El 29 de abril de 2025, la Agencia Espacial Europea (ESA) marcó un hito importante en la observación de la Tierra con el exitoso lanzamiento del satélite Biomass. Esta misión innovadora embarca el primer radar de apertura sintética (SAR) en banda P, una tecnología avanzada diseñada para penetrar las copas de los bosques y medir con precisión la biomasa leñosa, uno de los elementos clave en el almacenamiento de carbono natural. El despegue tuvo lugar desde el Centro Espacial de Guayana en Kourou, mediante el cohete Vega-C, un vehículo de lanzamiento europeo conocido por su capacidad para depositar satélites en órbitas precisas y con cargas medianas. Este evento se suma a la lista de misiones científicas de vanguardia que ESA sigue desarrollando para profundizar en el conocimiento terrestre y climático. Los bosques son fundamentales para el equilibrio climático global.
Funcionan como gigantescos sumideros de carbono, absorbiendo alrededor de ocho mil millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. Esta capacidad para capturar gases de efecto invernadero contribuye a regular la temperatura del planeta y mitigar el impacto del cambio climático. Sin embargo, la degradación y deforestación, especialmente en regiones tropicales, liberan este carbono de vuelta a la atmósfera, exacerbando la crisis climática. Uno de los principales desafíos para científicos y responsables políticos ha sido gestionar la falta de datos precisos y actualizados acerca de cuánta biomasa almacenan los bosques globalmente y cómo estas reservas cambian en respuesta a actividades humanas y variaciones ambientales. Aquí es donde la misión Biomass adquiere relevancia inequívoca.
Su radar P-Banda es capaz de emitir señales electromagnéticas que atraviesan las copas arbóreas y reflejan desde el tronco, las ramas y el tallo, permitiendo medir directamente la biomasa leñosa, un indicador directo del carbono almacenado. Esta capacidad de penetración es única en comparación con otras bandas de radar y sensores ópticos, los cuales a menudo se ven limitados por la densidad de la vegetación o las condiciones meteorológicas adversas como nubes y tormentas. Al recopilar datos precisos y de alta resolución, Biomass contribuirá a reducir las incertidumbres relacionadas con el balance y los flujos de carbono en todo el mundo. La importancia del satélite también radica en su capacidad para observar cambios forestales con gran detalle temporal y espacial. Esto permitirá monitorear con exactitud fenómenos como deforestación ilegal, degradación causada por incendios forestales o efectos directos de actividades agrícolas e industriales.
La información obtenida será vital para reforzar políticas ambientales, mejorar estrategias de conservación, y diseñar programas eficientes de captura de carbono en el marco de acuerdos internacionales contra el cambio climático como el Acuerdo de París. Biomass no solo se limita a la medición del carbono forestal. La tecnología embarcada puede asimismo mapear la topografía debajo del dosel forestal, facilitando el estudio de la estructura del bosque y permitiendo análisis biomecánicos sobre la salud y estabilidad de los bosques. También tiene aplicaciones en la geología de ciertas regiones inhóspitas, incluyendo desiertos e incluso estructuras de hielo, ampliando así su utilidad científica a otros campos de estudio ambiental y planetario. El satélite cuenta con un reflector de malla de 12 metros de diámetro, desplegado mediante un boom de 7,5 metros tras el lanzamiento.
Esta estructura es pieza clave para la operación del radar en banda P, pues permite la emisión y recepción óptima de señales con alta sensibilidad y precisión. Tras la fase inicial de puesta en órbita y calibración, el equipo de control de misión en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales en Darmstadt, Alemania, comenzará la rutina operativa de recopilación y transmisión de datos, que serán accesibles para la comunidad científica y gestores ambientales a nivel global. El desarrollo de Biomass fue posible gracias a la colaboración de más de 50 empresas europeas con Airbus UK a la cabeza, demostrando la fuerza del trabajo conjunto en el sector aeroespacial europeo. El vehículo de lanzamiento Vega-C, también europeo, simboliza la firme capacidad industrial para colocar en órbita misiones con altos requisitos técnicos y científicos. Más allá del avance tecnológico, Biomass representa una esperanza tangible para el futuro del planeta.
Contar con información directa y fidedigna sobre el almacenamiento y flujo de carbono en los bosques permitirá generar políticas de protección ambiental más ajustadas a la realidad. Además, impulsará investigaciones científicas sobre cómo los ecosistemas forestales reaccionan ante el calentamiento global y los cambios en uso del suelo, factores críticos para predecir el futuro climático y planear esfuerzos de mitigación más efectivos. En un contexto global donde el cambio climático es una amenaza cada vez más palpable, contar con satélites como Biomass significa fortalecer nuestra capacidad de respuesta y adaptación. Gracias a su radar en banda P, Biomass abre una nueva ventana para mirar al corazón verde del planeta y entender mejor la compleja relación entre bosques, carbono y clima. Su misión será clave para que gobiernos, científicos y organizaciones internacionales dispongan de datos actualizados y sólidos para proteger uno de los recursos naturales más vitales de la Tierra.
En resumen, el lanzamiento exitoso del satélite Biomass de ESA es un paso relevante en la observación ambiental desde el espacio. Su innovador sistema de radar P-Banda permitirá penetrar las copas de los árboles y medir directamente la biomasa forestal, responsable de almacenar grandes cantidades de carbono. Esta valiosa información ayudará a mejorar la gestión global del carbono, reforzar la conservación de bosques y avanzar en la lucha contra el cambio climático. Biomass es sin duda una herramienta fundamental para el futuro sostenible de nuestro planeta y un ejemplo destacado del liderazgo europeo en tecnología espacial y ciencias de la Tierra.