En el desarrollo de productos web, una de las decisiones clave que enfrentan los desarrolladores es cómo permitir que los usuarios se registren e ingresen a sus plataformas, es decir, el método de autenticación. Durante mucho tiempo, la opción predeterminada ha sido la autenticación mediante correo electrónico y contraseña. Sin embargo, esta práctica, pese a ser tradicional y familiar, tiene múltiples problemas tanto de seguridad como de experiencia de usuario, que muchas veces se subestiman y pueden poner en riesgo no solo a los usuarios, sino también a la reputación de la aplicación. Uno de los principales inconvenientes del uso de email y contraseña es la complejidad y la dispersión que generan para los usuarios. La mayoría suele disponer de varias direcciones de correo electrónico y emplear diferentes contraseñas en múltiples plataformas, lo que resulta en una combinación explosiva que puede llevar a bloqueos por intentos fallidos constantes o a que abandonen el proceso simplemente por frustración.
En muchos casos, los usuarios tienden a reutilizar contraseñas por comodidad, lo que aumenta la vulnerabilidad ante brechas de seguridad en sitios menos seguros. Si uno de estos sitios es comprometido, una cadena peligrosa se inicia donde las cuentas en otros servicios también quedan expuestas. Además, las reglas de creación de contraseñas suelen ser arbitrariamente complejas y poco amigables. La interminable combinación de requisitos —mínimo ocho caracteres, mayúsculas, números, símbolos limitados, entre otros— no solo genera estrés en el usuario, sino que también causa una pobre adopción de buenas prácticas. Es común que los usuarios descubran estas reglas solo después de intentar registrarse, lo que provoca irritación y abandono.
Así, no es que el usuario tenga una mala contraseña, el problema radica en el propio sistema de autenticación. La gestión de contraseñas también es una fuente constante de problemas. Olvidar la contraseña es uno de los motivos más frecuentes para perder acceso a servicios. Curiosamente, muchos usuarios encuentran más sencillo utilizar la opción de restablecimiento de contraseña, que funciona como un login mágico, que recordar su clave original. Por si fuera poco, la necesidad de validar el correo electrónico añade una capa extra de fricción tanto para los desarrolladores como para los usuarios, provocando una experiencia poco fluida y menos satisfactoria.
Estas dificultades en la seguridad y usabilidad del email y la contraseña llevaron a la popularización de sistemas de doble factor de autenticación (2FA), que si bien aumentan la protección, también pueden complicar la experiencia del usuario promedio y no resuelven el problema central de una mala gestión inicial de credenciales. Por otra parte, confiar en que los desarrolladores mantienen sus servidores y bases de datos lo suficientemente seguros para proteger las contraseñas nunca es una garantía real para los usuarios. La mejor práctica sería que cada usuario tuviera una contraseña única y aleatoria para cada sitio, algo poco práctico sin la ayuda de gestores de contraseñas. Los usuarios expertos y poderosos tienden a jactarse de tener todo bajo control con sus gestores de contraseñas favoritos. Sin embargo, incluso estas herramientas presentan limitaciones cuando se accede a un dispositivo ajeno, como en la casa de un amigo, donde introducir una contraseña de 50 caracteres puede volverse una tarea ardua.
Además, ningún gestor puede defender completamente contra ataques de phishing o intercepciones en sitios inseguros, lo que hace que la confianza en este método esté siempre condicionada. Ante estas evidencias, es importante explorar alternativas más modernas y eficientes que están ganando terreno y ofreciendo mejores soluciones para autenticación segura y amigable. Una de las opciones que muchos exploran es el inicio de sesión social a través de plataformas como Google o Facebook. Este método tiene ventajas claras, especialmente en términos de seguridad, ya que las grandes empresas invierten grandes recursos en proteger sus sistemas. Además, permite al usuario evitar la proliferación de contraseñas y cuentas nuevas, reutilizando credenciales que ya usa regularmente.
