Su Yu-Xin es una artista paisajista fuera de lo común que ha revolucionado su arte con una práctica poco habitual: la creación de sus propios pigmentos a partir de materiales naturales como perlas, cristales, polvo volcánico y minerales recolectados de diversos rincones del mundo. Esta artista, cuya obra es un reflejo vívido de su conexión con la naturaleza y la historia, no se limita a pintar; también explora la geografía, la cultura y las tradiciones que subyacen en cada uno de sus materiales, dando vida a paisajes multifacéticos que trascienden lo estético para convertirse en narrativas profundas. Graduada de la Slade School of Fine Art en Londres, Su Yu-Xin se dio cuenta durante su formación que el mercado de pinturas para artistas estaba muy limitado en cuanto a variedad y creatividad cromática. La mayoría de sus compañeros utilizaban alrededor de cincuenta o sesenta colores disponibles en marcas reconocidas, lo cual para Su representaba una limitación que iba en detrimento del desarrollo pleno de su expresión artística. Consciente de ello y guiada por una firme determinación, comenzó a experimentar con la elaboración de sus propios pigmentos, optando por recolectar personalmente los materiales que usaría en su obra.
El taller de Su en Los Ángeles es un espacio donde la creatividad artística se mezcla con la ciencia. Allí combina la meticulosidad de un laboratorio con la sensibilidad de un estudio de artista. Entre estanterías cuidadosamente organizadas se encuentran frascos llenos de polvos coloridos provenientes de minerales, conchas marinas, piedras y muestras de tierra que ha recolectado a lo largo del Pacífico, el oeste americano y Asia. Su exploración lleva a la artista a viajar constantemente, con la finalidad de encontrar pigmentos únicos que añadan significado y autenticidad a sus piezas. Por ejemplo, utiliza azurita de la provincia de Hunan, China, un pigmento histórico en la pintura china, que contrasta con el azul ultramar tradicional de las pinturas occidentales medievales.
Otra fuente importante es el azufre taiwanés, vinculado a sus raíces personales. Esta práctica conecta sus trabajos con un amplio trasfondo cultural y geopolítico, donde cada mineral o material tiene una historia que impregna el cuadro. Uno de sus objetivos es traspasar las limitaciones técnicas y cromáticas de los mercados actuales, que para ella son comparables a la existencia de un único supermercado para todos los chefs en el mundo. Por este motivo la fabricación de pigmentos es una tarea artesanal que transforma materiales crudos en colores vibrantes mediante procesos como la trituración, purificación y mezcla manual con aceites naturales como el de nogal, que garantiza la durabilidad de la pintura. A nivel conceptual, el uso de pigmentos naturales y artesanales también refleja un vínculo emocional y físico con el paisaje que representa.
Sus obras muestran paisajes con una paleta intensa y luminosa, que evocan la luz directa y vibrante que caracteriza su lugar de origen subtropical, y contrastan con la austeridad y claridad de regiones más secas como el oeste americano. Esta diferencia es evidente, por ejemplo, en cómo su obra captura la luminosidad sin sombras que observa en Taiwán y la nitidez casi quirúrgica de los paisajes desérticos o montañosos de Estados Unidos. El proceso de creación de pigmentos incluye la recopilación en minas y terrenos federales, siempre respetando las regulaciones y permisos vigentes. Su ha aprendido a navegar las complicaciones legales y culturales que implica recolectar minerales y piedras en los Estados Unidos, lo que la ha llevado a convertirse en una entusiasta "buscadora de rocas" o rock hound, participando en expediciones con grupos de especialistas y geólogos jubilados, aprendiendo de sus conocimientos y técnicas. Su relación con las minas privadas, muchas ubicadas en el oeste americano, es cercana y respetuosa.
