La historia de la ciencia ficción en la televisión está profundamente entrelazada con la historia de la comedia y los sitcoms clásicos, un vínculo que muchos desconocen. Lucille Ball, conocida mundialmente por su icónico papel en "I Love Lucy", no solo fue una estrella del humor sino también una figura decisiva detrás del nacimiento de una de las franquicias más emblemáticas de la ciencia ficción: Star Trek. Sin ella y su productora, Desilu Studios, el fenómeno cultural que conocemos hoy podría no haber existido. En 2021, la docuserie del History Channel titulada "The Center Seat" puso en el centro de atención el papel vital de Lucille Ball en los primeros días de Star Trek, compartiendo detalles que, aunque conocidos por algunos historiadores, sorprendieron y encantaron a una nueva generación de fans. Narrada por Gates McFadden, conocida por su trabajo en "Star Trek: The Next Generation", esta serie documental de diez episodios revela cómo Ball no solo vio más allá del género de la ciencia ficción, sino que tomó riesgos financieros y creativos que resultaron ser decisivos para la producción y continuidad de Star Trek.
Después de su divorcio de Desi Arnaz y el éxito continuado con "The Lucy Show", Lucille Ball necesitaba encontrar un proyecto que su estudio pudiera poseer y controlar plenamente. Fue entonces cuando Herb Solow, productor de Desilu, presentó a Ball el proyecto de Gene Roddenberry para una serie de ciencia ficción con un enfoque revolucionario. Ball, con su agudo sentido de los negocios y su experiencia al frente de una productora, no solo aprobó la serie sino que proporcionó la financiación para un segundo piloto, un hecho casi sin precedentes en la televisión de la época. El primer piloto de Star Trek, titulado “The Cage”, fue rechazado, pero gracias a la convicción y apoyo de Ball, se hizo posible un segundo piloto, “Where No Man Has Gone Before”, que finalmente convenció a la cadena para dar luz verde a la serie. Este acto de valentía fue clave para que Star Trek viera la luz y comenzara a crear un legado que perdura hasta hoy.
Además de su rol financiero, Ball y Desilu Studios revolucionaron la forma en que se concebía la televisión en cuanto a distribución y monetización. Fue con "I Love Lucy" donde Lucille Ball y Desi Arnaz introdujeron el concepto de las repeticiones o reruns. Antes de esto, la idea de monetizar programas grabados para emisiones futuras era prácticamente inexistente. Gracias a este modelo, Star Trek pudo sobrevivir y prosperar más allá de sus tres temporadas originales, ganando popularidad en la década de los setenta gracias a estas retransmisiones. Este cambio amplió las posibilidades para que series de ciencia ficción encontraran un público fiel y crecieran su alcance con los años, demostrando que una serie cancelada inicialmente podía convertirse en un fenómeno cultural de largo plazo.
La implicación de Ball en este aspecto fue fundamental, ya que su visión comercial ayudó a consolidar las bases para la industria televisiva contemporánea. La producción ejecutiva de Desilu también fue innovadora en otros sentidos. Fue uno de los primeros estudios liderados por una mujer que no solo brilló en la actuación sino que dejó huella en la producción y desarrollo televisivo. La historia de Lucille Ball es un testimonio del poder de la determinación y la visión femenina en una industria dominada por hombres, demostrando que su influencia abarcó mucho más allá de la pantalla. El impacto de Ball en Star Trek también destaca la importancia de la toma de riesgos y la confianza en proyectos poco convencionales.
En una época donde la ciencia ficción era vista como un género marginal y con poco atractivo comercial, Lucille Ball apostó por un contenido que rompía esquemas y se dirigía a una audiencia que aún estaba por definirse. Su apoyo facilitó la unión de talentos creativos que dieron vida a personajes inolvidables y tramas que exploraban temas sociales, científicos y filosóficos. La resiliencia y visión de Ball son un recordatorio de cómo detrás de muchas producciones exitosas existe una red de apoyo que va más allá de los guionistas y actores, implicando a productores valientes que luchan por mantener vivos sus proyectos a pesar de las dudas o rechazos iniciales. En resumen, Lucille Ball no solo fue la reina de la comedia televisiva, sino también una promotora clave del género de la ciencia ficción. Su estudio, Desilu Productions, fue la cuna que permitió a Star Trek no solo nacer, sino consolidarse como una serie revolucionaria.
La combinación de su ingenio empresarial, innovación en el concepto de retransmisiones y su valentía al financiar un segundo piloto fallido han sido factores decisivos para que la franquicia alcanzara la inmortalidad cultural. Para los fanáticos de Star Trek y la televisión en general, esta historia resalta cómo las industrias creativas están formadas por conexiones inesperadas y la importancia de apoyar ideas innovadoras. Lucille Ball, la figura detrás de luciérnagas en blanco y negro, iluminó el camino hacia las estrellas para múltiples generaciones, demostrando que la influencia de una mujer puede cambiar el curso de la historia televisiva y la cultura popular. Sin ella, nunca habríamos alcanzado la frontera final.