Título: Creí que estaba teniendo un ataque al corazón, pero era la perimenopausia En un mundo donde la salud y el bienestar son constantes temas de conversación, las experiencias íntimas relacionadas con la menopausia a menudo se quedan en la sombra. Esta es la historia de Anniki Sommerville, una madre de tres hijos que, tras una racha de estrés y angustia, se encontró en un hospital seguro de que estaba sufriendo un ataque al corazón. Sin embargo, la realidad era muy diferente: la perimenopausia, una etapa biológica natural, estaba alterando su cuerpo de maneras que nunca había imaginado. Era un sábado por la tarde como cualquier otro, pero para Anniki, la normalidad pronto se tornaría en caos. Acostada con la cabeza hundida en la almohada, comenzó a sentir que su corazón latía con una intensidad aterradora.
Era un golpeteo que hacía eco en su pecho, como si un pájaro estuviera atrapado en su interior. En ese momento, el estrés generado por meses de desafíos —la pandemia del COVID-19, el luto por la muerte de su padre y el estrés de la educación en casa— pesaba sobre ella como una losa. Este tipo de presión acumulada había afectado su salud emocional y física. “Estoy teniendo un ataque al corazón,” murmuró para sí misma. “Esto es el final.
” La incertidumbre la invadió mientras su mente giraba en espirales de ansiedad. Sin embargo, lo que se sentía como una crisis inminente fue en realidad una respuesta física a un cambio hormonal que aún no comprendía del todo. Consciente de que necesitaba atención, Anniki se armó de valor y decidió que era hora de ir al servicio de urgencias. Su pareja se preocupó al ver su estado y, tras unos momentos de confusión, la familia se centró en llevarla a A&E (Hospital de Emergencias). En el centro médico, los médicos realizaron una serie de pruebas, incluida la toma de su presión arterial y el monitoreo de su corazón.
Tras una larga espera, una voz tranquila la abordó. “Estás muy estresada,” le dijo el doctor. “Creo que deberías consultar a tu médico de cabecera para que te recete algo para la ansiedad.” La alivió saber que no estaba sufriendo un ataque al corazón, pero la idea de ser simplemente “estrés” no le parecía del todo correcta. Aunque reconocía su historial de ansiedad, sabía que esta vez la situación era diferente.
Las palpitaciones no parecían estar vinculadas a pensamientos ansiosos, sino que ocurrían de forma repentina y aterradora. El médico le recetó betabloqueantes, fármacos que buscaban mitigar sus síntomas físicos, pero la experiencia no fue del todo satisfactoria. Las molestias continuaron y, aunque las palpitaciones disminuyeron, los efectos secundarios como mareos y fatiga comenzaron a interferir en su vida diaria. Anniki se sintió atrapada en una especie de limbo emocional y físico. Fue entonces cuando un comentario de una amiga dio un giro a la conversación.
Ella también había experimentado palpitaciones exacerbadas, y tras consultar con su médico, había descubierto que estaba en la perimenopausia. Para Anniki, esa fue la clave que le abrió los ojos. La palabra "perimenopausia" resonó en su mente. ¿Podría ser el culplable de lo que estaba viviendo? Decidida a investigar más sobre su estado, buscó información relacionada y descubrió que muchas mujeres experimentan síntomas similares durante la perimenopausia, como palpitaciones, ansiedad y cambios en los patrones menstruales. Al volver a ver a su médico, le solicitó análisis de sangre específicos que confirmaron su sospecha: estaba entrando en la perimenopausia.
Consultó sobre la terapia de reemplazo hormonal (TRH), un tratamiento que podría ayudar a equilibrar sus niveles hormonales y mitigar sus síntomas. Fue un alivio saber que sus problemas tenían una raíz biológica, no solo psicológica. Anniki había logrado armar su propio “rompecabezas de salud” a través de investigación y conversación con amigos que, como ella, habían estado navegando en las aguas confusas de la perimenopausia. La doctora Anne Henderson, una experta en salud femenina y miembro destacado en el campo del tratamiento de menopausia, confirmó que las palpitaciones son uno de los síntomas más comunes de la perimenopausia. “Muchas mujeres experimentan este tipo de síntomas y, desafortunadamente, son subdiagnosticados,” indicó.
“Es sorprendente que incluso cardiólogos no reconozcan la conexión. Muchas mujeres pasan por pruebas invasivas solo para descubrir que están atravesando un cambio natural en su cuerpo.” Después de iniciar el tratamiento con TRH, Anniki notó un cambio positivo. Sus palpitaciones cesaron, y junto con ellas, la sensación de ansiedad que había estado acompañándola. Los efectos secundarios que había experimentado con los betabloqueantes eran cosa del pasado.
La TRH le otorgó la estabilidad hormonal que tanto necesitaba, lo que le permitió llevar una vida más plena y activa con sus hijos. Sin embargo, su viaje reveló una triste verdad sobre la falta de conocimiento que aún existe en torno a la menopausia. Un estudio reveló que el 29% de las mujeres entre 45 y 54 años reciben un diagnóstico erróneo antes de que se reconozca que la menopausia es la causa de sus síntomas. Además, un informe reciente indicó que más de la mitad de los médicos de cabecera sienten que no tienen suficiente apoyo para tratar a las mujeres con síntomas menopáusicos. La desinformación y el tabú que rodean la salud femenina a menudo llevan a diagnósticos erróneos y a tratamientos inapropiados, y esto podría haberse evitado si se hubiera prestado más atención a los síntomas.
Anniki enfatiza la necesidad crucial de crear conciencia y promover la educación sobre la perimenopausia y otros temas relacionados con la salud de la mujer. Mientras más mujeres compartan sus historias, se derriban los mitos y se fomenta una conversación abierta sobre los cambios que enfrentan. Para Anniki, lo más valioso fue que, después de atravesar un calvario emocional y físico, pudo encontrar la respuesta que necesitaba y aprender a cuidarse mejor. Hoy, Anniki vive con gratitud por el nuevo conocimiento que ha adquirido. La perimenopausia no es un final, sino una transición hacia una nueva etapa de la vida.
La información es poder, y al empoderar a las mujeres con conocimiento, se puede transformar la experiencia de la perimenopausia en algo positivo y liberador.