innovadores. Frente a esta situación, las críticas hacia la administración no se han hecho esperar. En mayo de 2025, diecinueve estados junto al Distrito de Columbia interpusieron una demanda contra Robert F. Kennedy Jr. con la intención de detener lo que califican como un desmantelamiento ilegal y perjudicial del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
La acusación argumenta que estas medidas violan instrucciones del Congreso, la Constitución de Estados Unidos y diversas leyes que regulan el funcionamiento y financiamiento de estas agencias. Las voces científicas, médicas y civiles insisten en la importancia de mantener una institución sólida y bien financiada para garantizar el avance de la medicina y la salud pública. El NIH ha sido durante décadas un pilar fundamental en la creación de conocimientos, el apoyo a científicos y la atención médica avanzada. Su debilitamiento implica no solo atrasos científicos, sino también un mayor riesgo para pacientes, pérdida de talento y relegación de Estados Unidos como líder mundial en investigación biomédica. En definitiva, los recientes despidos en el NIH, incluyendo los realizados en el Instituto Nacional del Cáncer, representan un desafío mayúsculo para la comunidad científica y médica en Estados Unidos.
Las consecuencias prácticas, desde la ralentización de tratamientos oncológicos hasta la desmotivación del personal y la retirada de actores industriales, ponen en evidencia las repercusiones profundas que estas decisiones administrativas pueden tener en la salud pública y el progreso científico. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos acontecimientos y espera que se reestablezca la estabilidad para asegurar que el NIH pueda continuar con su misión vital para millones de pacientes y profesionales de la salud. El futuro del NIH, y particularmente del NCI, permanece incierto en un entorno marcado por recortes presupuestarios agresivos y reestructuraciones internas. Mientras tanto, la salud de la nación y la innovación médica están en juego, esperando que las autoridades reviertan o ajusten estas políticas para preservar el legado y la relevancia de estas instituciones indispensables.