En el primer trimestre de 2025, las ventas de vehículos eléctricos (VE) en Estados Unidos alcanzaron una cifra de 294,000 unidades, mostrando un incremento del 10.6% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este crecimiento, aunque significativo, cobra mayor relevancia al considerar que la venta de automóviles en general se mantuvo prácticamente estable durante este tiempo. El auge de los vehículos eléctricos refleja una tendencia clara hacia la transición energética en el sector automotriz y una evolución en las preferencias del consumidor que supera obstáculos políticos y económicos. La expansión del mercado de vehículos eléctricos no se limita a un solo fabricante o modelo.
De hecho, mientras Tesla, históricamente el líder dominante en esta industria, experimenta una caída del 9% en sus ventas trimestrales, otras marcas están avanzando rápidamente y capturando una mayor cuota del mercado. En apenas dos años, la participación de Tesla en el mercado estadounidense se ha reducido de casi dos tercios a menos de la mitad, evidenciando un cambio considerable en la dinámica competitiva del sector. Este fenómeno está asociado en parte a un movimiento de boicot popular contra Tesla vinculado con controversias entorno a su CEO, Elon Musk, además de problemas internos que afectaron la producción y entrega de vehículos. Sin embargo, la expansión de la oferta ha sido igualmente determinante. En el último año, aproximadamente un cuarto de los más de 60 modelos totalmente eléctricos disponibles en Estados Unidos son lanzamientos recientes, introducidos por fabricantes con tradición en el mercado automotor y con reconocimiento internacional como Ford, General Motors, Porsche, Volvo, Mini y Cadillac.
Esta diversificación de la oferta ha permitido que los consumidore s encuentren vehículos eléctricos que se ajustan a distintas necesidades, estilos de vida y presupuestos. Muchos de los modelos más nuevos son accesibles en precio y cuentan con características que mejoran la experiencia de conducción, la autonomía y la confiabilidad. La brecha de precios entre vehículos eléctricos y los automóviles con motores de combustión interna se ha reducido a tan solo unos 5,000 dólares, una diferencia cada vez más abordable para el consumidor promedio. Casos como el de Artie R. Williams en Dallas ejemplifican estos cambios de tendencia.
Williams optó por marcas jóvenes o con modelos innovadores como Polestar para dejar atrás su vehículo a gasolina, sin que las consideraciones medioambientales fueran su motivación principal, sino más bien las ventajas prácticas: menor gasto en gasolina, menos mantenimiento y sentir que conduce tecnología de vanguardia. Esta evolución en la motivación de compra indica un desplazamiento de la adopción de los vehículos eléctricos desde los primeros usuarios entusiastas hacia el mercado masivo. Al mismo tiempo, problemas políticos y económicos plantean nuevos retos para el desarrollo sostenido del sector. El impulso del gobierno anterior por desmantelar incentivos para energías limpias y relajar regulaciones de emisiones no frenó el crecimiento, pero sí plantea incertidumbres en cuanto a futuras políticas públicas y el impacto en la adopción de tecnologías limpias. Además, las medidas arancelarias recientes complican la cadena de suministro.
Casi el 70% de las baterías de iones de litio utilizadas en Estados Unidos proceden de China, y ahora se enfrentan a aranceles de hasta un 73%, lo que encarece la producción y venta de vehículos eléctricos importados. El 33% de los vehículos eléctricos vendidos en el país el año anterior fueron importados y sus precios podrían aumentar tanto que algunas compañías, como Jaguar Land Rover o Audi, han pausado el envío de ciertos modelos a Estados Unidos para evitar costos adicionales. La expansión de los aranceles alcanzará también a los componentes automotrices, lo que podría repercutir en los precios de vehículos ensamblados en territorio estadounidense o simplemente erosionar los márgenes de ganancia de los fabricantes. En el plano local, las grandes compañías automotrices tradicionales, como Ford, GM y Stellantis, enfrentan desafíos particulares a causa de su dependencia de fábricas en México o Canadá para la producción de ciertos modelos eléctricos. El Ford Mustang Mach-E y el Chevrolet Equinox EV son ensamblados fuera de Estados Unidos, lo que los hace vulnerables a los aranceles impuestos en medio de las tensiones comerciales.
Sin embargo, hay señales positivas que indican que el mercado continuará expandiéndose. Los fabricantes se esfuerzan por ofrecer presupuesto y variedad. General Motors tiene planes para relanzar el Chevrolet Bolt con un valor cercano a los 30,000 dólares, una propuesta competitiva para ampliar el acceso a vehículos eléctricos asequibles y de calidad. En el ámbito global, el crecimiento del sector de vehículos eléctricos es aún más pronunciado, con expectativas de alcanzar 22 millones de unidades vendidas en 2025, lo que supondría un aumento del 30% respecto al 2024. En Estados Unidos, estas previsiones son aún más optimistas, anticipando una alza superior al 31%.
Las tendencias evidencian que, en términos de movilidad, la electrificación está pasando de ser una alternativa ecológica a una verdadera revolución tecnológica que promete transformar la industria y la forma en que los ciudadanos se mueven en sus ciudades. La competencia en el mercado también impulsa mejoras en materia de calidad. Consumidores como Hayden Jones, un jubilado de Microsoft que cambió sus vehículos Tesla por un BMW iX y un Polestar 3, destacan mejoras en espacio, confort y calidad en las nuevas marcas, además de la estética y características diferenciadoras. Esta elección, lejos de estar motivada solo por la tecnología, también refleja una resistencia ante ciertas figuras empresariales controversiales y una preferencia por una marca que ofrezca productos frescos y opciones innovadoras. El crecimiento del mercado y la diversificación de las opciones también plantean oportunidades para infraestructuras complementarias, como las estaciones de carga, que deberán multiplicarse y adaptarse para satisfacer una demanda cada vez mayor.
El desarrollo de la red de carga, la mejora en la velocidad de recarga y la disponibilidad en zonas urbanas y rurales serán factores determinantes para que la adopción de vehículos eléctricos continúe su ascenso. La transición hacia la movilidad eléctrica en Estados Unidos se presenta, entonces, como un fenómeno multifacético: combina avances tecnológicos, cambios culturales y desafíos políticos y económicos. A pesar de la volatilidad en la participación de mercado de ciertos actores clave, la adopción generalizada de vehículos eléctricos demuestra un compromiso creciente con tecnologías que prometen transporte más limpio, eficiente y moderno. A nivel individual, los compradores muestran que, más allá de las motivaciones ideológicas o ambientales, el valor práctico de los vehículos eléctricos - menor costo de mantenimiento, ahorro en combustible y la innovación tecnológica - son argumentos contundentes que explican la preferencia creciente por estos automóviles. Esta tendencia, además, refleja en el fondo la evolución de una sociedad que busca eficiencia sin sacrificar calidad ni variedad.
En resumen, el panorama del mercado automotriz estadounidense en 2025 está marcado por un notable crecimiento de los vehículos eléctricos, que ha superado un 10% de aumento, impulsado por una oferta más amplia, competencia creciente, y una diversificación de perfiles de comprador. Si bien enfrentan desafíos relacionados con aranceles, políticas y percepciones de marca, la industria eléctrica automotriz sigue ganando terreno aceleradamente hacia un futuro más electrificado y sostenible.