La inteligencia artificial (IA) ha transformado radicalmente la forma en que trabajamos, desde automatizar tareas repetitivas hasta generar contenido y tomar decisiones informadas. Sin embargo, un reciente estudio global realizado por KPMG en colaboración con la Universidad de Melbourne ha sacado a la luz una realidad oculta: una gran mayoría de empleados está utilizando la IA en sus labores diarias sin informar a sus superiores, lo que plantea importantes retos para la gestión organizacional, la ética y la seguridad de la información. Este estudio, titulado “Confianza, actitudes y uso de la inteligencia artificial: un estudio global 2025”, encuestó a más de 48,000 personas en 47 países, ofreciendo una de las visiones más amplias y detalladas hasta la fecha sobre cómo la IA se está integrando en el ambiente laboral. Los datos muestran que el 58% de los encuestados utiliza de manera consciente herramientas de inteligencia artificial en su empleo y que alrededor de un tercio lo hace al menos una vez a la semana. Sin embargo, el 57% de estos trabajadores admitió que ocultan esta práctica a sus jefes y presentan el trabajo generado por IA como propio y exclusivo.
Este fenómeno de ocultamiento no es producto simplemente de una falta de honestidad, sino que responde a múltiples factores que atraviesan el tejido social y organizacional contemporáneo. En primer lugar, existe una presión creciente para aumentar la productividad y mantenerse competitivo en un entorno que cada vez más integra estos sistemas automatizados. Muchos trabajadores temen quedarse rezagados y perder oportunidades laborales si no adoptan estas tecnologías, lo que los lleva a usarlas de forma encubierta, incluso contra las políticas explícitas de sus empleadores. Otra razón es el atractivo inherente que ofrecen las capacidades de la IA: la posibilidad de conseguir resultados más rápidos, mejorar la calidad del trabajo o simplificar tareas complejas genera una seducción que lleva a los empleados a continuar dependiendo de estas herramientas. Sin embargo, la falta de transparencia en el uso de la inteligencia artificial puede traer consigo riesgos significativos que no solo afectan a las empresas, sino también a la confianza que se deposita en estas tecnologías.
Uno de los mayores problemas detectados por el estudio es la ausencia de formación formal en IA para la mayoría de los trabajadores. Solo el 47% de los empleados ha recibido algún tipo de capacitación relacionada con la inteligencia artificial, lo que implica que una gran parte usa estas herramientas sin comprender completamente sus limitaciones o el riesgo que pueden implicar. Más alarmante aún es el hecho de que el 66% de los usuarios no evalúa la exactitud de las respuestas proporcionadas por la IA y el 48% ha compartido información confidencial de la empresa en plataformas públicas de inteligencia artificial, provocando posibles brechas de seguridad y exposición de datos sensibles. Estos problemas representan riesgos graves para las organizaciones, incluyendo errores en el trabajo que pueden derivar en pérdidas económicas, incumplimiento normativo y daños a la reputación. Además, la opacidad en el uso de la IA alimenta una espiral de desconfianza que puede limitar el potencial de crecimiento y la innovación dentro de las compañías.
Según los expertos, la confianza es un activo estratégico fundamental que sostiene el desarrollo de cualquier entidad, y la manera en que se gestiona la incorporación de la inteligencia artificial influye directamente en la confianza entre empleados, clientes y otros grupos de interés. Para abordar estos retos, el estudio recomienda fortalecer la capacitación y la gobernanza sobre IA en el entorno laboral. La formación no debe limitarse a una introducción técnica básica, sino que debe incluir aspectos éticos, de uso responsable y mejores prácticas específicas según el rol de cada empleado. Es fundamental fomentar una cultura de transparencia donde el uso de la IA se realice de forma abierta y colaborativa, permitiendo que los trabajadores compartan sus experiencias, aprendan colectivamente y experimenten sin temor a generar consecuencias negativas. La investigación también destaca que en economías emergentes como India, Nigeria y Arabia Saudita, la confianza en la inteligencia artificial es notablemente mayor que en países desarrollados, situándose en un 82% frente al 65%.