En un contexto global marcado por la desconfianza hacia las instituciones centralizadas, las tensiones geopolíticas y la fragmentación de los sistemas financieros tradicionales, emergen tres innovaciones tecnológicas que están redefiniendo el paisaje de las finanzas a nivel mundial: Bitcoin, las blockchains públicas descentralizadas y la tokenización de activos. Según el equipo de activos digitales de Bernstein, estas tecnologías constituyen los pilares fundamentales de una nueva infraestructura financiera que se está construyendo para atender las demandas de un mundo más complejo y multipolar. Bitcoin se posiciona cada vez más como un activo digital libre de control estatal que actúa como un almacén de valor resistente a las crisis geopolíticas. Con una capitalización de mercado en torno a los 2 billones de dólares, todavía modesta en comparación con el oro que supera los 20 billones, Bitcoin destaca por su naturaleza auto custodial, su portabilidad y su liquidez continua, características que lo hacen atractivo no solo para inversores individuales sino también para actores corporativos e incluso soberanos. La entrada de más de 60 mil millones de dólares en ETFs de Bitcoin en 2024 y la participación significativa de tesorerías corporativas demuestran el creciente interés institucional en esta moneda digital.
Además, se especula que el gobierno de Estados Unidos podría formalizar su reserva estratégica en Bitcoin, comenzando con aproximadamente 200 mil BTC incautados por las autoridades, lo que subraya la legitimidad creciente que Bitcoin está ganando en el ámbito macroeconómico. Esta evolución se enmarca dentro de una tendencia mayor en la que Bitcoin se percibe como un activo financiero complementario que protege contra riesgos tradicionales asociados a control y políticas monetarias dispares a nivel global. Por otro lado, las blockchains descentralizadas como Ethereum y Solana están siendo reconocidas por su capacidad para ofrecer una infraestructura neutral de liquidación transfronteriza. En particular, Ethereum ha fortalecido su credibilidad con la transición a un modelo de consenso proof-of-stake, que reduce significativamente el consumo energético y añade un carácter deflacionario a su suministro. Su uso creciente en productos financieros institucionales, como ETFs, destaca una adopción cada vez más madura y robusta.
Solana, por su parte, ha ganado protagonismo gracias a su arquitectura de bajo costo y alta capacidad de procesamiento, lo que la posiciona como una plataforma eficiente para aplicaciones financieras a escala global. Estas blockchains hacen posible la resolución de problemas históricos relacionados con la confianza global, permitiendo liquidaciones sin necesidad de autoridades centralizadas y con un acceso sin permisos, lo que abre la puerta a nuevas formas de interacción financiera inclusiva y rápida. La tercera dimensión que Bernstein identifica como esencial para la construcción de esta nueva infraestructura financiera es la tokenización de activos tradicionales. Este proceso transforma activos convencionales como bonos del tesoro, acciones y monedas en representaciones digitales almacenadas en cadenas de bloques. Esta digitalización no solo promueve mayor transparencia y liquidez, sino que también facilita la interoperabilidad y el acceso global a estos instrumentos.
Actualmente, existen más de 5 mil millones de dólares en bonos del tesoro estadounidenses tokenizados, impulsados por iniciativas de grandes instituciones financieras como BlackRock, a través del proyecto BUIDL. La tokenización abre un abanico de posibilidades para optimizar procesos, reducir costos y ampliar la base de inversores, generando un impacto directo en la eficiencia del mercado financiero global. Complementando estas tecnologías, los stablecoins juegan un rol crítico en la infraestructura financiera emergente. Con un suministro que ya supera los 234 mil millones de dólares y un volumen de liquidación en 2024 que alcanzó los 16 billones, los stablecoins están consolidándose como una columna vertebral indispensable para el comercio y las transacciones B2B a nivel global, así como para remitencias internacionales. Su estabilidad y vinculación a activos tradicionales facilitan la adopción masiva y el uso en actividades financieras cotidianas.
Bernstein subraya que los stablecoins están adquiriendo importancia sistémica dentro de la infraestructura financiera estadounidense, fortalecidos por sus tenencias en tesorería y el impulso regulatorio que buscan formalizar su uso. Las próximas legislaciones y normativas serán clave para que esta clase de activos digitales se integre plenamente en el sistema financiero con las garantías y controles necesarios. Los analistas plantean que estas tres innovaciones —Bitcoin, blockchains descentralizadas y tokenización— no deben verse como desarrollos aislados, sino como componentes interconectados de una pila financiera interoperable que facilitará operaciones financieras globales más eficientes y confiables. En un mundo que presenta una fragmentación creciente y una disminución de la globalización tradicional, estas tecnologías están dejando de ser opciones para convertirse en infraestructuras críticas y necesarias. El surgimiento de la nueva infraestructura basada en tecnologías descentralizadas representa también una oportunidad para redefinir el rol de la soberanía financiera, la transparencia en los mercados y la participación de diferentes actores a escala planetaria.
En este sentido, la adopción institucional que se observa en 2024 sienta las bases para un cambio estructural que puede influir en la política monetaria, la regulación financiera y en el desarrollo económico de las regiones. El empuje hacia un sistema financiero más abierto y distribuido, potenciado por Bitcoin, las blockchains públicas y la tokenización, también tiene un impacto social significativo. Permite que personas y empresas sin acceso al sistema bancario tradicional puedan participar del comercio global y acceder a productos financieros con menores barreras y costos. Finalmente, los retos regulatorios y técnicos siguen siendo parte del recorrido. La interacción entre legislaciones nacionales, la privacidad, la seguridad y la escalabilidad de las soluciones blockchain serán determinantes en el éxito y la adopción masiva de esta nueva infraestructura.
Sin embargo, los avances y adopciones observadas hasta ahora sugieren que la transición hacia un sistema financiero global basado en la descentralización y la tokenización es imparable. En conclusión, según Bernstein, el futuro del sistema financiero mundial descansa en tres tecnologías fundamentales que ya están cimentando una nueva infraestructura más resiliente, eficiente y democrática. Bitcoin como reserva digital, las blockchains como columnas vertebrales de liquidación sin fronteras, y la tokenización como medio para digitalizar activos tradicionales configuran una realidad financiera que responde a los retos del mundo multipolar actual. La convergencia de estas innovaciones marcará el camino hacia una era donde la confianza deja de depender de entidades centrales y pasa a ser una característica inherente a la tecnología misma.