La artista suele pagar una tarifa módica por permitirle recolectar materiales, y en ocasiones comparte experiencias con los propietarios, quienes muchas veces son personas con formación universitaria que se dedican a la minería con profundo conocimiento geológico. Esta interacción añade un nuevo nivel de entendimiento y valor a las materias primas que utiliza en su arte. Uno de los materiales más interesantes que utiliza proviene de la legendaria mina Pala Chief, cerca de San Diego, famosa por sus tourmalinas. Este mineral fue muy valorado en la historia china, especialmente por la emperatriz Cixi, quien creía en las propiedades espirituales purificadoras de la piedra en medio de complejos contextos políticos y sociales. Su recoge tourmalinas de esta mina para transformarlas en pigmento que luego usa en igualmente reconocibles paisajes marinos, como en su obra "Bone Caves", donde los materiales se convierten en un lenguaje simbólico que une diferentes épocas, geografías e historias.
La artista también explora el lado más oscuro y peligroso de algunos pigmentos naturales. Por ejemplo, utiliza azufre como pigmento amarillo brillante, un material inflamable con olores fuertes que impregnan su estudio durante el proceso de preparación. Además, emplea cinnabar, un mineral tóxico que en la China imperial fue usado para crear medicinas que buscaban la inmortalidad, aunque finalmente resultaban venenosas, lo que añade una dimensión histórica y conceptual fascinante a sus pinturas. La conexión con la actividad volcánica se refleja en sus pinturas recurrentes de lugares como el Monte St. Helens en la región noroeste del Pacífico.
Introduce en sus trabajos pigmentos a partir de helenita, un vidrio verde creado accidentalmente con el polvo y la ceniza de las erupciones volcánicas de esta zona. La helenita, convertida en joyería y recuerdos, es utilizada por Su en forma pulverizada para dar textura y color a sus lienzos, mezclando naturaleza, marketing y arte en un solo acto. Además de minerales, Su incorpora materiales orgánicos y preciosos como perlas trituradas para crear pigmentos blancos y polvo de diamante, uno de los materiales más caros que utiliza, que emplea para dar brillo y textura con sutileza. También ha incorporado polvo de conchas de cowrie, antiguamente usadas como moneda, y muestras de meteoritos, lo que acentúa el carácter único y extraordinario de sus pinturas. Proceso después de la recolección, la transformación de estos materiales requiere cuidadosas etapas de preparación para eliminar impurezas y separar colores.
Algunos minerales presentan mezclas de tonos que deben aislarse manualmente para obtener un pigmento puro. El trabajo se realiza con paciencia y precisión, combinando un método casi alquímico con la práctica artística moderna. La elección de los colores y materiales para Su Yu-Xin tiene un peso que va más allá de la estética. Cada pigmento lleva consigo narrativas sobre comercio, imperios, creencias culturales y el impacto del cambio climático. Esta dimensión la conecta con debates contemporáneos sobre la naturaleza de la pintura, la durabilidad del arte y el papel del entorno en la transformación de los colores con el tiempo.
La artista también reflexiona sobre cómo la contaminación ambiental y el cambio climático pueden afectar la longevidad y la evolución cromática de sus obras. A diferencia de aquellos que buscan preservar eternamente sus imágenes, Su está abierta a que sus pinturas sobrevivan y cambien con el tiempo, convirtiéndose en testimonios vivos de su relación con el planeta y sus procesos naturales. Su Yu-Xin ha conseguido un reconocimiento creciente, y su exhibición individual "Searching the Sky for Gold" en el Museo de Arte del Condado de Orange (OCMA) en Estados Unidos es un claro ejemplo de la relevancia y la innovación que aporta su trabajo. Su obra no solo atrae por su calidad visual sino por la historia y el compromiso ecológico y cultural que refleja. En definitiva, Su Yu-Xin representa un puente entre la tradición y la innovación, entre Oriente y Occidente, entre la ciencia y el arte.
Su compromiso con crear sus propios pigmentos a partir de materiales naturales y cargados de historia transforma cada pintura en un viaje: un recorrido por paisajes físicos y emocionales que invitan a reflexionar sobre nuestra conexión con la tierra y la importancia de preservar no solo la belleza sino el patrimonio natural y cultural que sustentan la creación artística.