En un giro inesperado en la percepción de los propietarios de criptomonedas, un reciente estudio ha revelado que aquellos que invierten en activos digitales tienen más probabilidades de exhibir rasgos de personalidad psicopática. La investigación, llevada a cabo por académicos de las universidades de Toronto y Miami, se publicó en la revista PLOS One y ha generado un intenso debate en el mundo financiero y psicológico. El estudio encuestó a 2,001 adultos estadounidenses y encontró que quienes poseen criptomonedas tienden a presentar niveles más altos de lo que se conoce como "rasgos oscuros" en la personalidad, que incluyen el narcisismo, el maquiavelismo, la psicopatía y el sadismo. Estos rasgos son a menudo asociados con comportamientos manipuladores y una falta de empatía, lo que plantea interrogantes sobre el perfil de quienes participan en el volátil mercado de las criptomonedas. Según los hallazgos, los propietarios de criptomonedas no solo son más propensos a poseer características psicopáticas, sino que también tienden a creer en teorías de conspiración, apoyar grupos extremistas y compartir sentimientos populistas.
Estos resultados son preocupantes, ya que sugieren que el hecho de invertir en criptomonedas podría estar relacionado con creencias y actitudes que desafían las normas sociales. El estudio identificó además una serie de factores que predicen la propiedad de criptomonedas. Entre ellos, se destacan el género masculino, una mentalidad de victimización y la dependencia de fuentes de noticias en redes sociales que están en los márgenes de la credibilidad. Estos hallazgos tienen importantes implicaciones, tanto para el público en general como para los reguladores financieros, que necesitan considerar cómo estas características pueden influir en el comportamiento de los inversores en el mercado de criptomonedas. A pesar de las características que los investigadores han vinculado con los propietarios de criptomonedas, algunos participantes del mercado toman estos resultados con humor.
Chris Wheeler, un trader de 57 años, comentó: “Tienes que estar un poco loco para involucrarte en algo donde tu patrimonio neto puede aumentar un millón y luego reducirse en un día. Nada es seguro en este mundo”. Sus palabras reflejan un reconocimiento de los riesgos a los que se enfrentan los inversores en criptomonedas, así como una aceptación de que las fluctuaciones extremas del mercado son parte del juego. La volatilidad del mercado de criptomonedas ha sido asombrosa en los últimos años. Por ejemplo, el precio de Bitcoin alcanzó casi los 69,000 dólares en 2021, solo para caer por debajo de los 16,000 dólares en 2022, antes de volver a alcanzar un récord histórico de casi 74,000 dólares este año.
A lo largo de este tiempo, el sector ha sido sacudido por fraudes, escándalos y cambios drásticos en las regulaciones, lo que genera un ambiente caótico que podría atraer a individuos con rasgos de personalidad inusuales. El estudio también indica que aquellos que poseen criptomonedas tienen una mayor necesidad de caos y tienden a experimentar pensamientos paranoicos. Esto puede llevar a los inversores a actuar impulsivamente y a confiar en estrategias de inversión que están lejos de ser convencionales. De hecho, la investigación sugiere que los propietarios de criptomonedas tienden a resistirse a las normas y a reaccionar negativamente ante situaciones en las que sienten que sus libertades han sido amenazadas. Sin embargo, es importante señalar que este estudio es el primero de su tipo en establecer una relación clara entre la propiedad de criptomonedas y los rasgos psicopáticos.
Aunque la muestra de participantes fue relativamente limitada, los resultados abren la puerta a futuras investigaciones que podrían arrojar más luz sobre las motivaciones y comportamientos de los inversores en el sector de las criptomonedas. La idea de que los consumidores de criptomonedas puedan tener características de personalidad tan marcadas está generando un debate en la comunidad académica y financiera. Muchos se preguntan si estos rasgos son un simple reflejo del ambiente volátil del mercado de criptomonedas o si, por el contrario, estos rasgos innatos predisponen a las personas a entrar en el mundo de las inversiones digitales. Además de ello, el estudio recuerda que, aunque las criptomonedas ofrecen la posibilidad de grandes retornos, también vienen acompañadas de riesgos significativamente altos. Las historias de inversores que han perdido sumas enormes de dinero debido a caídas abruptas en el mercado son comunes y aumentan la percepción de que invertir en criptomonedas es una actividad poco convencional.
La búsqueda de ganancias rápidas y la promesa de un enriquecimiento instantáneo pueden atraer a personas que exhiben estos rasgos oscuros, aún más en un ambiente donde la falta de regulación permite el desenfreno y la especulación. Es posible que, en lugar de huir del estigma asociado, algunos defensores de las criptomonedas intenten reivindicar su posición en el mercado argumentando que son innovadores y pioneros en un nuevo camino económico. Esta autodefinición podría ser vista como un reflejo de su resistencia a las críticas, caracterizada por una mentalidad de victimización. Por último, más allá de las implicaciones psicológicas, el estudio presenta una advertencia para los reguladores financieros y los educadores: es crucial entender quiénes son los inversores de criptomonedas y qué motiva sus decisiones. Este conocimiento puede ayudar a diseñar políticas y programas educativos que protejan a los consumidores de los riesgos asociados y fomenten un entorno de inversión más seguro y responsable.
En conclusión, el estudio en cuestión plantea interrogantes intrigantes sobre la personalidad de los inversores en criptomonedas. Si bien la conexión entre la propiedad de criptomonedas y los rasgos psicopáticos puede ser alarmante, también ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la naturaleza invertir en un mercado tan poco convencional. A medida que el mundo continúa adaptándose a estas nuevas formas de activos, es esencial que tanto los inversores como los reguladores comprendan mejor estos fenómenos psicológicos y sus repercusiones en el comportamiento económico.