La posibilidad de entrar desde cualquier dispositivo sin necesidad de un paso adicional de verificación hace que la experiencia sea más fluida. Sin embargo, esta solución también presenta sus retos. La dependencia de terceros genera vulnerabilidades: si el servicio de autenticación de Google o Facebook se cae, los usuarios no podrán acceder a tu plataforma. Además, cambios en las políticas, procesos de revisión largos o incluso el rechazo por cuestiones administrativas pueden afectar gravemente la experiencia de usuario. También existe una preocupación legítima sobre la privacidad, ya que no todos desean que gigantes tecnológicos rastreen su actividad en múltiples sitios.
Otra opción que evoca métodos antiguos es el uso de llaves de licencia. En el pasado, comprar software implicaba adquirir una licencia física o digital sin necesidad de cuenta. Este método tiene la ventaja de simplicidad y un buen nivel de seguridad, ya que la llave suele ser un código generado que es más difícil de adivinar que una contraseña común. Funciona bien para productos que no requieren interacción social o almacenamiento de datos personales profundos, como ciertos servicios de VPN o extensiones de navegador. Las desventajas de las llaves de licencia incluyen la responsabilidad del usuario para mantener su credencial segura, el riesgo de compartir o perder la llave y la vulnerabilidad a ataques de phishing o intercepciones.
Además, no es un método viable para todos los tipos de aplicaciones, especialmente aquellas que requieren interacción social o personalización avanzada. Los enlaces mágicos o códigos enviados por email representan otra alternativa. La ventaja principal es la eliminación de la necesidad de recordar contraseñas, mejorando así la experiencia del usuario. No requieren un segundo paso de verificación, lo que agiliza el acceso a la cuenta. Sin embargo, dependen completamente del acceso inmediato al correo electrónico, lo que no siempre es una garantía y puede provocar tiempos de espera incómodos que dañan la percepción del servicio.
Este método puede generar un flujo de usuario poco intuitivo, abriendo nuevas pestañas que hay que cerrar o dejando al usuario confundido sobre el estado de su sesión. Por otro lado, el riesgo de si el correo electrónico es comprometido es similar a otras formas de recuperación de contraseña, por lo que no aumenta ni disminuye significativamente la seguridad general. Finalmente, uno de los métodos más prometedores y revolucionarios hoy en día es el uso del API Web Authentication, conocido comúnmente como Webauthn. Esta tecnología, que ya está integrada en los principales navegadores web, permite la autenticación mediante biometría como Touch ID o Face ID, o mediante llaves de seguridad físicas. Al usar criptografía de clave pública, Webauthn evita que los sitios necesiten manejar contraseñas, reduciendo el riesgo de fugas de datos.
Su usabilidad es excelente, permitiendo a los usuarios iniciar sesión de forma rápida y sin recordar contraseñas, y sin la necesidad de un segundo factor adicional. No obstante, existen algunas limitaciones, como la dependencia del dispositivo o familia de dispositivos, la dificultad para usarlo en dispositivos públicos y la falta de familiaridad entre los usuarios, quienes se sienten más seguros con métodos tradicionales. Para los desarrolladores, la implementación aún puede ser compleja debido a términos y parámetros técnicos como el tipo de atestación, el tipo de autenticador o el decodificador CBOR. A pesar de estos retos, Webauthn representa una de las mejores opciones para el futuro de la autenticación web, especialmente si se acompaña de una buena experiencia de usuario y soporte para otros métodos alternativos para mitigar la barrera de entrada. En conclusión, el método tradicional de autenticación con correo y contraseña está obsoleto y lleno de problemas que deterioran la experiencia del usuario y la seguridad general.
Es recomendable evitarlo siempre que sea posible, apostando en cambio por alternativas más modernas como Webauthn, inicio de sesión social o llaves de licencia, según el tipo de producto y la audiencia a la que te diriges. Cuando sea imprescindible mantener la autenticación tradicional, es recomendable ofrecer a los usuarios opciones complementarias para mejorar la seguridad y usabilidad. La adopción progresiva de estos métodos innovadores permitirá que, en el futuro cercano, la autenticación sea no solo más segura, sino también mucho más sencilla y agradable para los usuarios.