El sistema de metro de la ciudad de Nueva York, conocido por ser uno de los más grandes y concurridos del mundo, enfrenta desde hace años el desafío constante de garantizar la seguridad de sus millones de usuarios. En un esfuerzo por abordar estos problemas de manera innovadora, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) está explorando la implementación de tecnologías basadas en inteligencia artificial (IA) para detectar comportamientos problemáticos en las plataformas del metro y alertar a las autoridades en tiempo real. Esta iniciativa representa un cambio importante en la estrategia de seguridad del metro, que históricamente ha dependido de la presencia física de agentes y de sistemas de vigilancia tradicionales. Michael Kemper, Jefe de Seguridad de la MTA, ha expresado su interés en trabajar con compañías especializadas en inteligencia artificial para desplegar software capaz de analizar imágenes de cámaras de seguridad en tiempo real. El objetivo es que el sistema pueda identificar comportamientos irracionales o sospechosos antes de que se conviertan en incidentes graves.
El concepto de “prevención predictiva”, tal como lo describe Kemper, se basa en la capacidad de la IA para reconocer patrones y detectar señales de alarma que pueden indicar la presencia de un potencial acto criminal o una situación que requiera intervención inmediata. De esta forma, la intención es reducir no solo los delitos sino también las situaciones de riesgo que afectan la percepción de seguridad de los pasajeros. Sin embargo, el uso de inteligencia artificial en espacios públicos como el metro también genera un profundo debate sobre la privacidad y las implicaciones éticas que conlleva. La MTA ha sido enfática en señalar que esta tecnología no utilizará sistemas de reconocimiento facial, ya que su enfoque se limita a identificar comportamientos específicos en lugar de personas. Según Aaron Donovan, portavoz de la MTA, la herramienta está diseñada para monitorear comportamientos y no para identificar individuos, lo que busca evitar el uso intrusivo y discriminatorio de datos personales.
Este esfuerzo de la MTA se enmarca dentro de un contexto más amplio, donde el gobierno de la ciudad y el estado de Nueva York buscan incrementar la seguridad en el transporte público tras una serie de ataques no provocados en los últimos años. Estos incidentes incluyen casos de personas empujadas a las vías del tren, que han elevado la preocupación tanto de los usuarios como de las autoridades. A pesar de que las estadísticas de delitos mayores en el metro han bajado respecto a los niveles anteriores a la pandemia, las agresiones siguen siendo un problema significativo, con decenas de víctimas fatales reportadas en los últimos años. La gobernadora Kathy Hochul ha impulsado desde su gestión una mayor vigilancia en el sistema, logrando que actualmente todas las plataformas y trenes dispongan de cámaras de seguridad. Además, un porcentaje considerable de estas cámaras se monitorea en tiempo real, lo que facilita la rápida respuesta ante cualquier situación anómala.
La integración de la inteligencia artificial complementa este esquema, añadiendo capacidad de prevención y análisis inmediato en una escala difícil de alcanzar solo con operadores humanos. A pesar de los beneficios potenciales, expertos en derechos civiles y grupos defensores de la privacidad han manifestado resistencia a este proyecto. Organizaciones como la Unión de Libertades Civiles de Nueva York (NYCLU) han advertido sobre la posible exacerbación de desigualdades y sesgos en el sistema de vigilancia. Justin Harrison, asesor legal senior de la NYCLU, ha señalado la conocida falla y parcialidad de estas tecnologías, que pueden aumentar las disparidades existentes en la aplicación de la ley y generar un ambiente de vigilancia constante que afecta las libertades fundamentales. Estas preocupaciones resaltan la importancia de un equilibrio entre la seguridad pública y el respeto por los derechos individuales.
La implementación de la inteligencia artificial en entornos urbanos debe realizarse con transparencia, supervisión rigurosa y normas claras para evitar abusos y garantizar que su uso responda a principios éticos. El avance tecnológico también se da en un contexto donde el Departamento de Transporte de los Estados Unidos ha tomado una postura firme respecto al cumplimiento de objetivos de seguridad en el metro. Recientemente, el secretario de Transporte Sean Duffy amenazó con retener fondos federales a la MTA si no presentaba un plan efectivo para reducir la criminalidad y la presencia de personas en situación de calle en el sistema de transporte. La propuesta presentada por la MTA incluye diversas medidas, entre ellas el uso de inteligencia artificial, con la intención de demostrar un compromiso real para mejorar la seguridad y la experiencia de los usuarios. Desde una perspectiva tecnológica, la IA aplicada a la seguridad en el transporte público no es una novedad exclusiva de Nueva York.
Ciudades como Seúl, Londres y Tokio han implementado sistemas avanzados de monitoreo y análisis en sus redes de transporte, logrando importantes avances en la detección temprana de incidentes y la gestión de emergencias. Estos modelos internacionales pueden servir como referencia para la MTA y aportar aprendizajes valiosos sobre la integración adecuada de la inteligencia artificial en contextos tan complejos y dinámicos. Para los usuarios del metro, el impacto de esta tecnología podría traducirse en una mayor sensación de seguridad y una reducción de incidentes violentos o problemáticos. Sin embargo, también se debe considerar la necesidad de informar y educar a los pasajeros sobre la naturaleza y el propósito de estas medidas para evitar malentendidos o temores relacionados con la vigilancia masiva. En definitiva, el proyecto que impulsa la MTA representa un paso significativo hacia el aprovechamiento de la inteligencia artificial para mejorar la seguridad en espacios públicos de alta concurrencia.