La política y la tecnología suelen caminar en vías paralelas, pero en ocasiones sus caminos se cruzan de manera sorprendente. Tal es el caso de la relación entre Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos, y un grupo influyente de empresarios tecnológicos irlandeses, conocidos como los 'tech bros'. Este vínculo, inesperado para muchos en sus inicios, ha evolucionado en torno a una serie de políticas y movimientos vinculados a las criptomonedas, convirtiendo a Trump en lo que algunos denominan el ‘presidente cripto’. La transformación política y económica que Trump ha inspirado en Silicon Valley, especialmente entre los fundadores de empresas como Stripe e Intercom, revela una nueva dinámica en el escenario tecnológico global. En enero de 2017, Patrick y John Collison, hermanos irlandeses y cofundadores de Stripe, se mostraron firmemente contrarios a las políticas migratorias del presidente Trump, especialmente ante el veto a viajeros provenientes de siete países mayoritariamente musulmanes.
Su oposición fue clara y contundente, incluso realizando donaciones significativas a la ACLU (Unión Estadounidense de Libertades Civiles) para combatir dichas medidas. En aquel momento, el sector tecnológico estadounidense —particularmente Silicon Valley— se posicionó mayoritariamente en contra de las propuestas del entonces mandatario, preocupado por el impacto negativo que estas podrían tener en la innovación y en la llegada de talento internacional. Sin embargo, en los años siguientes, esta postura crítica tuvo un giro inesperado. Patrick Collison, quien anteriormente apoyaba al Partido Demócrata, comenzó a respaldar a candidatos republicanos, incluyendo contribuciones directas a campañas y comités políticos de ese partido. Esta evolución política refleja no solo un cambio personal, sino un movimiento más amplio dentro del mundo tecnológico, donde líderes buscan alinearse con quienes promueven políticas económicas más favorables a la expansión y la innovación tecnológica.
Uno de los factores decisivos en esta transición ha sido la postura de Trump respecto a las criptomonedas. La administración impulsó acciones para crear un ambiente regulatorio más amigable con estas tecnologías emergentes. Entre las medidas más destacadas figura el nombramiento de Paul Atkins como jefe de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), quien ha mostrado simpatía hacia la industria cripto a diferencia de su predecesor, Gary Gensler, que mantenía una posición más restrictiva. También se destacan la disolución del equipo de aplicación de la ley nacional sobre criptomonedas del Departamento de Justicia y la creación de una reserva estratégica de Bitcoin. Estos pasos han sido recibidos con entusiasmo por empresarios tecnológicos y fintechs que ven en las criptomonedas un potencial ilimitado para transformar sistemas financieros globales.
Patrick Collison ha declarado públicamente que las stablecoins, criptomonedas vinculadas a activos tradicionales para estabilizar su valor, representan una especie de “superconductores a temperatura ambiente” para los servicios financieros. En sintonía con esta visión, Stripe reanudó la oferta de servicios en criptomonedas tras una pausa de seis años, incorporando pagos con stablecoins tanto en Estados Unidos como en Europa y realizando una importante inversión al adquirir la plataforma de stablecoins Bridge por más de mil millones de dólares. Eoghan McCabe, fundador de Intercom, también forma parte de este grupo de ‘tech bros’ irlandeses que han mostrado un apoyo público significativo a Trump, especialmente por sus políticas en materia de criptomonedas, inmigración y defensa. Su respaldo se ha reflejado en donaciones superiores a los 200,000 dólares a la campaña electoral de Trump en 2024. Además, McCabe ha sido un promotor entusiasta del Bitcoin, describiendo la inversión en esta criptomoneda como una decisión visionaria a largo plazo.
En eventos públicos incluso se le ha fotografiado junto a Trump, visibilizando esta alianza entre el mundo tecnológico irlandés y la política estadounidense. La apuesta de estos líderes tecnológicos por Trump y las criptomonedas presenta una paradoja interesante. Mientras ven en su administración un aliado estratégico para impulsar la innovación financiera, el rendimiento general del mercado cripto ha sido volátil y no ha escapado a los vaivenes económicos globales. El Bitcoin, que alcanzó máximos históricos poco después de la elección de Trump, ha experimentado correcciones significativas, lo que cuestiona hasta qué punto estas políticas se traducen en resultados inmediatos o sostenibles para el sector. Además, la relación de los 'tech bros' con Trump se da en un panorama económico global que, para la industria tecnológica, presenta desafíos considerables.
Las medidas proteccionistas y el inicio de una guerra comercial a gran escala tienen efectos negativos en la cadena de suministro y en la innovación. Empresas como Tesla, liderada por Elon Musk, han sufrido pérdidas millonarias debido a estas políticas, que dificultan el comercio internacional y alteran las dinámicas tradicionales. El caso de Musk es ilustrativo: a pesar de haber realizado aportes millonarios a la campaña de Trump, la valoración de Tesla y su fortuna personal han caído abruptamente debido a los efectos adversos de las tarifas y las políticas comerciales restrictivas. Otros gigantes tecnológicos como Apple, Amazon, Google y Meta han experimentado también caídas sustanciales en su valoración bursátil desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, en parte debido a la incertidumbre y las tensiones comerciales globales. A pesar de estas dificultades, las empresas irlandesas como Stripe se encuentran en una posición privilegiada.
Al mantenerse privadas, evitan las fluctuaciones del mercado público que afectan a sus competidores y pueden centrarse en la innovación y expansión en mercados emergentes, especialmente en el sector de las criptomonedas y fintech. La valoración de Stripe alcanza cifras astronómicas, ubicándola como una de las startups financieras más valiosas del mundo. Este escenario pone de manifiesto la complejidad y las contradicciones de la relación entre Silicon Valley, sus inversores irlandeses y la administración Trump. El ‘cripto presidente’, como se le denomina, ha generado un ambiente propicio para el desarrollo de nuevas tecnologías financieras, pero al mismo tiempo sus políticas comerciales y migratorias generan incertidumbres que podrían afectar el crecimiento a largo plazo de la industria tecnológica. En conclusión, la influencia de Trump sobre los ‘tech bros’ irlandeses es una historia de adaptación y pragmatismo.
De adversarios a aliados potenciales, la convergencia se basa en una visión común sobre el futuro de las finanzas digitales y la economía global. Los emprendedores irlandeses han encontrado en las políticas de Trump una oportunidad para reactivar proyectos relacionados con las criptomonedas y para posicionarse como líderes en un mercado en rápida evolución. Mientras tanto, Silicon Valley observa con atención cómo este experimento político-económico se desarrolla, reconociendo que la innovación tecnológica no solo depende de avances científicos sino también del entorno regulatorio y político en el que se desenvuelve. La relación entre Trump y los ‘tech bros’ irlandeses es un claro ejemplo de cómo la política y la tecnología pueden entrelazarse para definir el rumbo del futuro económico y financiero a nivel global.