En un contexto donde los mercados financieros suelen ser un reflejo fiel de la economía global, la reciente racha ganadora del índice S&P 500 ha captado gran atención. Tras una secuencia de ganancias que no se veía desde el 2004, el índice ha recuperado por completo las pérdidas sufridas en una fecha señalada como "Liberation Day". A simple vista, este escenario podría interpretarse como una señal positiva y alentadora para inversionistas y analistas, pero la realidad que perciben los estrategas de Wall Street es más compleja y llena de incertidumbres. El S&P 500 ha subido alrededor de un 14% desde su mínimo del 8 de abril, lo que representa una recuperación importante en muy poco tiempo. Sin embargo, esta subida acelerada no ha logrado calmar las preocupaciones fundamentales ni macroeconómicas que persisten en la mente de los expertos.
Como bien señala Scott Chronert, estratega de renta variable de Citi, los problemas no se han disipado, sino que simplemente se han pospuesto temporalmente. Esta distinción es crucial, ya que mientras no haya soluciones concretas a las tensiones comerciales, monetarias y económicas, la volatilidad podría regresar en cualquier momento. Uno de los elementos que contribuye a esta tensión es el estado de las negociaciones comerciales internacionales. En semanas recientes han surgido indicios de avances hacia acuerdos comerciales, sin embargo, ninguno de estos fue formalmente anunciado. Esto deja en suspenso un factor determinante en la estabilidad bursátil: las tarifas arancelarias.
La política de aranceles implementada durante la administración Trump sigue siendo una variable no resuelta que obstaculiza la confianza de los inversores. La negociación comercial, en medio de su incertidumbre, funciona como una espada de Damocles sobre los mercados. Otra preocupación crítica es el riesgo latente de una recesión económica. A pesar de datos favorables, como el reporte de empleo de abril que confirma la solidez del mercado laboral estadounidense, otros indicadores han señalado una desaceleración en este frente. Esta tendencia se acompaña de una serie de datos económicos que han resultado peores de lo esperado, sugiriendo un enfriamiento gradual y no solo una corrección temporal.
La preocupación por una posible recesión no es solo una cuestión de temor económico sino que impacta directamente en la disposición de los inversionistas para asumir riesgos. La narrativa que dominó a los estrategas en el último mes describe un escenario donde la situación actual puede parecer estable, pero el futuro próximo es incierto. La cautela reina, con la advertencia clara de que el rebote registrado en el mercado no debe llevar a la complacencia. David Kelly, director global de estrategia en JPMorgan Asset Management, resalta que, a pesar del buen desempeño en los números de empleo, la economía estadounidense está perdiendo impulso. Señala que sin avances significativos en el plano comercial o la aplicación de un estímulo fiscal inmediato, la economía probablemente caiga en recesión.
Kelly profundiza en los riesgos a largo plazo que podrían surgir si las políticas gubernamentales continúan en la dirección actual. Mayor barreras comerciales, restricciones migratorias y déficits presupuestarios crecientes podrían limitar severamente la recuperación económica. Este escenario conllevaría a un crecimiento del PIB real bastante por debajo del 2%, afectando negativamente el dinamismo económico y la confianza del mercado. No obstante, existe una luz alentadora relacionada con los fundamentos financieros. Durante la reciente racha alcista, se observaron signos de fortaleza en los resultados de las compañías.
En el primer trimestre, aproximadamente el 72% de las empresas del S&P 500 ya han reportado sus ganancias, demostrando un crecimiento interanual del 12.8%. Esta cifra supera con creces la expectativa del 7.2% que los analistas habían previsto al cierre del mes de marzo. Esta superación en las ganancias ha impulsado a ciertos sectores del mercado, donde los valores que reportaron números mejores a lo esperado han experimentado aumentos significativos en sus cotizaciones.
Lori Calvasina, jefa de estrategia en renta variable de RBC Capital Markets, comenta que esta dinámica de ganancias ha sido un factor clave en el rally actual. Sin embargo, también advierte que desde mediados de abril la intensidad de esta dinámica parece estar disminuyendo, lo que podría implicar que el mercado requerirá de un nuevo catalizador para mantener la recuperación y evitar consolidar una pausa o corrección. En resumen, la mayor racha ganadora de acciones desde hace más de 20 años ha brindado un respiro a los mercados, pero no ha mitigado los miedos que atormentan a Wall Street. La economía global se enfrenta a múltiples desafíos interrelacionados que van desde la incertidumbre comercial, la amenaza de una recesión y políticas públicas cuestionables, hasta señales mixtas provenientes de resultados corporativos y datos económicos. Esta confluencia de factores hace que los inversores actúen con prudencia, conscientes de que la situación actual, aunque favorable en apariencia, podría cambiar rápidamente.
Para quienes participen en los mercados financieros o simplemente busquen comprender la economía global, es fundamental interpretar estos movimientos con una visión amplia. Los datos positivos deben ser evaluados en conjunto con los riesgos subyacentes que continúan presentes. La clave para navegar el mercado actual radica en un seguimiento riguroso de las negociaciones comerciales, el desempeño económico real y las decisiones políticas que afectan el ambiente empresarial. Finalmente, se debe tener presente que los mercados tienden a fluctuar en función de tanto las expectativas como los hechos. En un año desafiante como el actual, la volatilidad y la incertidumbre seguirán siendo la norma.
La mejor estrategia para inversores puede ser mantener la cautela, diversificar sus activos y estar atentos a nuevos acontecimientos que puedan actuar como disparadores para la continuación o el retroceso de la actual recuperación.