Banco Santander, uno de los bancos más importantes a nivel mundial y con fuerte presencia en Estados Unidos, ha tomado la decisión de cerrar 18 sucursales repartidas en diferentes estados del país. Esta medida forma parte de una estrategia más amplia para ajustar su red de sucursales físicas y fortalecer sus servicios digitales, en consonancia con los cambios en las preferencias de sus clientes. Los cierres incluyen seis sucursales ubicadas en Massachusetts, específicamente en ciudades como Boston, Middleton, Norwell, Salem, Woburn y Worcester. Además, se suman otras doce sucursales distribuidas entre Rhode Island, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York y Pensilvania. Este movimiento no es aislado sino que se integra en una tendencia global de la industria bancaria, donde la clientela muestra un creciente interés por realizar operaciones financieras a través de canales digitales en lugar de acudir físicamente a las sucursales.
La pandemia de COVID-19 aceleró este proceso, ya que las restricciones y medidas sanitarias impulsaron el uso de la banca online y las aplicaciones móviles como medios preferidos para gestionar productos y servicios bancarios. Santander ha comentado públicamente que esta reestructuración se orienta hacia una optimización de su red de atención al cliente, buscando introducir nuevos formatos de sucursales y a su vez invertir en tecnología que mejore la experiencia digital. La idea es ofrecer soluciones automatizadas que requieran menor interacción directa con el personal, adaptándose a la rutina y necesidades de los usuarios modernos. En este sentido, la institución ha promovido el desarrollo de los llamados Santander Financial Centres, centros financieros con atención automatizada y asistencia limitada, que facilitan transacciones rápidas y seguras, agilizando la operatividad sin sacrificar la calidad de servicio. Para entender el alcance de esta evolución de Santander en el mercado estadounidense, es importante considerar que la entidad tiene su sede principal en Boston y mantiene aproximadamente 128 sucursales en Massachusetts, según datos actualizados hasta 2024.
Por lo tanto, la clausura de seis oficinas en dicho estado representa un ajuste moderado pero significativo en su estrategia. Este cambio también se extiende a otro nivel internacional, ya que en marzo pasado Santander anunció el cierre de 95 sucursales en el Reino Unido, decisión que comenzará a aplicarse en junio. Estos cierres simultáneos en diferentes mercados reflejan un compromiso firme hacia la digitalización y una transformación en el modelo tradicional de banca presencial. Openbank, el banco 100% digital de Santander lanzado en Estados Unidos en octubre, ha experimentado un crecimiento notable, superando los 2.000 millones de dólares en depósitos para febrero del año siguiente.
Este éxito reafirma que la digitalización no solo responde a una tendencia, sino que también genera valor tangible para la entidad y sus clientes. Por otro lado, la disminución del número de sucursales físicas ayuda a optimizar costes operativos y redistribuir recursos para inversiones relacionadas con innovación tecnológica y mejora de plataformas digitales. Además de esta reestructuración en Estados Unidos, Banco Santander comunicó recientemente la venta del 49% de su filial en Polonia, Santander Polska, al grupo financiero austríaco Erste Group por un valor de 6.800 millones de euros (aproximadamente 7.700 millones de dólares).
Esta operación estratégica responde en parte a la intención del banco español de centrar sus esfuerzos en áreas y mercados donde puede maximizar su competitividad y rendimiento, y también implica un uso eficiente del capital para financiar proyectos de expansión digital. La transformación digital en el sector bancario no solo implica cerrar sucursales, sino también un diseño integral de las formas en que los clientes acceden y utilizan servicios financieros. La experiencia del usuario es clave, y bancos como Santander están invirtiendo en inteligencia artificial, aplicaciones móviles, plataformas de atención al cliente y sistemas automatizados de operaciones para brindar un servicio más conveniente, personalizado y seguro. Estas tecnologías también permiten ofrecer productos financieros con mayor rapidez y adaptabilidad a diferentes segmentos de mercado. Por otro lado, aunque la reducción de sucursales pueda generar inquietudes respecto al acceso para ciertos sectores de la población que prefieren o necesitan atención presencial tradicional, la tendencia indica que la mayoría de los consumidores en los países desarrollados, y especialmente en las principales áreas urbanas de Estados Unidos, prefieren cada vez más realizar sus transacciones bancarias a través de dispositivos digitales.
Conscientes de esta realidad, las entidades bancarias están tratando de equilibrar sus redes de sucursales físicas con puntos de atención automatizados y servicios en línea robustos. Este proceso también está acompañado de innovaciones en la regulación financiera, que facilita el uso de plataformas digitales protegidas por altos estándares de seguridad y privacidad. Santander ha mencionado que mantiene en todo momento el cumplimiento con los requerimientos regulatorios federales y estatales para garantizar que los cierres de sucursales sean comunicados con antelación y que los clientes afectados dispongan de alternativas adecuadas para continuar gestionando sus productos y servicios sin inconvenientes. En conclusión, la decisión de Banco Santander de disminuir su red física en Estados Unidos cerrando 18 sucursales es un reflejo claro del dinamismo que atraviesa el mercado bancario contemporáneo. La entidad está respondiendo a un entorno en el que la digitalización es una necesidad para mantener la competitividad y ofrecer una mejor experiencia.
Al mismo tiempo, continua apostando por un modelo híbrido que combina atención automatizada con soporte humano cuando se requiere, buscando siempre adaptarse a la diversidad de perfiles y necesidades de sus clientes. Esta transformación es parte de una tendencia global que está redefiniendo permanentemente la manera en que las personas interactúan con las instituciones financieras, trazando un camino hacia la banca del futuro.