En la era digital, la comodidad y la rapidez se han convertido en elementos clave dentro del consumo diario. El auge de las aplicaciones de entrega de alimentos y servicios en línea ha transformado la manera en que las personas adquieren productos y servicios, generando una experiencia de compra mucho más fluida y accesible. Entre las innovaciones más recientes está el modelo de pago conocido como 'Come Ahora, Paga Después', el cual permite a los consumidores disfrutar de sus comidas y productos sin necesidad de efectuar el pago al momento de la compra, sino diferirlo para una fecha posterior o fraccionarlo en varias cuotas. Aunque esta opción puede parecer atractiva y conveniente, es fundamental entender cómo puede afectar sigilosamente el balance de nuestro salario antes de siquiera recibir el dinero en nuestra cuenta bancaria. Este fenómeno financiero está ganando terreno gracias a alianzas como la que existe entre Klarna, una entidad crediticia basada en inteligencia artificial especializada en pagos a plazos, y DoorDash, una popular plataforma de entrega de alimentos en Estados Unidos.
Esta colaboración permite que los usuarios elijan entre diversas modalidades para pagar sus pedidos: pagar después, pagar en cuatro cuotas o pagar al contado. La flexibilidad de estas opciones responde, según los voceros de DoorDash, a la necesidad de adaptarse a las demandas y situaciones financieras cambiantes de los consumidores, otorgándoles mayor control sobre sus gastos inmediatos. Sin embargo, la principal preocupación radica en cómo este tipo de planes puede alterar la gestión del dinero personal, incluso antes de que una persona reciba su salario. En un contexto donde muchas personas ya viven ajustadas financieramente o al límite, utilizar un método que pospone el pago puede promover un gasto mayor y, con él, aumentar las obligaciones futuras. En palabras de Melanie Musson, experta en finanzas personales, centrarse en pagos del pasado conlleva a una problemática que afecta negativamente la capacidad de planificar y mejorar la vida financiera presente y futura.
Cuando el dinero se destina a saldar compras ya realizadas, disminuye la liquidez disponible para cubrir imprevistos o invertir en oportunidades que eleven el bienestar económico. Esta dinámica puede convertirse en una trampa en la cual los consumidores, al sentirse presionados por necesidades básicas o impulsos momentáneos como el hambre o deseos de consumir, recurren a préstamos o pagos en cuotas para satisfacerlas. El inconveniente surge cuando se acumulan varios compromisos de pago simultáneos, ya que el presupuesto mensual se fragmenta en diversos montos que pueden superar la propia capacidad de pago. En Estados Unidos, por ejemplo, el gasto promedio mensual en deuda ascendió a 1,224 dólares el año pasado, evidenciando un incremento con respecto al período anterior. Este escenario puede exacerbarse entre quienes no cuentan con un manejo financiero sólido o quienes dependen exclusivamente de su cheque de salario para mantener sus gastos corrientes.
La facilidad de acceder a planes como 'Come Ahora, Paga Después' puede fomentar hábitos de consumo impulsivo y un sobreendeudamiento peligroso. Experiencias compartidas en plataformas sociales y opiniones de expertos financieros ilustran que este sistema, en el fondo, puede funcionar en detrimento de los consumidores más vulnerables. Douglas A. Boneparth, presidente de Bone Fide Wealth, señala que recurrir a un crédito para financiar un simple antojo alimenticio refleja un nivel preocupante de dependencia y representa un riesgo para la estabilidad financiera individual. Las entidades que ofrecen estas facilidades de pago, aunque presentadas como herramientas de ayuda al consumidor, en realidad obtienen beneficios económicos al incrementar el número de transacciones y extender el ciclo de pago, cobrando intereses y comisiones en algunos casos.
Por ende, la relación que se establece trasciende la mera prestación de un servicio y se convierte en un modelo de negocio basado en la idea de que el consumidor es, en esencia, el producto. Para aquellos interesados en mantener un equilibrio financiero saludable, es vital adoptar estrategias que permitan evaluar correctamente los costos y beneficios de utilizar estos planes. Entender que cualquier compra diferida representa una obligación futura, que implica no solo el monto inicial sino también posibles cargos adicionales, puede ayudar a tomar decisiones conscientes. Planificar el presupuesto mensual considerando todas las deudas y compromisos es una práctica esencial para evitar sorpresas negativas cuando llegue el momento de los pagos. Además, fomentar la educación financiera y la disciplina en el manejo del dinero es la mejor defensa ante endeudamientos innecesarios.