El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha capturado la atención mundial no solo por sus políticas audaces, sino también por su enfoque provocador hacia los problemas que enfrenta su país. En una reciente entrevista con TIME, realizada en su oficina en la Casa Presidencial, Bukele ofreció una visión exhaustiva de su gobierno y sus planes futuros, así como de los desafíos que ha enfrentado desde que asumió el cargo. Desde su reelección en febrero con el 84% de los votos, Bukele ha centrado su mandato en la lucha contra las pandillas que han dominado El Salvador durante décadas. En un contexto de violencia extrema y una de las tasas de homicidio más altas del mundo, su gobierno ha implementado un régimen de emergencia que ha permitido la detención de más de 81,000 presuntos miembros de pandillas. Esta medida, aunque controvertida, ha sido recibida con un apoyo considerable entre la población salvadoreña, que anhela una mayor seguridad.
Durante la conversación, Bukele reflexionó sobre su juramento de cargo, que atrajo una notable atención internacional. La presencia de una delegación de alto nivel de Estados Unidos, incluidos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional y un grupo bipartidista del Congreso, indica que El Salvador está en el centro del interés político en la región. Bukele se propuso mostrar un lado diferente del país, promocionando su belleza natural y las oportunidades de inversión. Uno de los puntos más destacados de la entrevista fue la reimaginación de El Salvador como un destino atractivo para el turismo y la inversión. Bukele enfatizó que, después de sus esfuerzos por reducir la violencia, el país se ha convertido en el más seguro de América Latina, lo que debería atraer a más visitantes y propietarios de propiedades.
“El Salvador es muy bonito. Tiene algunas de las mejores playas de surf del mundo y un alto nivel de café”, dijo. Esta perspectiva busca contrarrestar la negativa percepción que ha prevalecido durante años debido a la inseguridad. Sin embargo, la entrevista también abordó la evolución política de Bukele. En el pasado, se identificaba con la “izquierda radical”, pero hoy se describe como un líder apolítico que no se alinea ni con la derecha ni con la izquierda.
Según él, la noción clásica de estos términos es anacrónica y no refleja la complejidad del contexto político actual. Bukele argumenta que su enfoque se centra en las necesidades de El Salvador y no en dogmas ideológicos, lo que ha atraído críticas de quienes lo ven como autoritario. La estructura política del país, marcada por un dominio abrumador de su partido, Nuevas Ideas, plantea preguntas sobre el futuro de la democracia en El Salvador. Bukele defendió su administración, señalando que la legitimidad de su gobierno proviene del inexorable apoyo popular reflejado en las elecciones. Sin embargo, su retórica acerca de "pulverizar" a la oposición ha hecho que algunos observadores cuestionen si la democracia puede sostenerse bajo un solo partido dominante.
Uno de los temas más controvertidos discutidos fue el estado de excepción, que ha permitido al gobierno asumir medidas drásticas en la lucha contra las pandillas. Bukele destacó que tales medidas son temporales y necesarias para abordar un problema que ha plaguado a la sociedad salvadoreña durante generaciones. Aunque las organizaciones de derechos humanos han informado sobre abusos, el presidente argumenta que la situación en El Salvador ha mejorado notablemente en términos de seguridad pública. Además, Bukele abordó el uso de Bitcoin como moneda de curso legal en El Salvador, un movimiento que le ha valido tanto admiración como críticas. A pesar de que la adopción del Bitcoin no ha sido tan amplia como se esperaba, el presidente considera que sigue siendo una opción valiosa que ha atraído la atención y las inversiones hacia el país.
A medida que El Salvador experimenta un auge notable en el uso de criptomonedas, Bukele se mantiene optimista sobre el potencial de crecimiento económico que esto puede traer. Un aspecto fascinante de la conversación fue su relación con los medios de comunicación y las redes sociales. Bukele tiene más seguidores en plataformas como Twitter e Instagram que la población total de El Salvador, lo que subraya su manejo astuto de la comunicación política en la era digital. A menudo utiliza estas plataformas para evadir lo que él llama "periodismo de propaganda", el cual siente que no cumple la función de informar a la población de manera objetiva. Aunque su mensaje ha resonado fuertemente entre los ciudadanos salvadoreños, la etiqueta de "dictador" persiste en el discurso global.
Bukele reconoció que no le sorprende esta percepción ni le quita el sueño, pero se mostró dispuesto a desafiar narrativas que considera injustas. En su opinión, la mejora de la seguridad pública y el crecimiento de la economía justifican el enfoque autoritario de su administración. El futuro de Bukele es igualmente intrigante. Alcanzará el límite constitucional para nuevos mandatos en 2029 y ha dejado claro que no buscará una reelección. Esto plantea la pregunta de qué rutas tomará después de que culminen sus dos períodos.